“¿Quién es Rosa Montero? Aún no lo sé, pero estoy cada vez más cerca de averiguarlo”. Escritora, periodista, reportera, deslenguada, certera y sumamente inteligente. Esta mujer de 74 años ha escrito algunos de los mejores volúmenes de novela contemporánea en español, en los que ha dejado perlas de sabiduría y, sobre todo, interrogantes últimos abiertos y compartidos con sus miles de lectores en el mundo.
Ahora, Rosa Montero se despide de su detective androide Bruna Husky con Animales difíciles, cuarto volumen de una saga a caballo entre el thriller, la ciencia ficción y la novela existencial y “la más crepuscular y oscura”, en la que alerta del peligro de la inteligencia artificial (IA) y los totalitarismos. “La humanidad está en una frontera radical, crítica y peligrosa”, ha señalado este martes en rueda de prensa. “Se está creando una superinteligencia inhumana y no consigo concebir cómo vamos a controlarla”, aseguró tras citar a expertos como el Nobel de Física Geoffrey Hinton o el experto en IA Nick Bostrom, y tras alertar sobre la imbecilidad de generar una inteligencia que es ya autogenerativa y que, por lo tanto, va a superarnos y dejarnos atrás. “Es un error evolutivo básico”.

‘Animales difíciles’, de Rosa Montero
Hace 13 años la escritora publicó el primer volumen de esta saga que ahora cierra con este cuarto ejemplar, en el que la detective tecnohumana resuelve un caso por episodio tomando los mejores elementos de la literatura de ciencia ficción, siguiendo los pasos de Ursula K. Leguin. “La buena ciencia ficción es la que refleja el tiempo en el que vivimos”, afirma Rosa Montero, que nunca creyó que tardaría tanto en despedirse de su detective… ni que le costaría tantos suspiros.
El de Bruna Husky es un universo complejo dotado de sentido propio, “se parece mucho al nuestro, y en ocasiones la realidad ha ido alcanzando a la novela”, recuerda la madrileña, que veía cómo comenzaban a suceder las cosas que imaginaba en su universo paralelo. Pero su detective y sus personajes secundarios son ante todo una ayuda para reflexionar sobre los grandes temas que ha tocado en sus libros, que son principalmente tres: el amor, la identidad y la muerte. Y, a pesar de la dificultad de esta última novela, su autora consigue llevarla a un sitio luminoso: es, sin duda, uno de sus escritos más cargados de luz y esperanza.
Realismo y actualidad, no distopía
“Empecé a escribir esta saga a finales de 2007, antes de que enfermara mi pareja. Escribiéndola viví la enfermedad y la muerte de Pablo. Quizá por eso son las novelas más realistas que he escrito; nunca han sido una distopía, y detesto el uso de esta palabra porque parece que ahora todo es distópico. Se trata de un un futuro catastrófico, comparable al nuestro. De hecho, nuestro mundo es bastante malo, complicado y lleno de amenazas”, asevera la escritora, que ha resumido el argumento de esta última novela de la saga, en la que todos los tecnohumanos saben cuándo van a morir. “Woody Allen y yo sentimos el tic tac de los segundos que pasan y del tiempo que nos queda de descuento. Yo soy una neurótica del tiempo que me queda por vivir”.
La propia creadora confirma que aunque tiene un final luminosa, esta es la novela más oscura de las cuatro, la más crepuscular, con unas amenazas “tremendas” y una intriga desasosegante, muy angustiosa. “En los últimos 70 años nos hemos puesto en riesgo de extinción numerosas veces: por la energía nuclear, por el calentamiento global y ahora por la inteligencia artificial. Si seguimos intentándolo, lo vamos a conseguir. Estamos como en una carrera a ver si conseguimos extinguirnos o qué pasa, es alucinante. Es ese momento tan absolutamente trascendental el que se recoge en esta novela. A pesar de toda esta oscuridad, resulta que al final hay una reafirmación de la vida. Porque creo en la fuerza de la vida y en la capacidad de adaptación del ser humano”, ha reconocido, revelando la serenidad y afirmación que llegan con la desaparición de Bruna.

