Jorge Martín puede entrar este domingo en ese Olimpo reservado para unos pocos elegidos. Los campeones de la categoría reina del motociclismo español. Sería el quinto español en ostentar un Mundial de Motociclismo desde que Alex Crivillé abriese camino allá por 1999. Susana Almoguera, su madre, sabe mejor que nadie lo que ha costado este título, más aún, después de haberse quedado a las puertas el año pasado.
Pero este 2024 a pesar del mal trago del 23, tras un dominio absoluto, Martín puede hacer historia en el circuito de Montmeló como el primer madrileño que gane el título de MotoGP. Susana, en exclusiva para Artículo14, nos desvela un camino que celebra lo más arduo y lo más bonito, porque todo “ha servido para llegar hasta aquí”.
El chico de Sanse
Jorge Martín es un chico madrileño de San Sebastián de los Reyes, su madre Susana nos recibe en su pueblo natal. El restaurante Al Punto, lugar habitual de reunión y celebración de la familia Martín, nos hace de anfitrión en la previa de un Mundial no apto para cardiacos. A poca distancia, en la plaza mayor, su Sanse natal exhibirá una pantalla gigante para todo el que quiera ir a apoyar a su vecino más ilustre.
Con el título de MotoGP prácticamente en bandeja nadie quiere hacer las cuentas. Prefieren centrarse en el día a día y en cómo han llegado hasta ese momento.
La mini moto china
Quien le iba a decir a Susana que cuando su primer hijo que no sabía aún ni hablar, rechazaba los cuentos para mirar con mucho más interés las revistas de moto de su padre, Ángel. A partir de que le compraron la primera moto, “le trajeron los Reyes una mini moto china y ahí empezó todo”. Ese todo, en donde desarrolló un talento “que su padre ya empezaba a ver que no era lo normal”, recuerda Susana.
“Cuando Jorge era pequeño yo trabajaba mucho, tenía horarios a veces nocturnos y me acuerdo que le dejaba pintados besos en la mano con un pintalabios, para que los viese cuando ya no podía estar con él”. Sin duda, el espíritu de sacrificio es de esas cosas que se aprenden de lo que ves en casa.
“Aún teniendo mucho talento se tenían que alinear muchos astros” y eso es lo que pasó. Porque Jorge pasó de ganar las Rookies Cup a saltar al mundial de motociclismo. Vanesa Gutiérrez fue su primera representante. De hecho, la historia de cómo consiguió que Albert Valera (su actual mánager) y Aleix Espargaró le conociesen dice mucho de cómo a veces la suerte te echa una manita. “Vieron la carrera de Jorge en Misano y se quedaron con él”
Cuando el mayor de los hermanos Martín aterrizó en el Mundial, empezó un sueño igual de ilusionante como de caro. “Imagínate había que pagar hoteles, aviones, coches de alquiler. Sólo podía ir Ángel y tuvimos que empezar a apretarnos mucho mucho el cinturón. Nos ayudaba toda la familia para poder tirar”, recuerda Almoguera.
“Jorge es perfectamente consciente de lo que ha costado. Él me veía haciendo collares y pulseras hasta las 3 am porque nos quedamos en paro y había que pagar los neumáticos. Todas mis amigas, mis vecinas, me ayudaban a venderlos en sus trabajos, y a lo mejor sacábamos 400 o 500 euros, pero todo sumaba para los gastos que teníamos”, nos explica Susana. “Estamos separados, pero así nadie esta sólo”, añade.
Una familia `normal´
“Yo sólo quería un marido normal, unos hijos normales, y una vida normal, si es que en la normalidad está la felicidad”, comenta Susana entre risas cuando se le pregunta por cómo es tener en a un piloto de MotoGP como hijo mayor y otro de Motocross, Javier el menor.
Pero esa normalidad pretendida y practicada cuando pasas un rato con ellos, tiene que salirse de los cánones. “Llegó un momento que Ángel y yo decidimos que teníamos que partirnos. Estábamos viendo una carrera en la que Jorge tuvo un accidente y le evacuaron en helicóptero. Ese día decidimos que uno de los dos tenía que estar en las carreras. Cogió una excedencia y él se fue a estar con Jorge, dejando su trabajo a un lado, y yo me quedé en casa con Javier”, nos detalla.
Un hermano menor, que ha vivido la otra cara de la fama de su hermano. “Vivir al lado de un brillante lastra mucho a los hermanos pequeños, porque está en constante comparación. Yo iba con Javier por la calle y la gente preguntaba por Jorge”. Recuerdo estar en Londres, “mamá soy como el hueso de la aceituna, nadie me quiere. Esa frase fue lapidante”, recuerda Susana.
“Ver a su hermano, en las revistas en la tele. En el cole lo pasaba mal, los profesores le llamaban Jorge en vez de Javier, y eso era difícil”, confiesa la madrileña. “Jorge me impedía que lo contase en el colegio. Él no quería ese protagonismo”, confiesa la madre de los Martín.
Rezando por él
Pero cuando se apaga el semáforo y empieza la acción en pista a más de 300km por hora, el protagonismo es inevitable. Ahí, entra también el papel de la abuela materna de Jorge. Fue huérfana del Colegio la Guardia Civil en Juncarejo y sigue con la costumbre de llamar a todas sus compañeras cuando su nieto corre en carrera. “Tienen todas 80 y pico años y en cuanto se sube a la moto, todas se ponen a rezar el rosario”, nos cuenta Susana. Una fe que sin duda ella también practica.
“Yo es que me paso las carreras de mi hijo rezando. De hecho debería haber una capilla en los circuitos, en un cuartito aunque sea”, “yo rezo para que no le pase nada, y hago promesas, le pido Virgen Santísima protégele por favor, protégele” nos cuenta mientras asegura que hace promesas de llevar conocidos o familiares a la siguiente misa, “yo le digo Señor te voy a llevar tres amigas, o me llevo a mi hijo, a mi vecina Gema, a mis familiares, porque claro se lo he prometido”, nos cuenta Almoguera.
Gestionar la crítica
Para Susana lo más difícil de estos años sin duda ha sido todo lo que ha rodeado lo deportivo. “La crítica es gratis”, dice con una sonrisa amarga. “Yo he sufrido muchísimo, pero he aprendido a gestionarlo”, reconoce. “Para empezar me he quitado de todos los grupos y de todo lo que pueda hacerme daño”, admite, “porque yo he tenido que llegar a leer que ojalá se mate en una curva”. “Me da pena porque es gente que no conoce a Jorge. Quien está cerca de él sabe que es un tío con una nobleza y un corazón impresionante”, nos cuenta Susana.
No hay duda. Susana Almoguera es todo corazón. Será incapaz de leer estas líneas hasta que toda la vorágine de las carreras pase este fin de semana. Sea o no su hijo quien atesore el título de MotoGP, puede darse por muy satisfecha, porque lo esencial de la vida, la familia Martín Almoguera ya lo tiene.