FINUL

¿Adiós a la misión de paz de Naciones Unidas en el sur del Líbano?

Un total de 670 militares españoles lideran el Sector Este de la misión de la ONU por la seguridad de uno de los puntos más críticos de Oriente Próximo

MARJAYOUN (LÍBANO), 20/01/2025.- La ministra española de Defensa, Margarita Robles (i), visita la base Miguel de Cervantes, en Marjayoun, donde se ubica la brigada multinacional Este de la misión de paz de Naciones Unidas (FINUL), que integran efectivos de Serbia, El Salvador, Brasil, India, Indonesia y Nepal, junto con los militares españoles de la Brigada Guzmán El Bueno de Cerro Muriano. EFE/Pablo Rojo

La Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en Líbano, la FINUL, puede tener sus días contados en un momento de profundos cambios políticos regionales e internacionales. La oposición del actual gobierno estadounidense, que ya ha avisado de que no quiere seguir pagando fuerzas para el mantenimiento de la paz por el mundo y que cree, como ya avanzó la primera Administración Trump, que el contingente internacional de la ONU ha sido “ineficaz” a la hora de impedir los ataques de Hizbulá contra territorio israelí durante años, compromete el futuro de una misión desplegada inicialmente en 1978 por la ONU en el contexto de la ocupación israelí del sur del Líbano durante la primera fase de la guerra civil.

Así las cosas, este lunes está prevista la celebración de consultas a puerta cerrada entre representantes del Consejo de Seguridad y el secretario general adjunto para Oriente Medio, Asia y Pacífico de Naciones Unidas Mohamed Khaled Khiari, paso previo a la votación de los Estados miembros antes de final de mes para determinar si la FINUL seguirá trabajando por el cumplimiento del alto el fuego en la Línea Azul durante un año más, con qué atribuciones si es el caso, o si podría terminar su andadura muy pronto si hay falta de consenso.

Casi nueve meses después de que Israel y Hizbulá, la milicia concebida y apoyada por Irán en el pequeño país levantino, alcanzaran el 27 de noviembre pasado un alto el fuego inspirado en la resolución 1701 (agosto de 2006), el sur de Líbano vive una situación de tensa calma. La ofensiva militar israelí del pasado otoño contra los feudos de la organización chií en el sur del país y el valle de la Becá ha dejado a Hizbulá fuertemente menguada -y prácticamente sin presencia militar al sur del río Litani-, pero nadie se atreve a dar por acabado el conflicto bélico. Es aún poco el tiempo transcurrido desde el cese de las hostilidades y las fuerzas del Ejército libanés -que comenzaron su despliegue en el sur a finales de enero- están aún lejos de tener el control total de la seguridad de la zona.

Siria
Dos sirias se abrazan mientras esperan en el cruce de Al-Masnaa para regresar a Siria, en la frontera entre Líbano y Siria
Efe

De hecho, ninguna de las partes cumple la 1701, que estipula la retirada del ejército israelí de territorio libanés. Sobre todo en el caso de Israel, pues las FDI han venido llevando a cabo bombardeos contra supuestos combatientes y depósitos de armas de Hizbulá en los casi 9 meses transcurridos, además de que siguen presentes en cinco posiciones a lo largo de la frontera y mantienen dos zonas tampón. El acuerdo estipula la retirada, a su vez, de las fuerzas de la organización chií libanesa por encima de la línea trazada por el río Litani y el despliegue de las tropas libanesas en el sur. Por su parte, Hizbulá sigue sin haber retirado todas sus armas de la zona y a menudo desplaza hombres al sur del Litani.

¿Adiós al contingente español?

De no ser prorrogada la misión por parte del Consejo de Seguridad de la ONU este mes, el 31 de agosto la FINUL terminaría, por tanto, sus días, lo que también significaría la salida de los militares españoles -el contingente actual lo forman 670 hombres y mujeres-, presentes en el país levantino desde hace casi 19 años.

Ello traerá también aparejado el cierre de la base militar Miguel de Cervantes, Cuartel General de la Brigada Multinacional de la FINUL en el Sector Este, construida en 2006 y situada entre las localidades de Marshayún y Ebil el Saqui, a menos de 14 kilómetros de la Línea Azul que hace de demarcación provisional entre Israel y el país de los cedros. Sería, en definitiva, el adiós a una de las misiones internacionales para el mantenimiento de la paz más importantes en las que han participado las fuerzas armadas españolas en las últimas décadas.

