Entre las múltiples maravillas que esconde la Costa Blanca, hay un rincón que aún conserva el sabor de lo auténtico y que, lejos del estrés y el tremendo bullicio de otros destinos más conocidos, sorprende por su belleza singular: Villajoyosa. Esta localidad alicantina, a solo media hora de Alicante capital, es un tesoro costero que parece suspendido en el tiempo, con sus fachadas de colores muy vivos y cerca al mar, que cautiva con su atmósfera marinera que seduce a todo el que la descubre. Y que sobre todo, se nutre de no estar aún tan masificada,
El casco antiguo de Villajoyosa es un espectáculo para los sentidos, tanto por su vista como por lo que se puede notar al estar allí. Las casas pintadas en tonos intensos de rojo, azul o amarillo mantienen una estética muy marcada, además de que son testigos de la historia que cuentan: antiguamente ayudaban a los pescadores a distinguir su hogar desde alta mar. Hoy, ese pasado se ha transformado en un sello de la realidad del pueblo, que llena de color las fotografías de quienes van a visitarlas, además de que muestran una estampa muy destacada.

Un lugar con mucha historia
Pero Villajoyosa no es solo una postal bonita. Su historia se remonta a la época romana, aunque fue en la Edad Media cuando empezó a configurarse la villa amurallada que conocemos hoy. Sus murallas renacentistas, junto con la iglesia-fortaleza de Nuestra Señora de la Asunción, son testigos de siglos de resistencia frente a los ataques piratas. Aún hoy, estos vestigios se integran con armonía en el paisaje urbano, ofreciendo un recorrido cultural tan atractivo como su litoral.
Hablando de costa, Villajoyosa presume de más de 15 kilómetros de playas y calas. Desde la famosa y céntrica -valga la redundancia- Playa Centro, con sus casitas de colores como telón de fondo, hasta escondites naturales como el Racó del Conill, ideal para desconectar y practicar snorkel, el litoral ofrece opciones para todos los gustos. La calidad de sus aguas y su cuidado entorno han hecho que varias de sus playas luzcan con orgullo la Bandera Azul.
La gastronomía de Villajoyosa, una joya dulce
Una visita a Villajoyosa no estaría completa sin saborear su lado más dulce: el chocolate. La villa es una referencia histórica en la producción chocolatera, con fábricas tradicionales que siguen elaborando este manjar como hace más de un siglo. El Museo del Chocolate Valor es parada obligada, tanto para los más aficionados a este producto como para quienes quieran conocer cómo marcó el desarrollo de la ciudad, de la que ha sido clave.
La historia tiene mucho peso
Y si de tradiciones se trata, hay una fecha que convierte a Villajoyosa en un lugar verdaderamente único: la última semana de julio, durante las fiestas de Moros y Cristianos. El famoso desembarco en la playa, al amanecer, es uno de los momentos más esperados del año. Esta recreación histórica, declarada de Interés Turístico Internacional, envuelve de música, color y emoción todo el municipio, sumando un valor cultural inmenso a su ya irresistible atractivo turístico. Y es que Villajoyosa es, sin duda, una joya aún por descubrir. Un destino que combina historia, mar, tradición y sabor en un equilibrio perfecto, ideal para quienes buscan algo más que sol y playa, y sobre todo, que aún se mantiene lejos de la masificación.