Las cenas de empresa y las fiestas navideñas marcan el arranque del calendario social más intenso del año. Entre brindis, sobremesas largas y una sucesión de celebraciones, diciembre se convierte en el mes en el que más riesgo hay de despertar con una resaca que puede arruinar el día siguiente. Sin embargo, lejos de los remedios caseros sin base científica, hoy sabemos que existen estrategias reales y efectivas para prevenir los efectos del alcohol. La clave está en actuar antes, durante y después del evento.
A continuación, una guía práctica —avalada por el conocimiento médico y nutricional disponible— para disfrutar sin pagar el precio al día siguiente.
La prevención empieza horas antes del primer brindis
La resaca no se evita en el momento del brindis, sino mucho antes. La ciencia señala que la hidratación previa es uno de los factores más determinantes. El alcohol es un diurético: favorece la pérdida de agua y electrolitos, lo que se traduce en dolor de cabeza, cansancio, sed intensa y malestar general. Por eso, empezar la tarde o la noche ya bien hidratado reduce considerablemente la intensidad de los síntomas.
Se recomienda beber entre 4 y 6 vasos de agua a lo largo del día, y reforzar con infusiones o agua con electrolitos si se prevé una cena especialmente larga. Otro punto clave es no acudir con el estómago vacío. Comer antes disminuye la velocidad a la que el alcohol pasa al torrente sanguíneo.
Un menú previo ideal incluye alimentos con grasa saludable y proteína, que ralentizan la absorción del alcohol: aguacate, frutos secos, salmón, hummus, huevo o yogur griego. A esto puede sumarse una fuente de carbohidratos complejos —pan integral, arroz, pasta, patata— que ayuda a estabilizar el nivel de glucosa, otro factor afectado durante el consumo de alcohol.
Además, es recomendable elegir una alternativa más ligera si tomas medicación, porque algunos fármacos pueden interactuar con el alcohol. Y no está de más establecer límites personales antes de salir: decidir cuántas copas se tomarán y a qué ritmo.
La regla del vaso de agua y los ritmos que marcan la diferencia
Una vez empieza la cena o la fiesta, la mejor herramienta para prevenir la resaca es el ritmo. El organismo tarda aproximadamente una hora en metabolizar una unidad de alcohol, por lo que beber más rápido de lo que el cuerpo puede procesar es garantía de malestar al día siguiente.
La regla más efectiva y sencilla es alternar cada copa con un vaso de agua. Esto no solo compensa la deshidratación, sino que reduce naturalmente la cantidad total de alcohol consumido. Elegir bebidas menos graduadas también ayuda: una copa de vino o cerveza suele causar menos estragos que licores o combinados muy dulces, que aumentan la absorción y sobrecargan el hígado.
Otro consejo útil es evitar mezclar diferentes tipos de alcohol, especialmente entre bebidas blancas (vodka, ginebra) y destilados oscuros (whisky, ron), ya que los compuestos conocidos como congeneres presentes en estas últimas pueden intensificar la resaca.
Durante la cena, comer también ayuda a regular la absorción, especialmente si se opta por proteínas magras, verduras y carbohidratos complejos. Mantenerse activo —levantarse, caminar, hablar con distintos compañeros— ralentiza también el ritmo de consumo sin que la velada pierda intensidad.
Rescatar el cuerpo con comida, hidratación y descanso
Cuando llega el final de la noche, lo más importante es rehidratar, incluso si no se siente sed. Un gran vaso de agua antes de dormir es imprescindible. También es buena idea tomar una bebida con electrolitos o un vaso de agua con limón, que ayuda a recuperar minerales y mejorar la sensación de pesadez.
A la mañana siguiente, el cuerpo agradecerá un desayuno con hidratos de carbono, fruta y proteína ligera. Tostadas integrales, plátanos, yogur, avena o fruta rica en agua son opciones ideales. Si hay dolor de cabeza, el ibuprofeno es preferible al paracetamol, ya que este último se metaboliza en el hígado, el órgano más sobrecargado tras el consumo de alcohol.
Beber caldo, sopas o infusiones de jengibre o menta puede aliviar las náuseas, mientras que un paseo suave ayuda a activar el metabolismo sin forzar el organismo. El café es permitido, pero siempre acompañado de agua para evitar más deshidratación.


