Alarma en Sumar con Sánchez: “O nos movemos o nos vamos a tomar por saco”

El partido de Yolanda Díaz reconoce “el órdago sin cartas” y rectifica las exigencias a Sánchez. Creen que “no es consciente” de la gravedad de sus escándalos

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz.
KiloyCuarto

“Hay dos tipos de marrones; los que puedes abordar y los que no“. Una fuente del núcleo de La Moncloa se pronuncia así sobre los escándalos que han conmocionado al PSOE y al Gobierno estos días: el goteo de denuncias internas por supuesto acoso sexual y los golpes que suponen los avances en la investigación de presuntas corruptelas de algunos de sus más ilustres exdirigentes. Un cocktail que, sumado a la ruptura de la mayoría parlamentaria, genera inquietud y desánimo también en las filas socialistas.

El llamado a la calma de Pedro Sánchez a los suyos, la orden de “esperar a que escampe”, según fuentes del Ejecutivo, ha encendido todas las alarmas en Sumar. “O nos movemos, o nos vamos a tomar por saco”, resume un dirigente de la coalición de Yolanda Díaz, que asegura que la inacción de sus socios ante los múltiples frentes abiertos ha logrado agotar su paciencia.

El vaso se ha desbordado por los escándalos que “cada semana” no saben “cómo justificar”; por la sensación de que el PSOE está negando la evidencia: “No es consciente”, abundan, de la magnitud de la tormenta. “Hace ver que no está pasando nada, y está pasando todo”.

Las mismas fuentes que descartan rotundamente la ruptura de la coalición muestran hoy su “cabreo” con sus socios. “¿Vamos a esperar a que alguien decida que esto termine, o vamos a movernos?”. Desde el lunes, además, han optado por recalibrar posiciones, reconducir su lista de exigencias a Sánchez. Inicialmente, Díaz la sintetizó exigiendo una crisis de Gobierno que permita recobrar impulso político para afrontar la “segunda parte” de la legislatura.

El lunes, después de que el ala socialista evidenciara su malestar con las palabras de la vicepresidenta segunda, el portavoz de Movimiento Sumar, Ernest Urtasun, reiteró en rueda de prensa que toca hacer cambios en el Consejo de Ministros. La líder del mismo partido, Lara Hernández, repitió esta idea el martes: “Dudo que el PSOE tenga la intención de suicidarse y que Sánchez tenga la más mínima intención de inmolarse”.

Sin embargo, horas antes de las palabras de Hernández, su formación y el resto de fuerzas integradas en Sumar (Izquierda Unida, Más Madrid y Los Comunes), habían empezado a recolocar las piezas. A “ampliar” su discurso, explican fuentes de esta alianza de partidos. Para intentar salir del callejón sin salida que ya había alumbrado el portazo del presidente.

Díaz planteó “un órdago sin tener cartas”

Con la Chunta Aragonesista (un diputado) afirmando que se replanteará su apoyo a Sánchez durante la próxima semana, los cuatro partidos con más voz en Sumar publicaron un comunicado en el que acusan al jefe del Ejecutivo de haber “perdido una oportunidad para rendir cuentas”. Y en el que vuelven a la senda de impulsar la agenda social, o de actuar en materia de vivienda.

No renuncian a los cambios en el Consejo de Ministros -el comunicado alude a los “cambios necesarios en el seno del Gobierno”-, pero optan por ampliar el foco después de que Díaz y Urtasun se centraran en esta materia.

La vicepresidenta segunda, afea uno de estos dirigentes, planteó “un órdago”, “sin tener cartas”. Y por eso los partidos de Sumar han optado por mover ficha para exigir una reunión urgente con el PSOE.

Pilar Alegría, en su último día como portavoz del Gobierno, ya se encargó de ningunear su reclamación, afirmando que “todos los días” tienen reuniones con sus socios. Horas después, fuentes de Ferraz confirmaron que han aceptado la petición. La reunión “entre partidos” podría celebrarse en los próximos días.

Sumar reniega de que los ministros-candidatos del PSOE estén “a treinta cosas”

En este caso, y pese al evidente cambio discursivo, distintas fuentes de Sumar sostienen que no hay “fisuras” en sus posiciones; aseguran que la vicepresidenta visibilizó el enfado y la preocupación que sienten, de la que no reniegan. Pero inciden en que también hay que actuar ya en cuestión de “políticas concretas”: “Vivienda; lawfare; derogación de la ley mordaza; agenda anticorrupción…”, enumera una dirigente. “La remodelación del gobierno no se anuncia, se hace”, apostilla otro.

Tampoco entienden que los cuatro ministros-candidatos del PSOE sigan “a treinta cosas”, que Sánchez no opte por nuevos perfiles que puedan dedicarse al 100% a gobernar. “Si hay áreas que reforzar, se refuerzan”, insisten.

Deslizan, además, que hay ministros y ministras al frente de importantes carteras -Vivienda o Igualdad son ejemplos recurrentes- que no están a la altura. Por más que Sánchez afirme que está “contento” con todos los integrantes de su Gabinete, sus socios suspenden a Isabel Rodríguez o a Ana Redondo.

Y censuran, además, la estrategia del “y tú más”, que atribuyen al PSOE y al PP en lo que tiene que ver con los casos de acoso. “Es miserable que se estén tirando a la cabeza la mierda, los cuerpos de las mujeres”, critican. El malestar alcanza niveles históricos.El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Del “sacrificio en el altar” de Puente a la relación “perfecta” de Marlaska

Fuentes de la parte socialista criticaron la “debilidad” mostrada por Díaz, al plantear un ultimátum que no puede sostener en el tiempo: “Se ha equivocado”. De hecho, los recados entre las dos alas del Ejecutivo se han sucedido este martes en los medios de comunicación.

El ministro de Transportes, Óscar Puente, afirmó antes del Consejo de Ministros que la exigencia de una crisis de Gobierno está “fuera de lugar”. “Ofrecer sacrificios en el altar lo considero más una medida religiosa que política”, defendió en La Hora de la 1 (TVE). Después tiró de ironía, para preguntarse “si también habría que renovar a los ministros de Sumar”.

Horas después, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se desplazaba hasta el extremo opuesto del campo, para afirmar que la relación con Sumar “está perfecta”. En las filas del socio minoritario, mientras tanto, el nerviosismo y la preocupación iban en aumento. En público y en privado, no hay ninguna voluntad de esconderlo.

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