Rosa Montero se despide de su detective androide Bruna Husky con ‘Animales difíciles’
“Uno escribe para perderle el miedo a la muerte. Yo escribo para perderle el miedo a la muerte. Y después de escribir Animales difíciles, tengo menos miedo: es muy luminosa”, ha continuado una mujer que ha enfrentado en numerosas ocasiones el tema sobre el fin de la vida, especialmente en El peso del corazón y en La ridícula idea de no volver a verte. E insiste: “Estas novelas no son una rama secundaria de mi literatura, sino que tienen la misma ambición literaria, expresiva, estilística. El sentido de escribir novelas es la búsqueda del sentido de la existencia. En todas las mías aparecen mis obsesiones: en esta, además de la muerte, está la cuestión de la identidad”.
¿Qué somos? ¿Cómo construimos nuestra identidad? En un mundo cambiante, líquido, impreciso, amenazador, en descomposición, híbrido, en el que la gente tiene poca capacidad de adaptarse a su realidad social… ¿cómo nos construimos? Estas preguntas se agolpan en el pecho de Rosa Montero, que afirma que una de las principales consecuencias de la ruptura de la identidad es la aparición de extremismos. “En esa ruptura de la personalidad y esa falta de sosiego crece la extrema derecha. No solo la extrema derecha; crecen el islamismo, todas las ideologías tiránicas, totalitarias, extremistas y violentas que dan es una sensación de pertenencia por oposición a un contrario”, ha añadido.
En ese sentido, Rosa Montero ha asegurado que esta situación encuentra su origen en la “falta de credibilidad democrática”, que en España ella sitúa en la crisis de 2008, que sostiene a la extrema derecha y otras corrientes radicales por “miedo y vacío”. Por esta razón, explica la autora, hay “una crítica legítima en los votantes de Donald Trump” en Estados Unidos o de partidos de extrema derecha en Europa.
“Es un momento crítico de falta de legitimidad democrática y de crisis de credibilidad democrática. Aun así, es el único sistema posible, con todos sus defectos. La democracia es hipócrita, es mentirosa, no es igualitaria y esos defectos se evidenciaron después de la crisis de 2008. Se supone que salimos de la crisis, pero fue una salida falsa, salimos con el empobrecimiento del 25 % de la población mundial (…) Lo que ahora siente la gente es que la democracia no habla por ellos, no los defiende, que ellos se han empobrecido y sus hijos van a ser más pobres todavía. Y, sin embargo, los causantes de la crisis no sólo no pagaron nada, sino que se han hecho más ricos que antes. Hay una crítica legítima de todos los que votan a Trump, los que votan a la extrema derecha alemana”, ha recordado.
“O nos salvamos todos, o ninguno”
“Ser o no ser, pero ser qué, esa es la cuestión: ser qué. La humanidad está en una frontera radical y peligrosísima (…) Uno de los grandes problemas del presente y del futuro son los desplazados, las migraciones. Esto que estamos viviendo no es más que la punta del iceberg, el comienzo de un tsunami de desplazamientos por el calentamiento global. Ante este reto, hay parte de la sociedad que dice que tenemos que ponernos fronteras, levantar muros y acorazarnos frente a los pobres: que el primer mundo levante murallas (…). O nos salvamos todos o ninguno”, ha reivindicado la escritora aludiendo al conflicto principal de nuestra sociedad: “No hay murallas suficientemente altas; esa es otra frontera de la identidad. Debemos preguntarnos qué tipo de sociedad, qué tipo de seres humanos queremos ser”.
De nuevo, Rosa Montero reflexiona acerca de la luz y la oscuridad. “Sigo defendiendo que hay una reafirmación de la vida. Yo quiero creer. Quiero creer en la capacidad de la vida, en nuestra capacidad de supervivencia; en la fuerza de la vida y de todo ser humano que se regocija en vivir. Lo que queda al final es una celebración de la fuerza de la vida”, continúa, antes de afirmar que parece haber una tendencia al “suicidio colectivo” en cuanto sociedad, ya que somos conscientes de que nos dirigimos hacia nuestra autodestrucción y no la frenamos. “Yo creo que justamente el ser humano tiene la capacidad de reinventarse y encontrar otra manera de vivir, relacionarse con el entorno y con otros, y salir adelante”.

Rosa Montero
En un paralelismo con su saga de novelas, Rosa Montero afirma que parece que los que más hablan de libertad son los que más se la quieren quitar a los demás. Muchos “liberales” son en realidad tremendamente restrictivos, afirma, antes de citar a Peces Barba: “La finalidad de la izquierda es la justicia y la igualdad social; la finalidad de la derecha es la libertad de todos. Estaría bien que entre unos y otros se limaran los excesos”.
Ante el reto de sus nuevos proyectos, la escritora madrileña afirma estar “muy loca” y querer seguir escribiendo, aunque siendo consciente de que son los libros los que nos eligen a nosotros, y no al revés. “Escribir es una manera de vivir, y una manera de vivir especialmente intensa. Es tan importante la pelea por la identidad… Nos pasamos toda la vida intentando saber quiénes somos, qué queremos en nuestra vida. En Historia del Rey transparente ya lo decía: nos pasamos la vida intentando saber quiénes somos, y muchas veces la gente se muere sin tener una intuición, un atisbo real. Vivimos dependiendo de la poderosa mirada por lo general materna y paterna; intentamos no ser nosotros, sino ser lo que nuestros padres quieren de nosotros o lo que creemos que quieren de nosotros. No sabemos de verdad quiénes somos”.
Ella misma deja para el final, que es un principio, la respuesta a esta pregunta. “Es un tema para mí muy importante. Y he llegado a plantearlo de forma total. Quiero morirme sabiendo quién soy. Y hoy creo que estoy un poco más cerca de saberlo”.