Lo que se lleva

María Antonieta sigue marcando tendencia

La reina más polémica de Francia sigue dictando códigos de estilo más de dos siglos después de su caída

María Antonieta sigue marcando tendencia

Cuando Sofia Coppola estrenó en 2006 Marie Antoinette, con su atrevido uso de zapatillas Converse entre los muros de Versalles y una paleta de colores pastel casi comestible, puso en palabras e imágenes algo que los diseñadores ya intuían: la reina adolescente más vilipendiada de la historia seguía siendo un icono estético de nuestro tiempo.

Hoy, casi dos siglos y medio después de su ejecución en la guillotina, la huella de María Antonieta continúa viva en la moda, reinterpretada en colecciones que oscilan entre el exceso rococó y la ironía posmoderna. Su estilo, esa mezcla de teatralidad, lujo extremo y un punto de rebeldía, encarna esa tensión tan contemporánea entre el deseo de escapar de la austeridad y la necesidad de reafirmar la individualidad.

Sofia Coppola y Kirsten Dunst

El armario de la reina consorte era una auténtica escenografía política. Vestidos de tafetán, miriñaques imposibles y pelucas tan altas que desafiaban las leyes de la física funcionaban como armas en una corte donde cada gesto era escrutado. Cada voluta de encaje y cada pliegue de seda era un mensaje de autoridad, sofisticación y, también, provocación.

Ese mismo principio se detecta hoy en las pasarelas. Thom Browne lleva la exageración cortesana al terreno de la sastrería conceptual; Rodarte recupera los volúmenes teatrales en clave etérea y casi gótica; Vivienne Westwood hizo de los corsés un manifiesto de irreverencia punk con perfume histórico… En todos los casos, el eco de Versalles se traduce en un lenguaje de empoderamiento con prendas que son armaduras y guiños a la posibilidad de jugar con la identidad.

La nueva colección de Manolo Blahnik se inspira en María Antonieta

Paletas de pastel y ansias de placer

Si algo caracteriza a la iconografía de María Antonieta es la dulzura cromática. Vemos rosas empolvados, azules celestes, verdes menta y amarillos mantequilla. En su tiempo, esos tonos evocaban refinamiento y un mundo alejado de la dureza del pueblo llano. Hoy, reaparecen con fuerza en moda, interiorismo y cosmética, asociados a la nostalgia y al escapismo.

De las uñas acrílicas inspiradas en macarons al revival del coquette aesthetic en TikTok, el universo cromático de la reina se convierte en un refugio visual frente a la crudeza de la actualidad. No es casual que las grandes casas, de Dior a Chanel, retomen cada temporada esa gama empolvada que sugiere placer y evasión. Como en el siglo XVIII, la promesa sigue siendo la misma; vestirnos puede ser un acto de goce.

Las converse All Star de María Antonieta

Rococó digital, la reina en Instagram

No sorprende que la estética de María Antonieta haya encontrado terreno fértil en las redes sociales. Influencers y creadores de contenido se disfrazan con pelucas empolvadas y corsés para recrear un Versalles camp, mientras fotógrafos contemporáneos reinterpretan la opulencia cortesana en editoriales que mezclan barroco y cultura pop.

En la era de la imagen cuadrada y la viralidad, el maximalismo de la reina se adapta sin fricción. Cada lazo, cada perla y cada abanico funciona como un recurso narrativo y visualmente irresistible. TikTok ha hecho del encaje y las cintas pastel símbolos de una feminidad teatral que coquetea con lo kitsch, demostrando que la extravagancia sigue siendo rentable, incluso en píxeles.

‘María Antonieta’ de Sofia Coppola

De musa maldita a símbolo liberador

Lo más fascinante de María Antonieta es que su figura trasciende el cliché de la frivolidad. Su pasión por la moda fue, en parte, un acto de autoafirmación en un entorno donde poco control tenía sobre su destino político. En ese sentido, las diseñadoras y creadoras actuales leen en ella a una precursora: una mujer que entendió el vestuario como un lenguaje, aunque el mundo no estuviera dispuesto a escucharlo.

Su estética, más allá del exceso, representa el derecho al disfrute, al artificio, a la teatralidad sin culpa. En un presente marcado por discursos de austeridad, inflación y precariedad, los ecos de Versalles se resignifican como resistencia cultural: elegir vestirse de rosa chicle o de seda bordada puede ser una forma de reivindicar el derecho al placer.

María Antonieta quizá perdió la cabeza, pero nunca el estilo. Y si las pasarelas actuales nos dicen algo, es que su reinado estético apenas comienza.

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