La salud de los deportistas, por suerte, ya no es un tema tabú a nivel social. Lo que antes vivía en un plano secundario alejado del foco deportivo, sobre el que recaían todas las miradas, ha cambiado por completo. Ahora está a la orden del día escuchar hablar de psicólogos deportivos, problemas de ansiedad, depresión o, simplemente, charlas de deportistas retirados que hablan de cómo lidiar con la presión de estar en la élite.
Esa normalización de una faceta tan común en cualquier ser humano, pero no tan presente y visible en los grandes protagonistas del deporte hasta hace poco, es la mejor de las ayudas para afrontar nuevos casos. Porque aunque las herramientas sean cada vez mayores y a la preparación mental se le dediquen los mismos e incluso más esfuerzos que a la parte técnica o física, los problemas de salud mental siguen existiendo.
Llevándolo a la actualidad, hace tan solo unos días se vivió un nuevo episodio en el US Open con Coco Gauff como protagonista. La tenista estadounidense, número 3 del mundo según el ranking WTA, rompió a llorar en varias ocasiones durante el encuentro de segunda ronda del Grand Slam ante Donna Vekic. ¿Por qué razón? Hay muchos motivos que pueden explicarlo.
Presión, frustración…
En el caso de la tenista estadounidense hay muchos condicionantes que pueden justificar esa “explosión emocional”. Por un lado, era la gran esperanza del público de Estados Unidos para que la campeona del US Open sea una tenista local. En su caso, al ser la tercera mejor jugadora del mundo, esa presión extra de tener que llegar lejos y hacerlo bien en cada torneo puede ser una losa complicada de cargar.
Y, por otro lado, está la faceta humana. Todo el mundo tiene mejores y peores días, y Gauff vivió uno de los segundos. Desde hace tiempo arrastra problemas con su saque, siendo un auténtico quebradero de cabeza. De ahí que, en el primer set, tras perder sus cuatro turnos de servicio, Coco rompiera a llorar en el paso por banquillos. Tamara Arroyo, psicóloga deportiva, profundiza sobre ello como la gran explicación a lo sucedido.
Coco Gauff in tears after getting broken at 4-4 in the 1st set against Donna Vekic at the U.S. Open.
Tough scenes…
— The Tennis Letter (@TheTennisLetter) August 29, 2025
El saque, el principal detonante
En la opinión de la experta, lo que se vio es el reflejo de cómo un cambio técnico que está bajo la lupa del resto alcanza un punto crítico y desborda a toda una campeona como Gauff. Y va más allá señalando que esa exposición pública es solo la punta del iceberg. “Debajo hay una fisiología del estrés, demandas que superan los recursos y contextos competitivos que amplifican cada pequeño error”.
Toda esa presión sobre su figura y la frustración que le generó la falta de acierto con su saque terminó por explotar a una jugadora que, en el plano deportivo, consiguió revertir la situación. Acabó ganando el partido, pero volvió a “romperse” en la entrevista post-partido en la pista central del Arthur Ashe Stadium. Ya en zona mixta, más calmada, Coco Gauff reconoció que había mostrado su lado más humano.
“Simplemente le mostré a la gente cómo es ser humano y que tengo días malos como todos. Pero creo que es más importante cómo te recuperas después de esos malos momentos y cómo te comportas después de ellos”, añadía Gauff.
.@CocoGauff was emotional after winning her second round match at the US Open 🥹 pic.twitter.com/py1L7eXKm0
— ESPN (@espn) August 29, 2025
Tocar fondo para resurgir
Por desgracia, el episodio protagonizado por Coco Gauff es solo una de las últimas muestras de esta problemática en el mundo del tenis. La número 2 del mundo, Iga Swiatek, pasó por una situación similar hace unos meses en el Mutua Madrid Open y, precisamente, en un encuentro ante la propia Gauff.
Swiatek, que llegó a estar en la cima mundial durante 125 semanas, arrastraba una tendencia negativa que culminó con unas imágenes muy similares a las que se han visto en el US Open. En un cambio de lado, aprovechando el paso por banquillos, la tenista polaca rompió a llorar y se cubrió con una toalla para que nadie viera lo que todo el mundo intuía que estaba pasando.
¿Su “losa”? Días antes del torneo madrileño falleció su abuelo, lo que terminó de afectar a una mente delicada que vivía tiempos difíciles desde que a finales de 2024 diera positivo en un control de dopaje. Todas las críticas y comentarios generados por esa situación fueron añadiendo “kilos” y “pensamientos” con los que cargar.
Swiatek, hablando como nunca de lo que vivió tras el positivo. Pasó 40 minutos llorando, sus agentes creyeron que alguien se había muerto. Luego dos semanas de seguir llorando. No podía ni entrenar.
"Sentía que esto me lo había hecho el tenis, que nadie iba a creer que no había… pic.twitter.com/Cy2KqPtMoJ
— David Orenes (@david_lrl) July 30, 2025
Swiatek se tomó unos días libres tras su paso por Madrid y volvió a la carga de una manera inmejorable. En Wimbledon logró su primer Grand Slam en hierba y a este US Open llega tras conquistar el WTA 1000 de Cincinnati. Un breve alto en el camino que sirvió para resurgir de un pozo oscuro que quiso atraparle.
