Hola, me llamo autónomo y de apellido, acosado. Así es como pudiese comenzar la futura terapia a la que nos tendremos que someter los trabajadores por cuenta propia dentro de unos años; quizás en una suerte de grupo que bien pudiese llamarse “autónomos anónimos”.
El actual gobierno no para de anunciar políticas entre escándalo y escándalo que a muchos nos dejan helados.
Esta semana la ministra Elma Saiz anunciaba la propuesta de nuevas subidas para los autónomos. La propuesta recoge entre otras cosas, que las cuotas a partir de 2026 se subirán en todos los tramos de ingresos entre 17 y más de 200€ al mes, inclusive en aquellos que obtengan unas ganancias netas al mes de 650€.

No existe discurso social político que pueda justificar esto. Los que menos ganan también van a pagar más, es decir, que para que te permitan ganar 650€, tendrás pagar casi un tercio de esa cantidad. Pagar para trabajar y no llegar al famoso salario mínimo.
Una se indigna cuando analiza y comprueba que los niveles de recaudación del Estado son los más elevados de los últimos años – lo que no justifica la continua subida -, aunque eso no ha hecho que nuestros servicios mejoren; también una se indigna cuando siguen proponiendo desangrar a un colectivo mientras en las noticias no vemos más que paseíllos a los juzgados de políticos pringados por corrupción, o lo que es lo mismo, por robarnos a todos.
Las redes y las hordas comunicativas favorables al gobierno no han tardado en inundar aquellas publicaciones que halaban sobre esta propuesta con comentarios como: “seguro que no declaran todo lo que ganan”, “estarán facturando en negro”, “si sólo ganas 650 € plantéate cerrar y buscar trabajo”, … Queda claro que, en tiempo de desinformación la racionalidad nunca gana – tampoco la cultura ni el conocimiento -.
Tras bucear en las redes y leer esa suerte de comentarios, no es difícil el ponerse creativa y comenzar a pensar en soluciones estridentes para este asunto: Por ejemplo, si uno no llega al salario mínimo, entonces el gobierno podría subvencionarte completando la nómina del mes; o mejor aún, que los autónomos decidamos no serlo más.
Imagina que cerramos todos. Sería como una fantasía hecha realidad puesto que ya el gobierno no tendría a quién perseguir, solo existiría una masa de funcionarios y de personas subsidiarias del gobierno, no se generaría riqueza, y por ende, estaríamos abocados a un modelo de país que ya hemos visto en otros lados.
La asociación de autónomos (ATA) en boca de su presidente – Lorenzo Amor -, ha dejado claro que no apoya esta medida y a su vez reta al gobierno a que la lleve al parlamento y compruebe si existe mayoría que la apoye. Según Amor y tras sus conversaciones con los diferentes grupos políticos, el gobierno tendrá muy difícil encajar una mayoría que saque esta medida hacia adelante.
La realidad es que con esta propuesta no solo se sigue asfixiando a los que generan empleo y se autoemplean, sino que, desde ya mismo el que menos gana también tiene que pagar más, lo cual es el discurso contrario al que los miembros del gobierno proclaman en los diferentes mítines.
La política del castigar al que produce de una manera sistemática debe ocultar algún complejo del equipo de gobierno en cuanto a que la sociedad progrese y sea independiente; o simplemente actúa de manera premeditada para someter al que genera no sea que se atreva a discrepar.