Despedirse del deporte al que has dedicado toda tu vida no es nada fácil. Polina Berezina (Moscú, 1997) se encuentra en estos momentos en los que sabe que su vida a partir de ahora será muy distinta a las dos décadas anteriores en las que “he pasado más tiempo con mis entrenadoras que con mi familia“, asume con naturalidad.
Dedicada en cuerpo mente y alma a la gimnasia, la rítmica le ha dado los mejores momentos de su vida. Tanto, que ahora se plantea cómo será la Polina alejada del tapiz. Con su franqueza habitual, no disfraza situaciones, porque cree que es importante que se cuente la realidad del deporte de élite. “Desde que tomé la decisión en junio han sido unos meses duros, porque no sabes muy bien quien eres sin la gimnasia. Te encuentras como si estuvieses en un océano y no sabes en qué dirección remar”, nos cuenta.
“Al final cuando eres deportista de alto nivel sabes que tienes un objetivo, entrenas muchas horas para cumplirlo, y pasar de eso a tener las 24 horas del día libre no es fácil“, explica.
Almudena Cid, referente
En este camino del adiós, dos grandes figuras de la rítmica han sido clave para ayudarla. Se trata de Almudena Cid y María Fernández Ostolaza, y su iniciativa con profesionales del deporte `Último vestuario´ donde visibilizan y acompañan en el proceso de la retirada. “Me siento muy agradecida de haberlo hecho, de conocer a otras personas que estaban pasando por un proceso similar al mío, te ayuda mucho a no sentirte solo“, nos cuenta Polina.
Cid además está volcando sus esfuerzos liderando también una iniciativa con el CSD para que los deportistas de alto rendimiento puedan cotizar durante su vida deportiva. Algo que para Berezina sería fundamental aplicar “nosotros entrenamos todo el día, en el caso de la gimnasia rítmica estamos unas 40 horas semanales entrenando, intentamos sacar rato para los estudios, pero ya para trabajar y cotizar lo tenemos casi imposible“, explica de una futura jubilación en la que, de momento, no cuenta con una vida laboral por su contribución al deporte español.

Desde Torrevieja, lugar en el que volvió a vivir tras salir del Centro de Alto Rendimiento en Madrid, charla con Artículo14 de un camino recorrido en el que ha habido grandes momentos, otros también difíciles que le han enseñado a seguir hacia adelante.
Rusia, la cuna de la gimnasia
Polina nació en Rusia, lugar del que son originarios sus padres, aunque desde el año 2000, cuando tenía tres, ha vivido en España. Sus primeros recuerdos de la gimnasia son ya en España, en Guardamar, donde recuerda estar con amigas “haciendo el puente” después de que su madre la llevase a un primer entreno allí. A su progenitora le debe mucho, “ella se ha implicado en mi carrera casi igual que yo misma”, apunta.
Desde ese primer momento, el amor por la gimnasia fue más fuerte que el de perderse todo lo que una niña de su edad haría sin entrenar tantas horas al día. Y tras pasar por la mano experta de Mónica Fernández, su entrenadora, se integró de manera profesional en el equipo nacional en 2013. “De ella aprendí la disciplina, la seriedad, el cumplir siempre, son valores que ahora agradezco mucho que me haya transmitido”, afirma.
Durante algún tiempo Polina pudo testar también lo que era la rítmica en Rusia. Motivos familiares le llevaron de nuevo a su país natal “Estuvimos viviendo entre dos países y tuve la suerte de trabajar con grandes profesionales en Rusia también”, recuerda.
Del país de sus padres añora el trato preferencial que tiene la gimnasia rítmica a nivel nacional. “En Rusia es de los deportes más conocidos y más importantes, aquí en España no tanto“, mantiene refiriéndose, sobre todo, a la visibilidad en los medios. “Aquí, hay veces que incluso en artículos hablando sobre mí han equivocado la foto, poniendo una en la que no era yo“, cuenta a modo de anécdota.
Su mejor momento
Más allá de los podios o de las medallas, el recuerdo que Polina Berezina atesora como su mejor vivencia en un tapiz fue en el Mundial de Valencia. “Cuando acabé las mazas, literalmente sentí que había hecho gimnasia rítmica por ese momento. Con toda la presión que tenía, sabía que mi futuro como gimnasta podía decidirse ahí, y hacer cuatro de cuatro y clasificarme. Fue increíble y sobre todo por el hecho de estar cumpliendo ese sueño con la familia de la rítmica y en casa”, recuerda del último torneo internacional en el que España fue anfitrión.
“Al acabar el entero me eché a llorar pensando lo he hecho, lo he conseguido, lo he soñado. Cada vez que me pongo el vídeo para recordarlo se me sigue poniendo la piel de gallina“, recuerda con emoción sobre una clasificación que le otorgaba billete a París. Un sueño cumplido, pero también una realidad que muchas veces no se ve tras los cinco aros olímpicos.
Visibilizar la realidad de los deportistas
Porque para Polina ha sido crucial también mostrarse transparente en redes sociales, visibilizando las partes más duras de un deportista de élite “He tocado más veces el barro que el cielo” confesaba en un post. Y es que “he tenido miedo a no cumplir con las expectativas o a sentirme sola a pesar de estar rodeada de gente” , rezaba alguna de sus publicaciones.
“En una sociedad en la que todo se consigue muy rápido, en la que se accede a casi todo de manera inmediata, te acostumbras a que sea todo muy fácil y eso en el deporte no funciona“, reflexiona la gimnasta.
Tras los JJOO de París 2024 Polina hizo un parón necesario para priorizar su bienestar emocional. Había llegado a conseguir su sueño de ser olímpica en París, “después de quedar reserva en Tokio” y tras un nuevo ciclo “de otros cuatro años de lucha, de estar al máximo, de superar dolores, lesiones, frustraciones”, reflexiona.
Tampoco es sencillo encontrar esa adrenalina de la competición en la vida diaria, la del común de los mortales. “A lo mejor algún día pues podré encontrar algo que la pueda sustituir, pero yo creo que es que es imposible”, expone.
La curiosa superstición que acabó en 2023
Sobre las supersticiones, tan habituales en el mundo de la competición, Berezina nos confiesa que la suya pasaba por usar la misma ropa interior el día de las competiciones. Hasta que mi madre por error me tiró mis bragas rosas de la suerte. Cuando me lo dijo no sabía ni como reaccionar, pero ¿sabes qué? ¡Ese 2023 fue mi mejor año deportivo!”, nos cuenta entre risas. “Ahora confío más en ejercicios de rutina, de visualización que me ayudan a concentrarme“.
Polina Bezerina ha recibido mucho cariño de quienes la han visto como referente de un deporte que practica más del noventa por ciento de gimnastas de su Federación, la séptima más elegida por las mujeres en España. “Mi sueño es poder seguir inspirando“, nos asegura a modo de despedida. Estamos convencidos que seguirá haciéndolo con su ejemplo de vida y de verdad.