La Inteligencia Artificial se ha convertido en la nueva frontera tecnológica de nuestro tiempo. En apenas unos años, esta disciplina ha pasado de ser una promesa a un arma estratégica, una herramienta de negocio y una fuente de poder. Lo ha entendido bien Indra, que acaba de lanzar IndraMind, una división centrada en la gestión de datos y en el desarrollo de Inteligencia Artificial aplicada a la defensa y la ciberseguridad. Un paso que sitúa a la compañía española en el epicentro de una carrera global donde los algoritmos valen tanto como los misiles.
IndraMind: la nueva apuesta española por la soberanía tecnológica
La nueva filial de Inteligencia Artificial de Indra arranca con 3.000 empleados distribuidos por toda España y con una facturación inicial de 300 millones de euros. Desde su sede en Barcelona, la compañía prevé generar 1.000 empleos adicionales y fortalecer una red de innovación que pretende alcanzar tres metas esenciales:
- La automatización total de las operaciones
- La soberanía cognitiva
- La ciberresiliencia
En un contexto marcado por la guerra híbrida —donde los ataques ya no se libran solo en los campos de batalla, sino en los sistemas informáticos, los satélites y las redes sociales—, Indra busca consolidar un escudo digital que proteja tanto a gobiernos como a grandes corporaciones. La empresa ofrecerá sus servicios a entidades públicas, bancos, energéticas y multinacionales, posicionándose como un actor clave en la seguridad del siglo XXI.
Ignacio Martínez, director de IndraMind, subrayó la importancia de desarrollar algoritmos propios y trabajar con fuentes abiertas, lo que permitirá reducir la dependencia tecnológica de potencias extranjeras: “Se trata de construir superioridad en la nueva generación de la ciberseguridad”. Una afirmación que condensa el sentido estratégico de este movimiento: la Inteligencia Artificial ya no es solo innovación, sino soberanía.
Una nueva guerra: del acero al software
La defensa ya no se mide en tanques, sino en datos. Y en esa transición, la Inteligencia Artificial se convierte en el recurso más valioso. Indra lo sabe, y por eso busca competir con gigantes como Palantir o Anduril, que dominan el mercado estadounidense. Sin embargo, la compañía española aspira a diferenciarse con un enfoque más integral, capaz de combinar automatización, soberanía y resiliencia en una misma arquitectura digital.
Durante la presentación de IndraMind, el propio presidente del grupo, Ángel Escribano, señaló que “el futuro de la defensa pasa por procesar cantidades ingentes de información, diseñar algoritmos inteligentes y aplicarlos al terreno operativo”. A su lado, el ministro para la Transformación Digital, Óscar López, y varios altos mandos de las Fuerzas Armadas asistieron al acto, en el que se dejó clara una idea: el próximo campo de batalla será informático.
La apuesta llega además en un momento de fortaleza financiera. Indra ha incrementado sus beneficios un 58% hasta septiembre, alcanzando los 281 millones de euros, y prevé una cartera de pedidos superior a los 10.000 millones gracias a los nuevos contratos del Gobierno. El impulso económico ofrece a la compañía una base sólida para convertirse en uno de los grandes referentes europeos de la Inteligencia Artificial aplicada a la seguridad.
Nvidia y el auge bursátil de la Inteligencia Artificial
Pero el fenómeno de la Inteligencia Artificial no se limita al ámbito militar. En los mercados financieros, el entusiasmo por esta tecnología ha transformado por completo las reglas del juego. Nvidia se ha convertido en el emblema de este cambio. La empresa estadounidense, especializada en chips y procesadores para IA, ha alcanzado una valoración de cinco billones de dólares, tras multiplicar por 16 su cotización en solo cinco años.
El boom de la Inteligencia Artificial ha contagiado a todo el sector tecnológico. Fondos como el Xtrackers Artificial Intelligence & Big Data han duplicado su valor en apenas tres años, y los inversores se preguntan si estamos ante una nueva burbuja. Sin embargo, los principales gestores financieros no lo creen así. Según la XLIV Encuesta de Sentimiento de Mercado elaborada por El Confidencial, uno de cada dos expertos descarta un estallido inminente, asegurando que las valoraciones actuales reflejan un crecimiento real y sostenible.
¿Burbuja o transformación estructural?
Para Jaime Hoyos, director general de Sabadell Urquijo Gestión, “la expectativa de crecimiento de los beneficios empresariales del sector de cara a 2026 y 2027 está alineada con sus valoraciones”. Es decir, no hay una distorsión especulativa, sino una expansión coherente con el desarrollo del negocio.
Desde Augustus Capital, en cambio, advierten de una cierta euforia. Aunque reconocen que el crecimiento actual “está más justificado que el de hace 25 años”, cuando la burbuja puntocom estalló dejando a medio mundo digital en ruinas.
La Inteligencia Artificial, explican los analistas, no es una moda pasajera, sino un cambio estructural. “Apenas estamos rozando la superficie de lo que esta tecnología puede hacer”, apunta Miguel Castells, director de Inversiones de Unicaja AM. Sin embargo, también hay voces que reclaman prudencia ante el contexto geopolítico. En particular, por los conflictos en Ucrania y Gaza, que pueden alterar el suministro de materiales críticos o provocar volatilidad en los mercados.
La economía resiste y se acelera
A pesar de la incertidumbre internacional, la economía española mantiene una tendencia optimista. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado al alza sus previsiones y estima que España crecerá un 2,9% en 2025 y un 2% en 2026, gracias a la “inesperada resiliencia” del país. Un entorno que favorece tanto la inversión tecnológica como la consolidación de proyectos como IndraMind.
Mientras tanto, el IBEX 35 ha alcanzado máximos históricos, superando los 16.000 puntos, impulsado por la confianza en el sector financiero y por el tirón de las tecnológicas. Los gestores, cada vez más convencidos del potencial de la Inteligencia Artificial, apuestan por una mayor exposición a renta variable y reducen su liquidez al mínimo. El oro, otro de los activos de moda, también vive su momento dorado al superar los 4.000 dólares, aunque con menos recorrido que la nueva era del software.






