La Unión Europea mira con atención -y algo de envidia- a tres países: Reino Unido, Vietnam y China. Son, por ahora, los únicos que han conseguido esquivar el nuevo proteccionismo impulsado por Donald Trump. Londres ha cerrado un principio de acuerdo con Washington; Hanoi ha obtenido una exención arancelaria; y Pekín ha logrado una tregua temporal. Mientras tanto, la Unión Europea sigue negociando.
La nueva fecha límite es el 1 de agosto. Si no hay pacto antes, se activarán aranceles de hasta el 20 % sobre sectores estratégicos europeos. Y lo que está en juego no es solo la relación comercial con Estados Unidos, sino el primer pulso geopolítico de la legislatura europea. Y Ursula von der Leyen no quiere que empiece con una guerra comercial.

Una llamada, y doce cartas
Este domingo, Von der Leyen habló por teléfono con Trump. Lo anunció este lunes la Comisión, que describió la conversación como “buena”, aunque no concretaron compromisos concretos. Aseguraron que las negociaciones continúan y que la voluntad de acuerdo es mutua. “Estamos trabajando duro en todos los frentes, a toda máquina, para conseguir algo antes del 9 de julio”, aseguró en rueda de prensa el portavoz comunitario, Olof Gill.
Sin embargo, mientras Bruselas habla de diálogo, la Casa Blanca ya se mueve. La presión aumenta y lo hace, como antaño, por relación epistolar. Desde este lunes la administración del magnate está enviando cartas oficiales a una docena de países notificando nuevos aranceles si no se alcanza un acuerdo antes del 1 de agosto. Japón y Corea del Sur ya recibieron la suya a última hora de la tarde de ayer. En ambos casos, el aviso fue claro: Estados Unidos les impone un 25 % de aranceles a partir del mes que viene, que podría subir otro 25 % si deciden responder con represalias.
Y la lista no termina ahí. Según el secretario del Tesoro, Scott Bessent, más de cien países están en el punto de mira del Departamento de Comercio. “Esto no es una nueva fecha de negociación. Estamos diciendo que esto es lo que va a ocurrir. Si quieren acelerar el proceso, adelante”, amenazó este domingo en una entrevista en CNN.

Fisuras dentro del bloque
Lo cierto es que el órdago de Trump pilla a la UE en un momento de debilidad política. Hace menos de dos semanas, la propuesta de la OTAN para aumentar el gasto militar al 5 % del PIB volvió a fracturar a los Estados miembros. Mientras países como Alemania, Polonia y los países bálticos apoyaron la medida; otros, como Italia, expresaron dudas; y España, directamente, se negó a respaldarla.
La negativa de Sánchez cabreó tanto en Washington que Trump llegó a acusar públicamente al Gobierno español de “no cumplir con sus compromisos” y amenazó con que “tendrán que pagar el doble” si no acatan las directrices de la OTAN. Una advertencia que, para muchos en Bruselas, no va solo dirigida a España, sino al conjunto del bloque: quien no se alinee, pagará el precio.
Preguntada por este posible impacto en las negociaciones comerciales, la Comisión ha sido tajante. Fuentes cercanas a Von der Leyen aseguran a Artículo 14 que “el comercio es competencia exclusiva de la UE”. Un principio jurídico clave que impediría a Trump negociar o penalizar individualmente a un Estado miembro sin afectar al conjunto.

Cuenta atrás
Aunque la Comisión sigue confiando en llegar a un acuerdo, el margen es cada vez más estrecho. Con Estados Unidos demostrando que su amenaza no es un farol, Bruselas intenta a toda costar contener su órdago arancelario evitando que las divisiones internas del bloque puedan convertirse en una debilidad negociadora.
En juego no está solo un acuerdo comercial. Está el papel internacional de la Unión, su capacidad de reacción y su credibilidad política frente a un “socio” que, una vez más, ha puesto en jaque su unidad.