Viaje

“Líbano necesita respirar, ser, vivir”, el clamor de las cristianas ante la visita del Papa

Con el país al borde de otra escalada, las libanesas reclaman a León XIV un mensaje de respaldo y protección. "Necesitamos su apoyo", explican

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Las cristianas libanesas responden a Artículo14 durante la visita del Papa

Frente al descreimiento de Occidente en esta estrecha, conflictiva y desgarrada realidad humana llamada Líbano la región -las religiones, tres grandes familias, dieciséis confesiones reconocidas- sigue ocupando un lugar central. Frente a una Europa en la que interés por el Papa pasa a menudo sobre todo por la fascinación de las intrigas de la diplomacia vaticana o por escudriñar los mensajes políticos del sucesor de Pedro, una parte de los libaneses espera estos días con verdadera emoción el mensaje espiritual de León XIV, que aterrizó durante la tarde del domingo en el aeropuerto internacional Rafic Hariri para una visita de dos días y medio, el colofón del primer viaje apostólico de su papado.

Lo hace menos de dos meses después de alcanzarse un acuerdo para el alto el fuego en la cercana Gaza y casi coincidiendo con el primer aniversario del fin de las hostilidades entre Israel y Hizbulá -dos treguas sui géneris-, la milicia de los chiíes libaneses, un Estado dentro del Estado, que condicionó -y lo sigue haciendo- durante décadas la vida colectiva de este país. Y una semana después de que un proyectil israelí acabara en el sur de Beirut, a apenas unos centenares de metros de la pista en la que aterrizará el papa esta tarde, con la vida de máximo líder militar de la organización proiraní.

El Papa León XIV en la Catedral del Espíritu Santo en Estambul, antes de partir a Líbano
EFE/EPA/ALESSANDRO DI MEO

El país, o al menos el Líbano cristiano, aguardaba con auténtica emoción la llegada del Papa estadounidense. Poco importa que Prevost, con su aparente contención en forma y fondo -tan lejana de la espontaneidad latina de Francisco-, sea casi un desconocido aún aquí, porque el Papa es el mensaje, y desde hace semanas que el mensaje de León XIV -así ha salido de la boca del pontífice en la etapa turca de este primer viaje apostólico, marcada por la celebración de los 1.700 años del concilio de Nicea-, será el del ecumenismo, el del apoyo a los cristianos en Oriente Medio -en un permanente e irremisible declive- y el de la paz, allí, acá, entre los de aquel lado de la divisoria y los de este lado, también paz entre los libaneses. “Bienaventurados los que hacen la paz”, puede verse junto a la efigie del pontífice en numerosas banderolas y marquesinas que citan una de las bienaventuranzas del Sermón de la Montaña recogidas en el Evangelio de San Mateo.

El orgullo del “país mensaje”

Desde hace días, los barrios de mayoría cristianas de Beirut y otras localidades por donde también pasará el Papa, como Harissa o Bkerké, en el corazón cristiano de este país -que coincide prácticamente con la demarcación del Monte Líbano-, se preparan exhibiendo retratos del pontífice y banderas nacionales y vaticanas en sus principales avenidas y calles. Meses llevan los cristianos libaneses preparando con mimo estos dos días y medio. Hay orgullo en el hecho que el Papa estrene su papado en Líbano, cumpliendo así un deseo que su predecesor, Francisco, no pudo ver cumplido. Si el pontífice argentino no pudo visitar Líbano, sí lo hicieron el Papa Pablo VI en 1964, Juan Pablo II en 1997 y Benedicto XVI en 2012. La huella más indeleble, nos confiesan aquí, la dejó, sin duda, el Papa polaco, quien acuñó una expresión que se sigue llevando aquí a gala: “el país-mensaje”. En su Carta Apostólica de 1989, no había acabado aún la guerra civil libanesa, Juan Pablo II diría: “Líbano es más que un país: es un mensaje de libertad y un ejemplo de pluralismo tanto para Oriente como para Occidente (…) Su salvaguarda es una de las tareas más urgentes y nobles que el mundo de hoy debe asumir”.

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El presidente libanés y su esposa reciben al Papa León XIV en Beirut
Efe

Una reivindicación colectiva

Sin duda, para los cristianos libaneses -un tercio de la población, quizás menos, nadie se atreve a hacer un sondeo, mucho menos un censo- en general y para los católicos de rito maronita en particular -los mayoritarios- estos días serán un momento de reivindicación. Desde el fin de la guerra civil (1975-1990), los cristianos, que menguan en número -en gran parte por la emigración y unos patrones demográficos distintos- en relación con los ya mayoritarios musulmanes, sufren un lento pero irremisible declive.

