Este domingo, Portugal acude a las urnas por tercera vez en menos de tres años. Los candidatos han hecho un llamamiento a la participación a pesar del hartazgo de los votantes portugueses ante tanta cita electoral. Es más, con un Parlamento tan fragmentado, ¿se logrará por fin la estabilidad en Portugal con estas elecciones? “Las encuestas indican que la fragmentación parlamentaria persistirá”, indica la experta María Asensio a Artículo14. Asensio, que es profesora asociada de Ciencias Políticas y Políticas Públicas del Iscte-Instituto Universitario de Lisboa, asevera que el primer ministro saliente, Luis Montenegro, “ha reiterado en repetidas ocasiones que no gobernará con el apoyo de Chega, y en ese sentido ha intentado establecer un ‘cordón sanitario’ similar al que existe en Alemania”. Aunque “la gran incógnita, sin embargo, es si ese cordón sanitario resistirá la presión postelectoral”.
Para la politóloga, el “aspecto más relevante de estas elecciones” en Portugal, es precisamente el “estancamiento”. Y es que la “correlación de fuerzas entre la izquierda y la derecha, y concretamente entre el Partido Socialista (PS) y la Alianza Democrática (AD), se ha mantenido prácticamente intacta”. Así, esa “congelación del sistema —una falta de dinamismo en las preferencias del electorado— es una característica relativamente nueva en la política portuguesa y ha marcado claramente el clima de esta campaña electoral”. Así, analizamos junto a Asensio, que también es profesora investigadora integrada en el Centro de Investigaciones y Estudios Sociológicos (CIES-IUL) e investigadora principal en el Instituto Nacional de Administración, las claves de las próximas elecciones en Portugal.

-¿Cómo llegan los principales candidatos portugueses a las elecciones de este domingo?
-Los principales candidatos llegan a las elecciones de este domingo en un escenario marcado por una notable estabilidad en las intenciones de voto. Las encuestas han demostrado que la campaña no ha alterado de forma significativa las preferencias del electorado. Las variaciones diarias en los sondeos parecen deberse más a márgenes de error y fluctuaciones estadísticas que a verdaderos cambios en el comportamiento de los votantes ante los mensajes o acontecimientos de la campaña. Ese estancamiento puede ser, de hecho, el aspecto más relevante de estas elecciones. La correlación de fuerzas entre la izquierda y la derecha, y concretamente entre el Partido Socialista (PS) y la Alianza Democrática (AD), se ha mantenido prácticamente intacta. Todo indica que, como mucho, la AD podría obtener una mayoría algo más amplia —unos dos o tres diputados más que en la legislatura anterior—, pero sin alterar el equilibrio político general. Esta campaña, en ese sentido, ha sido más una confirmación que una transformación del mapa político. Las encuestas funcionan como una fotografía de cada momento, y todas muestran prácticamente el mismo retrato desde hace meses. Esa congelación del sistema —una falta de dinamismo en las preferencias del electorado— es una característica relativamente nueva en la política portuguesa y ha marcado claramente el clima de esta campaña electoral.
-¿Puede haber sorpasso de los socialistas?
-Aunque el Partido Socialista (PS) ha intensificado de forma notable su actividad en la recta final de la campaña —con actos de proximidad, una mayor presencia mediática y reiterados llamamientos al voto útil dentro del bloque progresista, considero que un sorpasso sobre la Alianza Democrática (AD) sería, a estas alturas, una sorpresa.

El principal argumento que sustenta esta idea tiene que ver con la estabilidad que han mostrado las encuestas en las últimas semanas. La mayoría sitúa a la coalición liderada por Luís Montenegro con entre uno y cuatro puntos de ventaja sobre el PS, diferencias dentro del margen de error pero que, sin variaciones significativas a lo largo del tiempo, apuntan a una consolidación del electorado de centro-derecha. Además, la campaña no ha producido cambios estructurales en las preferencias del electorado. Otro factor importante es la mayor firmeza del electorado de la AD, que se muestra más decidido y menos permeable a los acontecimientos coyunturales. En contraste, el PS, aunque mantiene un suelo electoral consistente, tiene más dificultades para activar al votante de centro-izquierda, especialmente en un contexto de creciente desafección hacia los partidos tradicionales. Por último, el alto número de indecisos —en torno al 10-12 %— representa una variable clave. El PS confía en captar a este segmento en los últimos días, apostando por una polarización del voto dentro del bloque progresista. Aun así, una eventual remontada requeriría una combinación poco frecuente de factores favorables: una alta participación, movilización de votantes estratégicos y una bajada del rendimiento de la derecha. Es decir, no es imposible, pero sí estadísticamente improbable.
-Son la terceras elecciones en tres años, ¿está la población portuguesa cansada de ir a votar? ¿Habrá un cambio de paradigma o seguirá un Parlamento muy fragmentado?
-Sí, es evidente que una parte del electorado portugués muestra señales de cansancio electoral. Las elecciones legislativas del 18 de mayo de 2025 son las terceras en apenas tres años, y este ritmo de convocatorias, sumado a crisis políticas consecutivas, ha generado cierta saturación cívica. De hecho, hay una creciente desafección política, especialmente entre los jóvenes y votantes de zonas urbanas, lo que podría influir en la participación.

