CASTILLA Y LEÓN

La joya románica del siglo XI que casi nadie visita y fue declarada Patrimonio Mundial hace 25 años

El pueblo palentino de Frómista esconde una joya del románico muy inesperada, la Iglesia de San Martín de Tours, del siglo IX y declarada Patrimonio de la Humanidad hace 25 años

Iglesia de San Martín de Tours, en Frómista

En el corazón de Palencia se alza una de las iglesias más emblemáticas del románico europeo. Sin embargo, pese a su relevancia histórica y artística, muchos aún desconocen su existencia. Nos referimos a la Iglesia de San Martín de Tours, en Frómista, un pequeño municipio que forma parte del Camino de Santiago y guarda entre sus calles uno de los tesoros arquitectónicos más representativos del siglo XI.

Construida hacia el año 1066, esta iglesia es uno de los prototipos más reconocidos del románico pleno en España. Aunque su apariencia pueda parecer engañosamente reciente, se debe a una profunda restauración llevada a cabo entre finales del siglo XIX y principios del XX. Fue en ese momento, concretamente entre 1894 y 1904, cuando se decidió recuperar su estructura original, eliminando añadidos barrocos y reconstruyendo elementos perdidos con el mayor respeto posible a su diseño primitivo.

A pesar de su importancia, San Martín de Frómista sigue siendo un rincón poco frecuentado por el gran público, eclipsado quizás por otros grandes nombres del patrimonio español. No obstante, en 1998 la UNESCO le otorgó el reconocimiento que merece al incluirla dentro del conjunto de bienes del Camino de Santiago Francés, declarado Patrimonio de la Humanidad. Es, por tanto, una parada imprescindible para los peregrinos y para todos los amantes del arte románico.

La Iglesia de San Martín de Tours, en Frómista

Un símbolo del románico más puro

Quien se detiene frente a la iglesia se encuentra con una fachada armoniosa, sobria y equilibrada, características que definen el románico. Las dos torres cilíndricas de la entrada sur, el cimborrio octogonal que corona la nave central y los tres ábsides perfectamente proporcionados en el extremo opuesto conforman una silueta inconfundible.

Su planta basilical con tres naves y la sobriedad de sus líneas aportan una sensación de recogimiento y pureza. En el exterior, los canecillos esculpidos y los capiteles de las columnas, tanto originales como restaurados, muestran un universo iconográfico fascinante, donde conviven escenas bíblicas, animales fantásticos y motivos vegetales. Algunos de estos capiteles originales fueron retirados para su conservación y hoy se encuentran en el Museo Arqueológico de Palencia.

El interior, bañado por una luz tenue que se filtra a través del cimborrio, transmite una espiritualidad sencilla y antigua. En su altar destacan tres figuras que conectan con distintas épocas de la historia devocional: San Martín de Tours (siglo XIV), un Cristo crucificado del XIII y Santiago peregrino del XVI. Y en una de las naves laterales sorprende una talla contemporánea de la Virgen de la Acogida, una imagen moderna que no deja de suscitar el cariño de visitantes y feligreses por igual.

Frómista: más que un destino de paso

Aunque la Iglesia de San Martín de Tours es la gran protagonista, Frómista es mucho más que un punto en el mapa. Sus calles guardan la esencia de Castilla y su paisaje se mezcla con el trazado del Canal de Castilla, una de las grandes obras de ingeniería hidráulica del siglo XVIII en España. Allí, las esclusas y caminos invitan al paseo tranquilo y a la contemplación del entorno.

En lo alto del cerro, la ermita de la Virgen del Otero ofrece una de las mejores vistas panorámicas de la comarca. Y por si fuera poco, el ambiente acogedor del municipio, sus gentes y su gastronomía convierten la visita en una experiencia auténtica, muy distinta del turismo masificado.

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