¿Por qué la escena de Take On Me no funciona en la serie de ‘The Last of Us’?

Esta escena de 'The Last of Us' evidencia uno de sus errores más significativos: el miedo a construir vínculos simbólicos que funcionen

Escena de Take On Me en la serie de The Last of Us - Cultura
Fotograma de Ellie Williams cantando "Take On Me" en la serie
HBO

La serie de The Last of Us está siendo, en algunos sentidos, una adaptación ejemplar. Al menos, en el apartado visual. Su puesta en escena han conquistado tanto a los veteranos del videojuego como a una nueva audiencia. Sin embargo, en el episodio 2×04, una de las escenas más esperadas por los jugadores ha generado cierta división: el momento en que Ellie canta Take On Me en la tienda de música Valiant.

Aunque la secuencia es visualmente hermosa y respeta casi plano por plano la escena del videojuego, algo esencial se ha perdido por el camino. Algo que tiene que ver no con lo que se muestra, sino con lo que falta.

El peso de la ausencia: ‘Future Days’ y la promesa incumplida

En el videojuego The Last of Us: Parte II, antes de cantar Take On Me, Ellie empieza a tocar los acordes de Future Days, la canción que Joel le canta al inicio de la historia. Ese pequeño momento encierra el núcleo emocional de la historia. Future Days no es una simple melodía. Es una promesa. Es el símbolo del vínculo entre Ellie y Joel, de lo que fue, de lo que se perdió, de lo que sigue latiendo en el recuerdo. Pero en la serie de HBO, esa canción nunca ha existido.

La omisión de Future Days es, en apariencia, una decisión menor. Pero no lo es. En la serie de The Last of Us, Joel nunca canta. Antes de esta secuencia de Take On Me, no le ofrece a Ellie la guitarra como canal para el amor, para la herencia, para el duelo. Por tanto, cuando Ellie canta Take On Me en la tienda de música, la escena flota en el vacío. Es bonita, sí, pero carece del sustrato emocional que tenía en el juego.

Una escena gemela, pero con un alma diferente

La serie de The Last of Us recrea con precisión milimétrica el momento: la guitarra apoyada, el escaparate polvoriento, el haz de luz que atraviesa el cristal. Ellie canta. Dina entra. Todo parece igual. Pero no lo es.

En el juego, Dina escucha a Ellie cantar a escondidas y le pregunta: “¿Qué fue eso?”. Ellie responde: “Nada”. Y Dina contesta: “Bueno, yo creo que ‘nada’ no sonaría tan bien”. Es una escena de intimidad emocional, de vulnerabilidad, de catarsis. Y solo funciona porque Ellie ha intentado, y fallado, cantar Future Days antes. Ese fracaso emocional da sentido al canto posterior. Es su forma de intentar seguir adelante.

En la serie de The Last of Us, Dina ni siquiera está presente al inicio de la escena. Llega atraída por la música, sin saber qué está escuchando. El contexto cambia por completo. Ya no hay una lucha interior visible. No hay trauma verbalizado a través del silencio. No hay transición de una canción de pérdida a una canción de amor. Solo hay una melodía bonita.

Una de las claves emocionales de The Last of Us está en la forma en que sus personajes se debaten entre la memoria y el presente, entre el dolor y la esperanza. Take On Me no es solo una canción pegadiza de los ochenta. Es, en el videojuego, una forma de recordarle al jugador —y a Ellie— que aún hay belleza, aún se puede cantar, aún se puede amar. Pero ese mensaje solo tiene sentido cuando se contrasta con la herida abierta que deja Future Days.

Sin esa primera canción, la segunda pierde su carga simbólica. En la serie, la escena de la tienda de música no transmite ese conflicto interno de Ellie. No hay sombra detrás de la luz. Solo hay luz. Es una secuencia agradable, pero que no pesa.

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