En cuanto a la segunda parte, no se espera un cambio de paradigma radical. Las encuestas indican que la fragmentación parlamentaria persistirá. El sistema político portugués ha experimentado desde 2019 una recomposición de su mapa partidario, con la consolidación de nuevos actores como Chega (extrema derecha) y la Iniciativa Liberal (centroderecha liberal), y una erosión del tradicional bipartidismo entre PS y PSD (ahora en la AD). Esta tendencia parece haberse estabilizado, pero no revertido. Salvo una mayoría absoluta improbable para AD o PS, el Parlamento continuará dividido en al menos cinco fuerzas con representación significativa, lo que complicará la formación de gobiernos estables. Además, la negativa del líder da AD, Luís Montenegro, a pactar con Chega, y la limitada predisposición del PS a construir puentes fuera del campo de la izquierda, mantienen el riesgo de bloqueo institucional.
-¿Cuáles han sido los temas de campaña?
-Se ha abordado una variedad de temas clave que reflejan las preocupaciones actuales del electorado y las estrategias de los partidos políticos. Por ejemplo, el partido de ultraderecha Chega, liderado por André Ventura, ha centrado su campaña en temas de inmigración y seguridad. La agenda de Chega ha influido en el discurso político general, llevando a otros partidos a posicionarse respecto a estas cuestiones. Por ejemplo, el gobierno en funciones anunció la expulsión de aproximadamente 18.000 inmigrantes en situación irregular, medida que fue criticada por la oposición como una estrategia electoralista. También, la escasez de viviendas asequibles y los problemas en el sistema de salud pública han sido temas recurrentes en los debates. Los partidos han presentado propuestas para abordar la crisis habitacional y mejorar la calidad y accesibilidad de los servicios de salud. El caso Spinumviva, relacionado con el primer ministro en funciones, Luís Montenegro, ha sido un punto focal en la campaña. La empresa familiar de Montenegro recibió pagos mientras él ocupaba el cargo, lo que generó acusaciones de conflicto de intereses y llevó a la caída de su gobierno tras perder una moción de confianza.
-¿Está girando el partido de Montenegro a la derecha? ¿Habrá “cordón sanitario” como en Alemania?
-Hasta ahora, el Partido Social Demócrata (PSD), liderado por Montenegro y eje de la coalición de centroderecha Alianza Democrática (AD), ha evitado claramente cualquier aproximación a Chega. Montenegro ha reiterado en repetidas ocasiones que no gobernará con el apoyo de Chega, y en ese sentido ha intentado establecer un “cordón sanitario” similar al que existe en Alemania.

No obstante, la creciente presencia de Chega en el panorama político portugués —y su consolidación como tercera fuerza parlamentaria— ha desafiado ese aislamiento. Aunque formalmente el PSD no ha girado a la derecha en términos ideológicos, sí ha tenido que disputar parte del terreno simbólico de Chega, especialmente en temas como inmigración, seguridad y orden público. En la práctica, eso ha supuesto cierto desplazamiento discursivo, aunque no necesariamente programático o estratégico.

La gran incógnita, sin embargo, es si ese cordón sanitario resistirá la presión postelectoral. Si la AD no logra una mayoría suficiente sin el apoyo de Chega, aumentará la tensión dentro del partido de Montenegro entre quienes defienden la exclusión total y quienes, por razones pragmáticas de gobernabilidad, podrían abogar por algún tipo de entendimiento, aunque sea indirecto.
En otras palabras, el PSD no ha girado formalmente hacia la derecha radical, pero sí ha endurecido parte de su discurso, en un entorno político donde Chega ha logrado marcar la agenda. Por ahora, el cordón sanitario se mantiene, pero su solidez dependerá menos de las convicciones ideológicas y más de la aritmética parlamentaria que emerja de las urnas.