Sam Altman, los “errores comunes” y el espejo crítico: así se usa (y abusa) de ChatGPT

El creador de OpenAI advierte que el mayor reto de la inteligencia artificial no es técnico, sino humano. ¿Cuál es el futuro?

Sam Altman, consejero delegado y miembro de la junta directiva de OpenAI.
EFE/John G. Mabanglo

Para Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, hubo un momento que marcó un antes y un después en su vida profesional: el lanzamiento de ChatGPT. Aquella herramienta, concebida inicialmente como un experimento interno, se transformó en una revolución global que cambió para siempre la percepción de la inteligencia artificial. “Los primeros años de dirigir OpenAI fueron los más divertidos de mi vida”, admitió Sam Altman en una conversación con Ben Horowitz y Erik Torenberg para el podcast a16z. “Estábamos haciendo historia, pero sin la presión de millones de ojos sobre nosotros”.

En aquella etapa previa a ChatGPT, OpenAI era un laboratorio de investigación discreto, alejado de los focos. Sin embargo, el 30 de noviembre de 2022, todo cambió. El lanzamiento del chatbot convirtió a Sam Altman en un referente mundial de la tecnología. Una figura comparada con Elon Musk o Steve Jobs, pero con un estilo mucho más sereno. Desde entonces, ha recorrido más de 25 países y se ha reunido con líderes mundiales para debatir sobre el futuro de la IA.

De la calma a la tormenta: cómo ChatGPT cambió el destino de Altman

El impacto de ChatGPT fue inmediato. En cuestión de horas, millones de usuarios probaron la herramienta. Lo que empezó como un proyecto experimental se convirtió en un fenómeno cultural y económico. “Todo el mundo me felicitaba, pero yo sabía que mi vida iba a cambiar por completo”, confesó Sam Altman.

Según la revista WIRED, el debut de ChatGPT generó un efecto dominó similar al que provocó Internet en los años noventa. Las empresas tecnológicas se apresuraron a desarrollar modelos propios, los gobiernos comenzaron a redactar regulaciones de urgencia y los usuarios descubrieron un nuevo tipo de interacción con la máquina: natural, instantánea y adictiva.

Sam Altman, los "errores comunes" y el espejo crítico: así se usa (y abusa) de ChatGPT
Un fondo de pantalla con el logo de ChatGPT.
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Para Sam Altman, la misión siempre fue clara: “La inteligencia artificial puede ser el último invento de la humanidad si la usamos correctamente”. Pero ese si sigue siendo una condición tan poderosa como peligrosa. El propio Altman reconoce que el crecimiento exponencial de ChatGPT lo ha sobrepasado incluso a él: “Cada año es más caótico, pero ya me he acostumbrado”.

La inteligencia artificial y los límites del conocimiento

Mientras Sam Altman trata de mantener el equilibrio entre innovación y ética, expertos en el campo de la inteligencia artificial advierten sobre el uso indiscriminado de herramientas como ChatGPT. Uno de ellos es Jon Hernández, especialista en IA y formador de Roca Project, quien lleva seis años estudiando el impacto real de esta tecnología.

“ChatGPT no es Google”, subraya Hernández. “El gran error que comete la mayoría de la gente es usarlo como un buscador. Y no lo es. A veces se inventa información, por lo que no es la fuente de conocimiento más fiable”. Según explica, el valor de ChatGPT no está en dar respuestas absolutas, sino en funcionar como un colaborador cognitivo, una herramienta de validación, lluvia de ideas y mejora de la productividad.

En su entrevista, Hernández ilustra el poder de esta tecnología: “Cuando presentaron ChatGPT al examen de selectividad de Estados Unidos, puntuó mejor que el 90% de los estudiantes humanos. Su comprensión lectora y escritura están en el top 7% del planeta”. Sin embargo, advierte que este tipo de logros no deben confundirse con inteligencia humana: “Las mentes más brillantes del mundo no se ponen de acuerdo en si la IA razona o simplemente simula hacerlo”.

Sam Altman y la revolución laboral que viene con ChatGPT

Uno de los temas que más preocupa a Sam Altman es el impacto que ChatGPT tendrá en el empleo. Según los estudios de OpenAI y Oxford Economics, cerca de 800 millones de puestos de trabajo en el mundo podrían verse afectados por la automatización antes de 2030.

“Las profesiones creativas o analíticas no desaparecerán, pero cambiarán profundamente”, explica Hernández. “El diseñador gráfico, por ejemplo, seguirá existiendo, pero gran parte de su trabajo perderá valor porque la IA puede generar resultados similares en segundos”.

Sam Altman, los "errores comunes" y el espejo crítico: así se usa (y abusa) de ChatGPT
El CEO de Open AI, Sam Altman.
Efe

Altman comparte esa visión dual: la de una herramienta que multiplica las capacidades humanas y, al mismo tiempo, obliga a redefinir el concepto de trabajo. En sus charlas, suele repetir una idea clave: “El futuro no pertenece al que sabe más, sino al que sabe usar mejor la inteligencia artificial”.

Los usos correctos (y los abusos) de ChatGPT

La diferencia entre usar y abusar de ChatGPT reside en la intención. Hernández lo explica con claridad: “La mayoría busca información, cuando debería buscar inspiración o colaboración. La IA es útil para validar ideas, explorar caminos creativos o acelerar procesos, no para sustituir el pensamiento crítico”.

Ejemplos como el de Australia, donde un grupo de científicos ha desarrollado un chatbot capaz de diagnosticar un tipo de cáncer con un 99% de precisión, muestran el potencial de estas herramientas cuando se aplican correctamente. “Eso es darle la vuelta a la vida y la muerte”, afirma el experto, destacando que ChatGPT y sus derivados ya están transformando la medicina, la educación y la ciencia.

Sam Altman, los "errores comunes" y el espejo crítico: así se usa (y abusa) de ChatGPT
La aplicación de ChatGPT para móviles.
Shutterstock

Pero ni Sam Altman ni los investigadores más optimistas ignoran los riesgos. La dependencia, la desinformación y la falta de supervisión humana son tres de los grandes desafíos que acompañan a esta revolución. “No estamos mentalmente preparados para la magnitud del cambio que vamos a vivir en los próximos 10 o 20 años”, advierte Hernández.