Ante el aumento del número de estudiantes extranjeros en todo el mundo, algunos países adoptan políticas de acogida más restrictivas, mientras que otros tratan de atraer a los jóvenes talentos. La Administración Trump ha decidido formar parte de ese primer grupo y ha aislado EE UU en el mundo académico al nivel mundial. Solo contra todos, como en la guerra de los aranceles cuya consecuencia es el empobrecimiento económico de EE UU.
Ahora, el “presidente MAGA” se ataca con el empobrecimiento intelectual y científico estadounidense. “Make American Alone Again”… Una oportunidad para las otras “potencias” del saber que son los europeos y los asiáticos.

Los efectos de las medidas de Trump
Las medidas anunciadas de Trump parecen referirse a los estudiantes como si fueran agentes patógenos un cáncer que debe ser extirpado de la educación superior de Estados Unidos. De hecho, al sentirse deshumanizados por la nueva Administración estadounidense, los estudiantes extranjeros abandonan su sueño de estudiar en las grandes universidades estadounidenses y otros, que ya se encuentran allí, se preguntan por su futuro en Estados Unidos.
Desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump se ha embarcado en una amplia campaña contra las universidades, a las que acusa de propagar una ideología “woke”, de servir de correa de transmisión al Partido Comunista Chino e incluso de ser bastiones del antisemitismo en el contexto de los bombardeos israelíes en la Franja de Gaza palestina. Su Administración ha recortado las subvenciones para investigación a diferentes instituciones, ha detenido y amenazado con expulsar a manifestantes pro-palestinos, ha solicitado que se prohíba a la prestigiosa Universidad de Harvard recibir estudiantes extranjeros y, el martes pasado, ordenó la suspensión de la tramitación de sus visados para examinar minuciosamente sus redes sociales. Un escenario digno del Imperio del Levante o de la antigua Unión Soviética.

El resto de países aprovecha para captar “cerebros”
Mientras tanto, al entender la oportunidad de captar cerebros extranjeros, varios países han salido en defensa de estos estudiantes, cuyo inicio del curso está en peligro, ofreciéndoles planes alternativos. Así, el Gobierno japonés ha pedido a las universidades niponas que consideren la posibilidad de acoger a estudiantes matriculados en universidades estadounidenses. Por su parte, China ha pedido a Estados Unidos que proteja los derechos de los estudiantes extranjeros, “incluidos los estudiantes chinos”.
En cuanto a Europa, está tendiendo la mano a los estudiantes extranjeros, mientras que Estados Unidos es el principal país de acogida de estudiantes internacionales.

Los estudiantes contribuyen al PIB y al prestigio
Actualmente, alrededor de 1,1 millones de estudiantes extranjeros están matriculados en universidades estadounidenses. El país es, con diferencia, el más atractivo del mundo en este ámbito, ya que acoge a una sexta parte de los estudiantes que cursan estudios fuera de su país de origen. Si en el año 2000 había alrededor de 2 millones de estudiantes internacionales, hoy en día son más de 6 millones, según las estadísticas de la Unesco. Más de la mitad están matriculados en siete países: Estados Unidos (1,1 millones), Reino Unido (550.000), Australia (460.000), Alemania (370.000), Canadá (320.000), Francia (250.000) y China (230.000). Les siguen Japón, los Emiratos Árabes Unidos y Turquía.
En otras palabras, el número de estudiantes en movilidad internacional en todo el mundo no ha dejado de aumentar y los destinos se han diversificado. En cuanto a los estudiantes que obtienen su título en el extranjero, los chinos ocupan el primer lugar (más de un millón de estudiantes matriculados fuera de su país), seguidos de los indios (500.000 estudiantes indios en el extranjero). En 2024, la India volvió a ser, por primera vez desde 2009, el principal país de origen de los estudiantes extranjeros en Estados Unidos, por delante de China. Las universidades estadounidenses también acogieron a numerosos estudiantes coreanos, taiwaneses, vietnamitas, bangladesíes, nigerianos y brasileños. Estados Unidos experimentó una caída sin precedentes del 15% en el número de estudiantes extranjeros en 2020-2021, el año de la pandemia de COVID-19. Sin embargo, la dinámica se recuperó en 2022-2023, con un aumento del 12% en el número de estudiantes internacionales.

Las políticas restrictivas en otros países
Sin embargo, aunque el método de la Administración Trump es una vez más muy cuestionable, esta no es la primera en aplicar políticas restrictivas. De hecho, varios países han aplicado recientemente políticas restrictivas. En 2024, Canadá limitó durante dos años a 364.000 el número de visados de estudios expedidos, lo que supone un 35% menos que el año anterior. El Gobierno explicó que quería reducir la presión que estos estudiantes ejercían “sobre la vivienda y la sanidad”. Ese mismo año, el Gobierno laborista de Reino Unido, comprometido con la lucha contra la inmigración, también impuso restricciones a los visados de estudiante.
Por su parte, Países Bajos y Bélgica introdujeron un numerus clausus para los programas de licenciatura impartidos en inglés y francés. En otros lugares, los estudiantes no europeos se ven a veces directamente afectados por un aumento de las tasas de matrícula: es el caso de Noruega, Finlandia o Australia. Otros países europeos tratan de reforzar el atractivo de sus universidades. Irlanda ha manifestado su ambición de aumentar en un 10% el número de estudiantes extranjeros y Alemania desea duplicar el número de titulados extranjeros en su territorio.
El fin del “soft power” estadounidense
La revocación de la acogida de estudiantes extranjeros en la Universidad de Harvard, emblema del prestigio de Estados Unidos en el mundo, corre el riesgo de mermar aún más el “Soft Power” estadounidense. De hecho, al embarcarse en una batalla ideológica destinada a poner fin a décadas de programas de promoción de la diversidad en Estados Unidos y en el extranjero, Trump ha ordenado al mismo tiempo recortes drásticos en la ayuda exterior estadounidense, ha atacado la investigación universitaria, lo que hace temer una fuga de cerebros, y ha silenciado a medios de comunicación muy conocidos, como la histórica Voz de América (VOA).
Cabe recordar que el concepto de “poder blando” se refiere a una diplomacia de influencia o atracción, en contraposición a una política de coacción. Sin embargo, las decisiones de Trump —la última de ellas relativa a las estudiantes extranjeras- sumadas al contexto de la guerra comercial, perjudican la imagen de Estados Unidos en el extranjero y su poder de atracción, lo que repercute incluso en la llegada de turistas al país. Los estudiantes extranjeros contribuyen a la economía estadounidense, apoyan el empleo en Estados Unidos y son una de las herramientas más poderosas de Washington en materia de diplomacia y poder blando. Esta última medida de Trump perjudica de forma duradera la influencia mundial de Estados Unidos.