El Partido Republicano ha cerrado una de sus semanas más incómodas. No sólo por el calendario legislativo o por la presión electoral que empieza a asomar en el horizonte de 2028, sino por el goteo -casi constante- de información que amenaza con reactivar una de las polémicas más delicadas para Donald Trump: el caso Jeffrey Epstein. La publicación, este jueves, de un nuevo lote de imágenes y la desclasificación, el viernes, de archivos federales han vuelto a tensar a un partido que empieza a mostrar cada vez más signos de división interna.
Este jueves los demócratas difundieron casi 70 fotografías procedentes de los archivos personales del empresario fallecido. Las imágenes -obtenidas de sus herederos- muestran a Epstein junto a figuras influyentes como Noam Chomsky, Bill Gates, Steve Bannon o Sergey Brin, además de documentos y capturas de mensajes que apuntan a intercambios de mujeres y a una red de contactos todavía imposible de abarcar.
Una mala estrategia
La nueva tanda de imágenes no prueba delitos por sí misma, pero incrementa la incomodidad dentro del Partido Republicano. Algunos congresistas temen que la desclasificación reabra debates que Trump daba por cerrados y vuelva a situar al partido a la defensiva. Otros, directamente, cuestionan la estrategia de la Casa Blanca.

La inquietud ya no es sólo jurídica, sino política. El caso Epstein empieza a actuar como factor de desgaste interno para Trump, incluso entre sectores que hasta ahora habían cerrado filas. El presidente ha insistido en que no tenía conocimiento de los abusos y su entorno denuncia una campaña para erosionar su mandato, pero la combinación de imágenes, mensajes y documentos vuelve a colocar el foco en una etapa de su vida pública que muchos republicanos exigen conocer.
Vance como sustituto
Ese malestar coincide con otras tormentas internas dentro del partido, como el debate sobre el futuro de los republicanos más allá de Trump. Cada vez hay más voces dentro del ecosistema conservador que empiezan a mirar a JD Vance, el actual vicepresidente, como sustituto y aumentan los republicanos -también los del ala dura- que consideran que Trump ya está amortizado.
La grieta quedó al descubierto esta semana, cuando se celebró la conferencia nacional de Turning Point USA, punto de encuentro y referencia para los más influyentes del movimiento MAGA (Make America Great Again). Allí, Erika Kirk, viuda del activista conservador Charlie Kirk, anunció públicamente su intención de trabajar para que Vance llegue a la Casa Blanca en el próximo ciclo electoral. La viuda del activista, cada vez con más protagonismo en política, parece haber ocupado el puesto de su marido y, aunque limando su discurso, empieza a tocar tambores electorales para la era post Trump.

Erika Kirk respalda a Vance
Vance, que aún no ha confirmado ninguna candidatura, concentra apoyos de sectores jóvenes, nacionalistas y populistas del partido. Para sus defensores, encarna la continuidad ideológica del trumpismo sin el desgaste personal que acumula el presidente.

La conferencia dejó al descubierto tensiones profundas. Figuras como Ben Shapiro y Tucker Carlson protagonizaron choques públicos sobre conspiraciones, antisemitismo y los límites del movimiento MAGA. Carlson defendió a Vance como el único que cree de forma auténtica en el lema “America First”, mientras Shapiro alertó del riesgo de que el partido quede capturado por voces extremas y teorías infundadas.


