Corría el año 1966 y pesara a quien pesara, corrían también aires de libertad creativa, atrevimiento y locura en la Checoslovaquia comunista. Se mascaba en el ambiente la lucha por ese utópico “socialismo con rostro humano” que daría lugar a la Primavera de Praga… aplastada pronto e implacablemente por los tanques soviéticos. En especial, la escena cinematográfica había visto el nacimiento, apenas unos años antes, de la Nueva Ola Checoslovaca, que siguiendo el ejemplo de la Nouvelle Vague francesa o el Free Cinema británico y en ocasiones superándolo, abogaba por un cine vanguardista, radical y comprometido tanto desde el punto de vista político y moral como desde el estético y formal.
Fue el tiempo de directores como Miloš Forman, Ivan Passer, Jiří Menzel, Jan Nĕmec, Juraj Herz, Juraj Jakubisko… y Vera Chytilová (1929-2014), prácticamente la única directora del grupo, pero quien iba a filmar, precisamente, una de sus películas insignia. Una suerte de auténtico manifiesto del movimiento, que aunaría su espíritu rebelde, crítico y enfrentado al sistema con una praxis formal experimental, delirante y plena de inventiva visual, que se ha convertido hoy en todo un clásico del cine de autor: Las margaritas (1966).
Dos actrices no profesionales, Ivana Karbanová, una dependienta, y Jitka Cerhová, estudiante, son las dos “margaritas” salvajes del título, ambas llamadas Marie, rubia una y morena la otra, pero ambas igualmente irreverentes, iconoclastas y descaradas. La película es la crónica episódica de sus pícaras andanzas, que constituyen un catálogo satírico de burlas implacables dirigidas contra una sociedad eminentemente totalitaria, machista, aburguesada y jerarquizada.
Contra el poder patriarcal
Sin orden y creando a su alrededor el desconcierto, Marie I y Marie II deambulan por Praga, burlándose de forma juguetona pero nada inocente del papel asignado a la mujer, especialmente a las jóvenes, en la conservadora sociedad sovietizada de la Checoslovaquia comunista, comportándose como niñas traviesas que juegan con la comida, con el suicidio, con el sexo, con los hombres y con las figuras de poder político y patriarcal, al mismo tiempo que la directora juega con su material fílmico.
Las margaritas carece de estructura narrativa clásica, ni falta que le hace. Aunando el espíritu pop, gamberro y juvenil de los filmes de Richard Lester con y sin Los Beatles, sobre todo de su clásico “mod” El knack… y cómo conseguirlo (1965), que invierte irónicamente al transformar a sus protagonistas masculinos en las dos Maries de su película, con el estilo del más radical Godard, con sus principio, nudo y desenlace… pero no necesariamente en ese orden, Vera Chytilová siembra el caos con humor surrealista, absurdo y mágico, repleto de carga de profundidad, de segundas y terceras intenciones.
Combinando color y blanco y negro, fotografía estática, filtros monocromáticos y hasta la animación por stop motion tan querida de los checos, sus hermosas y locas “margaritas” representan de forma irónica el arquetipo de la “lolita” servicialmente ingenua, la mujer-muñeca infantilizada por el orden machista y totalitario tanto como por la sociedad de consumo, cuya encarnación paródica se convierte en todo lo contrario de lo que representa en apariencia: una fuerza juvenil de imaginación desbocada, ansiedad, diversión y caos. Un fascinante monstruo adolescente, como lo definiera Kundera, que arrasa con todo lo que se le pone por delante.
Vera Chytilová y su guionista, la también indispensable para la Nueva Ola Checoslovaca Ester Krumbachová, consiguen ir mucho más lejos y más allá de la simple sátira política coyuntural, con un canto a la imaginación, el desorden y la rebeldía, que puede y debe aplicarse tanto a la sociedad que vio nacer la película como a la nuestra. Tanto al comunismo reaccionario, machista y puritano, como al capitalismo extremo, consumista y cosificador de la mujer (y del hombre). Siempre sin perder de vista la experimentación lúdica y gozosa con el material y la forma cinematográficos.
Por supuesto, Las margaritas tuvo problemas con la censura tanto antes como después de su estreno. Tras ser anatemizada por el partido, en mayo de 1967, fue retirada de los cines de Checoslovaquia al tiempo que secuestrada su distribución internacional. Ello no impidió que la directora reincidiera en su estilo y temas con su siguiente largometraje, Fruit of Paradise (1969). Pero tras la entrada del ejército ruso en Praga, en 1968, Vera Chytilová fue apartada del cine durante siete años, viéndose prácticamente condenada a trabajar en televisión y publicidad. Pese a protestas internacionales y al apoyo de cineastas de todo el mundo, no volvió a firmar una película hasta The Apple Game, en 1976, después de verse obligada a dirigirse personalmente al presidente del país, Gustáv Husák, pero siempre acosada por la censura.
Con la invasión de Praga por las tropas del Pacto de Varsovia, el sueño de un “socialismo con rostro humano” se desvaneció. La caída del Muro de Berlín supondría su golpe de gracia. Nunca sabremos si fue posible alguna vez. También supuso, por supuesto, el final de la Nueva Ola Checoslovaca. Muchos de sus directores, como Forman o Passer, abandonaron el país para enriquecer los cines de Inglaterra y Hollywood. Otros, como Jan Švankmajer, Štefan Uher o Jan Nĕmec (marido de Ester Krumbachová, coguionista y diseñadora de producción de Las margaritas), por citar algunos, vieron severamente limitada su libertad creativa por censuras y prohibiciones.
Recuperar Las margaritas es algo más que un simple ejercicio de memoria histórica o de arqueología del cine. Mucho más que reivindicar la figura de una de las cineastas que han dejado su huella indeleble en el desarrollo y la evolución del arte cinematográfico. Más, incluso, que recuperar su obra maestra desde las perspectivas actuales del feminismo o el empoderamiento femenino actuales. Es un ejercicio de humildad para todos los directores y directoras, para todos los artistas que trabajan hoy en el medio audiovisual, a quienes Las margaritas, con su atrevimiento, formal y político, interpela sin piedad.
¿Cuántos o cuántas estarían ahora dispuestos a perder su trabajo, su libertad creativa e incluso a poner en peligro su integridad personal a cambio de una película? ¿Cuántos o cuántas se atreverían a filmar no lo que subvenciona el Estado, sino aquello que se opone a este? La respuesta, amigas, está en el viento. La versión restaurada en 4K de Las margaritas, distribuida por Atalante Films, se estrenó el viernes 29 de noviembre en salas españolas.