Entrar en la universidad en España se percibe como una fase más en la vida, casi como un trámite habitual para cualquier joven de 18 años. Por eso es difícil pero también emocionante averiguar que, en otros lugares del mundo, acceder a la educación superior es un hito, una heroicidad en la familia y un paso que puede cambiar el rumbo de tu vida. Es el caso de los diez jóvenes de Colombia y Perú que van a poder cumplir su sueño universitario gracias a las becas de la Fundación Microfinanzas BBVA. La Reina Letizia les ha recibido en audiencia y ha podido escuchar sus historias, el entusiasmo que transmiten por seguir estudiando y las dificultades que atraviesan en sus pueblos.
Isaura Pastrana es una de las afortunadas. Tiene 18 años y ha crecido en una zona rural en el municipio de Canalete, en Córdoba (Colombia). Va a ser la única de diez hermanos en ingresar en la universidad. Pero no es fruto de la casualidad. Su madre, ganadera emprendedora, plantó la semilla para que este sueño se hiciera realidad. No se conformó con una vida ya preestablecida y le inculcó a su hija que podía aspirar a algo mejor y dar el salto de criar animales, a estudiar odontología.

Sangre emprendedora
“Mis padres son campesinos y mi madre es la emprendedora de la familia. Su negocio creció bastante con la ayuda de Bancamía (primer banco de microfinanzas creado en Colombia como resultado de la unión de la Corporación Mundial de la Mujer Colombia, la Corporación Mundial de la Mujer Medellín y la Fundación Microfinanzas BBVA). Antes vendíamos solo cerdos y ahora se ha expandido a pollos, huevos, gallinas y últimamente carneros. En mi comunidad siempre han sido las mujeres las que han tenido la iniciativa de emprender”.
Una vida sacrificada en el campo que ella no quiere repetir. “Somos diez hermanos y soy la menor de todos y la única que voy a estudiar en la universidad. Voy a hacer que se sientan orgullosos de mí y que vean que me convierto en una profesional con mi propio consultorio en la ciudad de Bogotá. Mi intención es especializarme en ortodoncia y ganar el suficiente dinero para regalarles una casa a mis papás en el futuro”, explica emocionada.
Referente femenino

Su pasión por la odontología nació de niña, con ocho años, cuando en la consulta del dentista “me dijeron que tenía una sonrisa muy linda”. Ha sido siempre muy buena estudiante pese a que en el pueblo nadie continúa con la educación superior, no hay recursos económicos para aspirar a algo más en la vida hasta ahora: Isaura ha abierto una puerta a las nuevas oportunidades. “De mi comunidad soy la única que va a ir a la universidad, ninguno de mis compañeros de escuela ha ido, es muy difícil porque no tienen los recursos disponibles y yo les digo que sigan mi ejemplo, que luchen por sus sueños, que no se estanquen sin estudiar nada y que piensen a lo grande”.
La curiosidad ya ha calado en las nuevas generaciones. “Hay muchas de mis compañeras que me están preguntando que cómo hice, que como me enteré de la beca… yo sé que saldrán otras niñas que están ahora en el colegio pero yo seré la primera odontóloga de nuestro pueblo”.
Encuentro con la Reina
Le espera un camino largo. Cinco años de carrera más dos años de especialización. Pero no se olvida de sus orígenes humildes y su intención es poder volver al pueblo y ofrecer consultas gratis a los vecinos, “si tengo recursos, quiero ayudar a los más pobres que tienen muchos problemas dentales, también quiero viajar aunque el sueño de conocer España ya se ha adelantado”.
Cuando ha tenido la oportunidad de hablar con la Reina le ha transmitido la riqueza del campo. “Lo valioso del campesino, que nunca se rinden y que las mujeres rurales son unas luchadoras, que son ellas las que emprenden en mi comunidad”. Los diez estudiantes becados coinciden en dedicarles esta oportunidad a sus madres.
“Porque fue la que emprendió el negocio y la que nos sacó adelante. Ella está super feliz, cuando habla de la beca se pone a llorar, está muy agradecida. Mi mamá siempre me decía que yo iba a ser grande en esta vida, que dios me tenía preparado un gran futuro”. Parece que no se equivocaba.