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Autobiografía de Giorgia Meloni: “Mi madre tuvo que empezar desde cero”

En un extracto de su autobiografía, la "premier" italiana repasa su complicada infancia, y cómo sus experiencias moldearon su carácter y liderazgo

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La primera ministra italiana, Giorgia Meloni
EFE/EPA/RICCARDO ANTIMIANI

Giorgia Meloni no nació con destino político, pero sí con una determinación que, según sus propias palabras, empezó antes incluso de llegar al mundo. En el extracto de su autobiografía I Am Giorgia: My Roots, My Principles, publicado por The Times, la primera ministra italiana relata los inicios de una vida marcada por el abandono paterno, la precariedad y un carácter construido a base de dolor y resistencia.

Arranca con una escena definitoria: su madre, embarazada de ella, acude en ayunas a una clínica para realizarse las pruebas previas a un aborto. Ya con una hija pequeña y una relación rota con el padre de Giorgia, se encuentra frente a una decisión límite. En lugar de entrar, cruza la calle, entra en un café y rompe el ayuno con un cappuccino y un croissant. La decisión de continuar con el embarazo quedó sellada con ese gesto cotidiano, y con él, también el destino de la futura dirigente.

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La presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, junto a la primera ministra italiana Giorgia Meloni
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“Mi madre tuvo que empezar de cero”

La figura del padre está presente en todo el texto, pero no por su influencia, sino por su ausencia. Meloni lo describe como un hombre que nunca recogió a su madre del hospital tras el parto y que poco después abandonó definitivamente a la familia para marcharse en barco a las Islas Canarias. “No recuerdo el día en que se fue, ni siquiera recuerdo haber vivido con él”, escribe Meloni. El corte definitivo llegaría años más tarde, cuando, tras una visita vacacional, su padre les dejó durante una semana con su nueva pareja y, al regresar, les dejó claro que ellas no eran una prioridad. Según la líder italiana: “Lo que más dolió fue su indiferencia”.

La infancia fue complicada también en lo económico. Meloni rememora cómo un juego inocente con su hermana —una fiesta infantil improvisada con velas— terminó provocando un incendio que destruyó el apartamento familiar. “Mi madre tuvo que empezar de cero“, cuenta. Esa experiencia marcaría su forma de entender la reconstrucción y el liderazgo: si pudo ver a su madre salir adelante desde las cenizas, ella también podía reconstruir una estructura política. “Después de todo, ya lo había visto hecho cuando tenía 4 años, ¿por qué no podría tener éxito a los 35?

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La primera ministra italiana, Giorgia Meloni en el Palacio Chigi
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“No gorda, no puedes jugar”

La soledad y la introversión marcaron también sus primeros años. “Era una niña seria”, afirma, y lo confirma incluso su expresión en las fotos escolares, siempre con el ceño fruncido. Meloni recuerda haber sido objeto de burlas por su sobrepeso, su vestimenta y la ausencia paterna. En una escena especialmente cruda, relata cómo un grupo de niños le negó participar en un partido de vóley en la playa: No gorda, no puedes jugar”. Aquella humillación, sin embargo, se convirtió en un punto de inflexión: inició una dieta, perdió peso y regresó a jugar.

En ese mismo tono de confrontación con los estereotipos, Meloni dedica tiempo a hablar de su maternidad. Tras anunciar en 2016 que estaba embarazada, recibió insultos e incluso mensajes deseando que perdiera el bebé. “Leer comentarios deseando que perdiera el bebé fue profundamente hiriente”, escribió, señalando que la hostilidad no le afectaba tanto a ella como “a la vida que llevaba dentro, que sin saberlo ya generaba odio“, afirma. La respuesta más contundente la dio públicamente cuando la actriz Asia Argento publicó una foto burlándose de su cuerpo posparto. Meloni respondió no solo a título personal, sino como un gesto de solidaridad hacia “todas las mujeres que han dado a luz recientemente y no consumen cocaína para adelgazar“, subrayando que ganar peso en ese contexto “valía la pena un millón de veces”.

“¿Podría corregir estos defectos? Tal vez. Pero no sería yo”

La política italiana también relata cómo el escrutinio sobre su imagen ha sido constante. Desde el traje iridiscente que usó para su juramento como ministra —“me compararon con un reflector con piernas”, recuerda— hasta los memes en los que la reemplazaban por personajes de los Muppets. Pero la crítica más persistente ha sido sobre su carácter. Ella misma admite hablar demasiado rápido, gesticular con vehemencia y mostrarse emocional.¿Podría corregir estos defectos? Tal vez. Pero no sería yo”, sostiene.

También reflexiona sobre los prejuicios ligados a su apariencia. Reconoce que su físico —mujer, pequeña, rubia— a menudo fue percibido como una desventaja, especialmente en ambientes dominados por hombres. Sin embargo: “Nunca he dejado que ser una pequeña rubia me detenga”. En lugar de disimular su presencia, optó por redoblar su determinación y demostrar que la autoridad no depende de la estatura ni del género, sino de la convicción.

Giorgia Meloni, llegando a una reunión con el Emir de Qatar en Villa Doria Pamphili, en Roma, el 21 de octubre de 2024.
EFE/EPA/FILIPPO ATTILI/CHIGI PALACE PRESS OFFICE

Meloni confiesa que su temor más persistente es el de la insuficiencia, el miedo a no estar a la altura, algo que atribuye directamente a la carencia de afecto paterno. Ese temor, sin embargo, se ha convertido en una herramienta y lo vincula con su necesidad de superarse constantemente, competir en entornos masculinos y no permitir que nadie la vea caer.

El relato, más personal que político, no parece buscar ni la redención ni la épica, sino explicar desde dentro por qué Giorgia Meloni es como es. A lo largo del texto, queda claro que sus heridas de infancia no se han cerrado del todo. Pero también queda claro que, en su caso, el dolor no fue un obstáculo, sino sobre lo que construyó su carrera política.

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