Opinión

La isla sin tiempo

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Sommaroy es una isla en el norte de Noruega donde viven aproximadamente trescientas personas. En verano, durante unos setenta días, esta población no distingue entre el día y la noche, y es que su latitud hace que durante las veinticuatro horas de cada uno de estos días sea visible el sol.

En 2019 los habitantes de este lugar pusieron en marcha una iniciativa para considerar a Sommaroy libre de horarios y considerarla “la primera zona del mundo libre del tiempo”. Ya que no es posible distinguir día y noche, qué necesidad de estar regidos por la hora que marca un reloj.

Esta iniciativa, que llegó a todos los medios del mundo, provocó en muchas personas la ilusión de creer que puede existir algún lugar en el mundo, por recóndito que sea, donde se puede vivir sin estar atado al tiempo o los horarios.

Una noticia que en realidad resultó ser un espejismo, pues lo que se presentó como una propuesta para ser llevada a cabo por los habitantes de esta isla era una campaña de publicidad que obligó a los responsables políticos de la misma a salir a desmentir que esta iniciativa fuese real e incluso pedir disculpas.

Y es que vivir sin tener en cuenta el tiempo y los horarios es un ensueño en el que muchos nos zambullimos cuando estamos de vacaciones en verano, incluso aunque las pasemos en lugares donde sí existen el día y la noche. Porque un día nos despertamos temprano y al día siguiente estamos desayunando a la hora en que en otros momentos del año estamos casi comiendo. Y las horas transcurren en esos días sin que prestemos atención a los relojes, simplemente nos dejamos estar, nos dejamos ser. Comemos cuando tenemos hambre, independientemente de la hora que sea, dormimos o dormitamos cuando el cuerpo así lo pide. Somos parcialmente conscientes de que el día va transcurriendo porque vemos como el sol se va moviendo de este a oeste (aunque sea la Tierra la que se mueve), pero no nos sentimos regidos por las horas del reloj.

Vivir así, sin sentirnos atados al tiempo y a los relojes nos hace sentirnos libres. Quizá no hay mayor libertad que la de poder hacer lo que uno quiere a la hora que le apetece. En esos días no estás ligado a ningún horario que te marca un trabajo con sus reuniones y viajes, el colegio de tus hijos y tantas y tantas obligaciones que durante el resto del año no nos dejan sentir que somos dueños de nuestro tiempo y de nuestra vida.

Tener tiempo y hacer con él lo que queramos, y hacer en él lo que queramos, es una de las grandes libertades que podríamos tener pero que sólo experimentamos cuando estamos en vacaciones, ese “tiempo sin tiempo” del que hablaba Benedetti en su poema. Hacer nada o llenarlo de actividades, pero sin necesidad de medirlo, de estar pendiente de que transcurre, da igual, no hay urgencias, el tiempo no existe.

En un estudio presentado en marzo de este año, el 59% de la población española afirmaba sentirse estresada. Si bien las causas para sentir estrés son diversas, la falta de tiempo y las dificultades para conciliar la vida personal y el trabajo son dos de ellas. Muchas personas viven las vacaciones como si estuvieran en la isla sin tiempo durante quince días o un mes, pero el retorno a la vida cotidiana, en la que falta tiempo para tantas cosas, siempre está a la vuelta de la esquina.

Vivir en una isla sin tiempo es una quimera. De hecho, vivir en un lugar donde no existiera el día y la noche podría ser hasta nocivo para nuestra salud. Si alguna vez has estado en un verano sin noche habrás experimentado lo extraño que es irse a dormir cuando aún es pleno día y levantarse de madrugada y seguir viendo el sol. Vivir así todo el año sería perjudicial para nuestro ciclo circadiano, el reloj biológico interno que en cada uno de nosotros regula las funciones de nuestro cuerpo y que parece necesitar la sucesión del día y la noche. Pero intentar llevar a nuestra vida cotidiana lo que significa vivir sin sentirnos esclavos del reloj todas las horas del día puede que sea posible.

Obligaciones tenemos todos, pero puede que en ese mar de compromisos existan pequeños islotes sin tiempo, tal vez sólo tenemos que encontrarlos. Me apuesto a que sí. Claro que para encontrarlos es necesario buscarlos.

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