Casos cada vez más frecuentes
Gauff o Swiatek son solo dos muestras de un abanico cada vez más amplio de casos dentro del ecosistema de la alta competición. Tamara Arroyo, psicóloga deportiva, describe esta situación como un ejemplo de la mayor atención y mejor medición que se realiza por parte de los diferentes organismos.
Por ejemplo, en el año 2021 el COI implantó una herramienta de cribado que ayuda a identificar posibles casos vinculados a la salud mental y se encarga de dejar registro de ellos. Con instrumentos como estos es posible detectar algo que ha ocurrido siempre, pero que ahora es más visible porque se cumplen ciertos factores.
La exposición a redes sociales y sus comentarios; los calendarios cada vez más cargados que permiten menos descanso y que propician “quiebres”; la transición y bajones emocionales que se produce tras la celebración de grandes eventos como los pasados Juegos Olímpicos o Grand Slam… En definitiva, hay muchos condicionantes que llevan al deportista al límite.
Sara Sorribes, un adiós indefinido
En ese hondo lugar del que es complicado escapar está hoy Sara Sorribes. La tenista española parecía estar en su mejor momento tras ganar el bronce olímpico en París 2024. Pero toda esa alegría escondía una cara oculta, la de la realidad que estaba viviendo Sara y que permanecía oculta para el resto de personas.
Pero eso cambió el pasado 17 de abril cuando, en sus redes sociales, compartió cómo se sentía y anunció su retirada provisional del tenis profesional. “He decidido tomarme un tiempo para mí, para mi cabeza y para mi cuerpo. Vengo sufriendo desde hace muchos meses dentro de una pista de tenis. La Sara alegre y feliz que se ve fuera de la pista no es ni mucho menos la realidad de todo lo que llevo dentro”, escribía Sara.
“Además de necesitar ayuda, siento que necesito parar y descansar. No sé si definitiva o temporalmente. Quiero ser coherente y consecuente con lo que mi cuerpo siente”, añadía la jugadora española. Sin duda, una muestra de que el aspecto mental destruye por dentro lo que luce por fuera y por lo que es tan complicado de detectar.
Parar, ¿acierto o error?
La decisión de Sara Sorribes es la mejor de las vías para plantear otra cuestión relativa a los problemas que genera la presión en el deporte de élite. Cuando suceden “reventones emocionales”, ¿es mejor parar o continuar? Tamara Arroyo lo tiene claro: no hay una única fórmula que sea útil para todos los casos.
Tomar una u otra decisión dependerá exclusivamente de las sensaciones del deportista y de los recursos disponibles. Por un lado, “parar es una forma de protegerse cuando la desregulación fisiológica y cognitiva supera lo que el atleta puede manejar en carrera”.
Y, por otro lado, “seguir adelante tiene sentido cuando hay anclajes (como la rutina, la respiración y el enfoque) que permiten regresar rápidamente a la zona funcional”.
Carla Suárez, la voz de la capitana
Otra de las voces que aportan luz a este tema es la de Carla Suárez, la capitana de la Selección Española de Tenis femenina. Con años de experiencia a sus espaldas, Carla confirma que son muchos los condicionantes que llevan a la situación actual de las tenistas.
“A las tenistas ya no les importa tanto mostrarse al mundo. Si las tenemos que ver cabreadas, las vamos a ver cabreadas. Y si las tenemos que ver llorando, las vamos a ver llorando. Eso antiguamente no se veía tanto o se veía de manera puntual. Al final el tenis es un deporte duro. Estás mucho tiempo sola, viajando y cuando las cosas van bien a veces no llegas a ser consciente de ello”, afirma la capitana.
“Estás subida en una rueda y como las cosas van bien, sigues así. Pero de manera inconsciente vas cogiendo vicios que luego si las cosas se tuercen no son tan fáciles de cambiar. Hay días que no te apetece tener que salir a jugar y rendir ante 5.oo0 personas, días que quieres tener cerca a tu familia, pero no puedes…”, añadía Carla.
Bendita juventud
Si hay algo que llama la atención es la diferencia entre la gestión de las emociones y la presión entre los jóvenes y los “mayores”. El desparpajo y la valentía de los recién llegados al circuito “choca” con la tensión que se puede apreciar en los tenistas más consolidados en el circuito.
Esta situación extraña y anómala puede explicarse con la “Teoría de la Autodeterminación” según comenta Tamara Arroyo. “Cuando la autonomía disminuye y el control aumenta, también lo hacen la fatiga y la presión que se siente”. Con el tiempo empiezan a surgir expectativas, contratos, rankings…
Y esa motivación interna y aprendizaje de los inicios se transforma en posibles amenazas. En definitiva, las consecuencias fisiológicas y atencionales van en aumento y son los desencadenantes de esa diferencia entre jóvenes y “mayores”.