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El cisma familiar amenaza a la marca Beckham. ¿Qué está ocurriendo en el hogar?

Victoria y David han consolidado una imagen muy rentable y aspiracional de lujo y unidad familiar. Por eso, las tensiones en el clan obligarán a revisar su estrategia para no hundirse

La familia Beckham

“Todas las familias felices se parecen; cada familia infeliz lo es a su manera”. Aunque suene manida, ninguna frase viene más a cuento para arrancar la crónica de los Beckham que esta con la que Leon Tolstói inició Ana Karenina. Aunque cueste creerlo, los Beckham están viviendo un serio conflicto familiar que tiene su propia singularidad y matices únicos de infelicidad.

Nadie imaginaría semejante lío en la familia que encabeza el glamouroso matrimonio Beckham. David, deportista de elite, icono de estilo, amoroso padre de familia, y empresario de éxito. Nunca fue el más rápido ni el más fuerte, pero siempre ha destacado por su carisma y una forma de masculinidad sensible con la que hace ya 25 años rompió estereotipos. De su imagen solo se puede decir que es exquisita, igual que la de su mujer, Victoria Beckham, con la que ha formado, además de pareja sentimental, una marca muy comercial que funde lujo, bienestar, moda, cuidado personal y familia.

Es un imperio rentable que se ha consolidado con los años. Sin restarle fuerza a sus respectivas identidades, juntos son mucho más poderosos y proyectan una sofisticación envidiable. No hay mejor ejemplo que su reclamo en cualquier alfombra roja y sus contratos millonarios con marcas de lujo, relojes, moda, ropa deportiva o perfumes. Lo que venden es una vida deseable que conecta inmediatamente con el ideal del público al que se dirigen.

Ese anhelo incluye sensualidad, estatus, estilo, atracción, misterio, belleza, éxito y… armonía familiar. En este último punto es donde podríamos colar a los Beckham en esa infelicidad literaria que armó el escritor ruso. El desorden actual del clan contradice la esencia sobre la que se sustenta el imperio Beckham. Rompe con los valores que pretenden reflejar. ¿O realmente es autoengaño?

Su estrategia como matrimonio ha sido impecable. Nunca han dado un escándalo y, cuando ha habido rumores, los han gestionado con mucha cautela. Cuidan sus palabras y se exponen en dosis justas. Pretender trasladar la marca al resto del clan y mantener a toda costa la imagen de familia moderna sin fisuras exigiría una cátedra de marketing.

El ruido empezó a crecer a raíz de la ausencia de Brooklyn, el primogénito, y su esposa, Nicola Peltz, en la gran fiesta de cumpleaños del padre. Por primera vez, la foto perfecta de David y Victoria rodeados de sus cuatro hijos, Brooklyn, Romeo, Cruz y Harper, aparecía rota. El hijo mayor no estuvo ni en esta ni en ninguna otra celebración de los 50 años del exfutbolista.

La familia Beckham

Según la prensa británica, las fricciones, a pesar de cuidar más o menos las apariencias, comenzaron ya en 2022, durante los planes de boda de Brooklyn y Nicola Peltz en Palm Beach, Florida. Aparte de otras rencillas, Victoria, con fama de perfeccionista y poco risueña, consideró una ofensa que su nuera escogiese para su vestido de novia un diseño de alta costura de Pierpaolo Piccioli, director creativo de Valentino hasta 2024. Trabajaron juntos durante un año hasta dar con una pieza sencilla, moderna y con una larga cola adornada con detalles de encaje muy de su estilo. Si nos atenemos a las publicaciones del momento, esta decisión hirió en lo más hondo a Victoria, que como diseñadora se sintió humillada.

Pero la grieta más profunda la provocó la mudanza de los recién casados a Los Ángeles, muy cerca, física y emocionalmente, de los padres de Nicola, el multimillonario Nelson Pletz y la exmodelo Claudia Heffner. Se tomó como una huida similar al Megxit que protagonizaron Meghan Markle y el príncipe Harry en 2020. A partir de ahí, la estampa idílica de los Beckham saltó por los aires y empezaron a asomar asperezas tan cotidianas que nos inspiran eso tan español de que no hay hogar sin su afán.

En la familia Beckham los trajes caros no tapan las vergüenzas. Que si Victoria presionó a Nicola para ser madre pronto sirviéndose ella de ejemplo, que si la diseñadora le robó a la novia el protagonismo el mismo día de su boda abriendo el baile con su hijo o que si a Brooklyn le molestó que su hermano Romeo saliese con su examiga Kim Turnbull. Conjeturas con las que los tabloides británicos ha ido avivando el fuego, llegando incluso a insinuar que el conflicto podría pasar factura a la relación de la joven pareja.

Ante tal marea mediática, Nicola y Brooklyn han decidido contratar a la reconocida abogada británica Jenny Afia, que, curiosamente, representa legalmente a Meghan y a Harry, con el fin de proteger su privacidad y reputación. Según ha publicado la revista People, su intención es blindarse ante los bulos y filtraciones que están empañando su vida privada. A pesar de las comparaciones, se descarta que exista conexión, en este sentido, con los duques de Sussex.

¿Podría salpicar todo esto al imperio Beckham? Su fortaleza está ligada a esa imagen aspiracional de perfección y unidad, pero la narrativa ya no sirve. Como toda empresa, David y Victoria echarán mano de su gabinete de crisis y lo gestionarán con elegancia y lejos del juego mediático. Puede que incluso salgan fortalecidos. Todo estratega sabe que las crisis revelan oportunidades y fuerzan la creatividad. Otra cosa será la tensión entre suegra y nuera, un tema arquetípico, universal. Rancio, pero real. O se entienden o una de las dos deberá asumir que entra en territorio ocupado.

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