Además, hasta junio de este año, España puede presumir con orgullo de haber dirigido la FINUL después de tres años al frente de los cascos azules y bajo el mando del general Aroldo Lázaro, cuya labor ha sido reconocida por la Secretaría de Operaciones de Mantenimiento de la Paz de la ONU y la sociedad libanesa. En estos momentos las fuerzas españolas continúan comandando el sector Este, uno de los dos en que se divide su área de operaciones. Los 670 españoles trabajan codo con codo con soldados de nueve países. Un total de 3.500 cascos azules conforman este sector.

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Soldados italianos de la Fuerza Interina de Naciones Unidas en el Líbano (FINUL)
Efe

Por el momento, el contingente español, sigue patrullando con normalidad la zona y en cooperación permanente con la población local -donde Hizbulá tuvo un fuerte arraigo social- y las fuerzas armadas libanesas en un contexto, eso sí, notablemente distinto al de los últimos años, y en especial al del otoño de 2024, cuando el cruce de fuego entre Israel y la milicia chií obligó a los integrantes de las brigadas Aragón I y Guzmán el Bueno a pasar largas horas refugiados en búnkeres.

Lo cierto es que la campaña militar de las fuerzas israelíes, tanto aérea como sobre el terreno, ha erradicado prácticamente la presencia de Hizbulá de la zona, además de haber despoblado decenas de localidades situadas junto a la divisoria. El general de brigada Ricardo Esteban, jefe del Sector Este de la misión de Naciones Unidas en Líbano, expresaba su deseo de que la renovación del mandato “fuera un punto decisivo y de inflexión para que esta tierra se pueda recuperar de una vez si realmente alcanzamos esa paz duradera que pretendemos con los cascos azules”.

Una huella profunda

Sería una pena que pusieran fin a la misión de la FINUL. Su ayuda humanitaria y sanitaria a la población civil es muy importante. Su trabajo ha estado centrado en mejorar la calidad de vida de la población, por ejemplo proporcionando electricidad en los pueblos o organizando campamentos médicos”, relata a Artículo14 Mariam K., intérprete local de la base Miguel de Cervantes desde hace casi ocho años.

Imagen de archivo de una patrulla de la FINUL en Líbano
Europa Press

“Además de que les echaremos de menos, para muchas familias trabajar con ellos es fundamental para sus economías”, abunda. “Su presencia en sí da tranquilidad a la gente de la zona, una sensación de seguridad”, resume.

La traductora libanesa recuerda “la mala experiencia” que vivieron en los meses más agudos del conflicto bélico a finales del año pasado. “Lo pasaron mal, los bombardeos se producían durante el día y la noche, pasaron muchas horas en búnkeres y siempre con los cascos y chalecos puestos. Ha sido la peor guerra que hemos vivido en el sur”, evoca Mariam K.

Tensión creciente

Con todo, si el escenario en la zona ha cambiado de manera acusada desde el momento en que la ONU votó por última vez la prórroga del mandato, no es menos cierto que la tensión continúa en aumento en el escenario político libanés en las últimas semanas a propósito de la espinosa cuestión del desarme de Hizbulá.

Líbano
Varias personas permanecen sobre los escombros de un edificio tras la entrada en vigor del alto el fuego con Israel, en el distrito de Dahiyeh, en el sur de Beirut
Efe

Presionadas por la Administración Trump y desde el nombramiento del nuevo presidente, Joseph Aoun, en enero y la designación del nuevo gabinete, las autoridades libanesas vienen exigiendo a la organización chií, dominadora de la escena política nacional -la milicia contaba con mayor potencial militar y estaba mejor entrenada que las fuerzas armadas libanesas- en las últimas décadas, su desarme completo y la entrega al Estado del resto de su arsenal (los especialistas creen que la campaña israelí supuso la destrucción de al menos el 80% del mismo).

Ante la insistencia de Beirut -que ha exigido a la organización proiraní que culmine el proceso antes de final de año- en las últimas semanas, el secretario general de Hizbulá y sucesor de Hassan Nasrallah, Naim Qassem, desafiaba a las autoridades libanesas acusándolas de haber “entregado” el país a Israel y asegurando que “la resistencia no entregará sus armas mientras la agresión continúe y la ocupación persista, y lucharemos por ello”.

Además, el máximo dirigente del ‘Partido de Dios’ evocó la posibilidad del estallido de un nuevo conflicto civil -en un país que sufrió una guerra fratricida durante 15 años si se les fuerza a abandonar sus armas. Para no pocos observadores del escenario político local, la resistencia de Hizbulá acabará produciendo un enfrentamiento con el Estado libanés de consecuencias imprevisibles.

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