Desde un pequeño municipio de la gobernación de Nabatiyeh, en el sur del país, la región más castigada por la última guerra Israel-Hizbulá, donde también existen importantes minorías cristianas, la politóloga Marie Abdallah atiende a Artículo14 para asegurar que “es muy importante tener al Papa aquí especialmente después de la guerra, una guerra en la que los cristianos no estuvieron directamente implicados”. “Necesitamos el apoyo de Papa en un contexto de muchos años de debilitamiento de la posición de los cristianos en Líbano, pero creo que habría sido importante que visitara a los cristianos del sur, que han sido los que han sufrido más en los últimos tiempos”, explica.

Una misa multitudinaria junto al puerto de Beirut

El plato fuerte de la visita se producirá en la mañana del martes con la misa al aire libre junto al mar, en la que se esperan más de 150.000 fieles. Antes, el domingo, el Papa se reunió con las máximas autoridades del Estado, incluido su presidente Joseph Aoun -católico maronita, como han de serlo todos los jefes de la República merced al Pacto Nacional de 1943-.

El Papa baja del avión

Este lunes, el pontífice visitará la tumba de San Charbel Makluf en el monasterio de San Marún en Annaya; acudirá al santuario de Nuestra Señora de Líbano en Harissa, donde se reunirá con obispos, sacerdotes, personas consagradas y agentes pastorales; celebrará un encuentro interreligioso en la plaza de los Mártires de Beirut y se reunirá con jóvenes del Líbano en la plaza frente al Patriarcado Maronita de Antioquía en Bkerké. Las medidas de seguridad -con muchas arterias cortadas- son ya máximas en todo Beirut y buena parte de sus alrededores.

La abogada Yendi Sfeir será una de las miles de personas que acompañarán a León XIV el martes en la gran Eucaristía, que comenzará tras la oración del pontífice junto al lugar de la explosión de dimensiones nucleares del 4 de agosto de 2020 (que se llevó por delante casi 220 vidas y casi estuvo a punto de costarle la suya a la jurista beirutí). “Estoy genuinamente emocionada y profundamente honrada de la visita del Papa al Líbano. No es solo un acontecimiento religioso importante, sino un símbolo poderoso de esperanza y renovación para nuestra nación, una bendición par. La presencia del Papa constituye una llamada a la paz, la unidad y la reconciliación en medio de las numerosas divisiones y retos que el Líbano afronta en estos momentos. La visita es una bendición”, explica Sfeir a Artículo14.

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El Papa León XIV en el Monasterio de las Hermanas Carmelitas de Theotokos, en Harissa
Efe

Coincide en su interpretación la especialista universitaria en diálogo islamo-cristiano Katie Nassar, que se afana como parte de la organización en los preparativos del encuentro del Papa con los jóvenes en Bkerké este lunes. La investigadora beirutí hace hincapié en el mismo mensaje: “Esperanza y paz, que es el eslogan de la visita”. “No queremos más guerras”, resume a este medio. Ambas asistirán este martes a la misa al aire libre que tendrá lugar en una explanada frente al mar y prácticamente en la vieja línea divisoria entre los dos Beiruts separados durante la guerra civil (1975-1990).

Temor a una escalada tras la tregua papal

La esperanza y la emoción de los cristianos se solapan estos días en el país con otra no menos genuina preocupación por el futuro inmediato del país. En la calle se habla de tregua papal -la última descarga israelí contra Hizbulá se produjo el domingo pasado prácticamente a la hora en que una semana después el pontífice se reunirá con las autoridades libanesas- antes de otro ciclo de violencia. Nadie sabe muy bien cómo y cuándo se producirá, pero en el ambiente flota el convencimiento de que el final del año volverá a poner a prueba, una vez más, a este país.

“Líbano necesita respirar, ser, vivir”, asegura la abogada Yendi Sfeir.

Un cartel de la visita en árabe

No en vano, este sábado, el líder de las Fuerzas Libanesas, la principal fuerza política cristiana, y uno de los supervivientes de la guerra civil, Samir Geagea, aseguraba en una entrevista al diario francés Le Figaro que el riesgo de una nueva contienda en el país es “muy grande”. En la supuesta cuenta atrás de un desarme de Hizbulá que el gobierno lleva meses anunciando pero la organización chií se niega a llevar a cabo y con la amenaza de una nueva oleada de bombardeos israelíes, muchos libaneses creen que las tensiones internas volverán a enfrentar a los propios libaneses tarde o temprano.

Muchos hace tiempo que tiraron la toalla sobre el futuro de este país, pero Sfeir espera que la visita de León XIV sirva de acicate a los libaneses para no desfallecer: “En tiempos de dificultades económicas, tensiones sociales e inestabilidad política, el mensaje de amor y esperanza del Papa es una luz que nos guía para miremos más allá de nuestras diferencias y trabajemos juntos. Es hora de que los libaneses nos levantemos y actuemos con determinación y unidad porque el futuro de Líbano depende de nuestros esfuerzos colectivos”. Las palabras de Prevost no bastarán por sí solas para enmendar el rumbo endiablado de un país castigado, pero merecerán a buen seguro estos días el respeto mayoritario de los libaneses de toda confesión y condición.

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