La cumbre europea sobre Ucrania se cerró tras más de 16 horas de negociaciones y con un acuerdo que pocos daban por hecho al inicio: la Unión Europea financiará a Kiev mediante deuda conjunta durante los próximos dos años. El desbloqueo de 90.000 millones de euros permitió salvar una reunión que había arrancado sin consenso y con posiciones enfrentadas.
Pero el desenlace no tuvo el mismo efecto para todos los líderes sentados a la mesa. Entre quienes salieron reforzados está Giorgia Meloni. Entre quienes terminaron la cumbre con menos margen político, Ursula von der Leyen.
La presidenta de la Comisión Europea llegó a Bruselas defendiendo una opción concreta: utilizar los activos rusos congelados como garantía para financiar a Ucrania. Era el plan que su equipo había trabajado durante semanas y el que Berlín y varios países nórdicos habían asumido como la vía más razonable, tanto por seguridad jurídica como por coste político. La alternativa –recurrir de nuevo a deuda común– se consideraba complicada y, en algunos casos, directamente inviable.

Von der Leyen Vs. Meloni
Von der Leyen sostuvo esa posición hasta casi el último momento. Aunque en Estrasburgo, horas antes de la cumbre, mencionó por primera vez públicamente la posibilidad de los préstamos europeos, lo hizo sin asumirla como opción prioritaria, pero consciente de que la negociación ya estaba avanzando por otro carril.
Ahí apareció Meloni. La primera ministra italiana no lideró las discusiones ni tomó la palabra en los primeros compases del debate. Mientras Bélgica defendía con firmeza sus reservas legales sobre el uso de activos rusos y otros países comenzaban a dudar, Italia dejó que el desgaste se acumulase en otros. Según relatan diplomáticos europeos, Meloni no tomó la palabra durante buena parte de la reunión.
Cuando lo hizo, el plan de los activos congelados ya estaba prácticamente agotado. Italia se alineó entonces con el bloque que cuestionaba esa vía y ayudó a empujar una salida que hasta hacía poco parecía descartada: el endeudamiento conjunto.

Endeudamiento conjunto
El resultado final reflejó ese giro. Tres países se descolgaron del acuerdo, pero el grueso de los Veintisiete aceptó avanzar con la deuda común para sostener financieramente a Ucrania. Meloni lo resumió después: “Ha prevalecido el sentido común”.
Al final, la presidenta de la Comisión terminó aceptando una opción que no había liderado y que otros habían empujado cuando su propuesta inicial ya no sumaba apoyos suficientes. El desenlace no invalida su papel como presidenta, pero sí deja en evidencia los límites de su capacidad de dirección política en una negociación dominada por los Estados.

El contraste también dice algo sobre cómo se ejerce el poder en Bruselas. La Comisión propone, pero son los gobiernos quienes deciden. La cumbre dejó otros nombres señalados –Alemania, de la cuerda de Von der Leyen– y también ganadores técnicos, como Bélgica o la presidencia del Consejo, que recae en Atnonio Costa. Pero pocas figuras reflejan mejor el reparto de fuerzas que Meloni y Von der Leyen. El resultado, insisten desde la Comisión, es el deseado. Financiar a Ucrania de manera urgente a punto de cumplirse cuatro años desde que comenzó la invasión rusa.

