Juan Avellaneda está en un punto de inflexión. Después de años de intensidad, velocidad y autoexigencia constante, el diseñador mira hacia adelante con la premisa clara de demostrar menos y disfrutar más del proceso. Una filosofía que atraviesa su forma de crear, de trabajar y de entender el éxito, ahora ligado a la calma, la coherencia y la posibilidad de elegir mejor.
En esta conversación, Avellaneda habla de lo que le cansa de la moda actual y de lo que todavía le emociona, de la evolución de su universo creativo, de la duda como parte imprescindible del proceso y de cómo conviven en su día a día el creador y el empresario. También reflexiona sobre el paso del tiempo, el significado real del éxito y su deseo de seguir explorando territorios donde la moda se cruza con los espacios, las experiencias y la vida real.

Si hoy tuvieras que elegir un titular para tu próximo año, ¿cuál sería?
R- “Menos demostrar y más disfrutar del proceso”. Tengo muchas ganas de hacer cosas, pero de una forma mucho más pensada y seleccionada. Elegir mejor, disfrutar más y no ir siempre con el acelerador puesto. Siento que llevo tiempo corriendo todo el día y, después de varios sustos, este año me apetece disfrutar el proceso de verdad.
¿Qué te aburre en la moda actual y qué te emociona de verdad?
Me aburre la moda que va disfrazada de tendencia y dura lo que dura un vídeo de TikTok. Todo lo impostado, lo forzado, lo que se hace porque “esto toca ahora”, me cansa muchísimo. Lo que de verdad me emociona es la moda con criterio, la que se sostiene con el tiempo y acompaña a las personas en su vida real. Más que seguir tendencias, me interesa crear estilo, algo que permanezca.
Tu universo creativo es muy reconocible. ¿Cómo definirías hoy el ADN de Avellaneda y cómo ha evolucionado con los años?
Hoy lo definiría como más sincero, más sereno y seguro. Al principio había más show, más necesidad de decir “aquí estoy”, una energía más adolescente, más de explorar. Ahora el ADN de Avellaneda es elegancia, calma, feminidad y un punto emocional. He aprendido que no hace falta gritar para que te escuchen. Los florales o las chinoiseries siguen estando ahí, pero desde un lugar más adulto y evolucionado.

¿Qué personas o vivencias, fuera del mundo de la moda, han influido más en tu manera de crear?
La gente real y mis seguidoras. Las conversaciones largas, las sobremesas, los viajes sin agenda y observar cómo vive la gente. Me inspira muchísimo lo que me cuentan en redes cuando comparto mis prendas; me gusta dialogar y escuchar. También mi entorno más cercano: mi marido, Nieves Álvarez y mis socios Jorge y Susana. Todo eso, al final, se filtra en lo que hago.
¿Qué mujeres te inspiran?
Las mujeres con criterio. Las que saben quiénes son y no necesitan demostrarlo todo el tiempo. Me inspiran las elegantes, pero también las imperfectas, las irónicas, las sensibles, las contradictorias. La belleza real siempre tiene capas.
Has trabajado tanto en el plano creativo como en el empresarial. ¿Cómo conviven esas dos facetas en tu día a día?
Conviven porque no me queda otra (risas). Bienvenidos al maravilloso mundo de ser autónomo. Con los años he aprendido a respetarlas: el creativo necesita libertad y el empresario orden. Cuando se escuchan, todo fluye; cuando no, es un caos. Por suerte soy bastante histérico con el orden, y eso ayuda.
¿Qué fue lo que más te atrajo de la colaboración que acabas de hacer esta Navidad con NUGA Castellana?
Que desde el primer momento no buscaban algo simplemente “bonito”. Querían crear una experiencia de verdad, un lugar con alma, que se sintiera y se respirara, y que estuviera totalmente conectado con la identidad de NUGA Castellana: un proyecto vanguardista pensado para vivirlo, disfrutarlo y crecer dentro de él, en una manzana única en pleno corazón de Madrid. Me dieron algo que hoy es casi un lujo: libertad, confianza y tiempo para pensar. Eso, para alguien creativo, lo es todo. Y además, la idea de invitar a la gente a entrar en un universo casi surrealista, inesperado y emocional me atrapó desde el primer día. Fue muy fácil decir que sí.
¿Qué personaje de ficción y real te gustaría vestir?
De ficción, sin duda Carrie Bradshaw, pero la de ahora, no la de los veinte. Y en la vida real, Cate Blanchett.
¿Dónde encuentras hoy la inspiración cuando necesitas parar y reconectar?
En viajar sin prisas, caminar mucho, el silencio y desconectar del móvil. Me encanta “pulular” por la ciudad sin rumbo, observando. Las redes también pueden ser un lugar fascinante si sabes separar lo interesante del ruido.
¿Qué te da paz de forma inmediata?
El orden. Una casa recogida, un espacio bonito, una luz agradable. Poca luz en el salón, la chimenea, velas encendidas y mi marido. Él es mi happy place.

¿Cómo es Juan Avellaneda cuando se apagan los focos y termina la jornada de trabajo?
Mucho más tranquilo de lo que la gente imagina. Soy muy casero, muy de estar en casa y cuidar lo pequeño. Necesito silencio para equilibrar todo lo que pasa fuera. Y sí, puedo ser bastante asocial.
En un sector tan exigente, ¿cómo gestionas la presión y los momentos de duda personal o creativa?
Aceptándolos. Antes me peleaba con la duda; ahora la escucho. Forma parte del proceso creativo. Si no dudas nunca, algo no va bien.
¿Ha cambiado tu idea de éxito con el tiempo? ¿Qué significa ahora para ti?
Muchísimo. Antes el éxito era llegar; ahora es llegar bien. Poder elegir, vivir tranquilo y disfrutar del camino. Disfrutar de lo que haces es un regalo. Es verdad que la parte empresarial es dura y exige estar siempre pensando, pero, aun así, ese equilibrio es el verdadero lujo.
Si pudieras hablar con el Juan que estaba empezando, ¿qué consejo le darías… y cuál no?
Le diría que tenga paciencia y que confíe más en sí mismo. Y no le diría que todo va a ser fácil, porque no lo es, pero sí que merece la pena. Que sea fiel a sí mismo, aunque le intenten meter miedo, le digan que no vale o que “ya es mayor”. Que siga.
Para terminar, ¿qué te sigue emocionando de crear y qué te gustaría seguir explorando en el futuro?
Me sigue emocionando contar historias, crear universos y emocionar desde la estética. Me apetece explorar cada vez más el cruce entre moda, espacios, experiencias y vida real. Crear lugares, no solo prendas, donde la gente se sienta bien. Ayudar a que la moda no expulse, sino que acompañe y saque la mejor versión de cada persona, y hacer crecer a tope mi línea de prêt-à-porter Juan Avellaneda See Iou.


