En el 77º aniversario de la independencia de Israel, muchas familias no encontraron motivos para celebrar. Entre ellas está la de Silvia Cunio, madre de dos hijos aún secuestrados en Gaza por Hamás, cuyo testimonio refleja el sufrimiento de las familias que, después de más de 570 días desde el ataque del 7 de octubre, siguen esperando la liberación de sus seres queridos.
Silvia llegó a Israel en 1986 con su hijo mayor, Lucas, y más tarde formó una familia de cuatro hijos junto a su esposo. Vivían en el kibutz Nir Oz, a apenas kilómetro y medio de la Franja de Gaza, donde construyeron una vida en comunidad. Allí trabajaba en la lavandería del kibutz, y por las tardes se dedicaba a la estética.

“Estudié manicuría, pedicuría, cosmética, maquillaje y peluquería también”, cuenta Silvia en una videoconferencia con Artículo14, con la naturalidad de quien describe una rutina que ya no existe, ni volverá a existir.
Su vida, como la del estado judío, sufrió un vuelco el 7 de octubre de 2023. Ese día, Hamás lanzó un ataque sin precedentes que dejó 1.200 muertos y 251 personas secuestradas, entre ellas sus hijos David y Ariel. “El día 7 de octubre mi hijo Ariel, el más chico, nos mandó un mensaje que decía que estaban viviendo una película de terror, y esa película todavía no se termina”, relata. Desde entonces, su vida ha sido una espera sin fin.
Sus hijos siguen vivos
Silvia cuenta que ha recibido confirmación de que sus hijos siguen con vida. “Me lo han dicho personas de arriba”, especifica. Pero la incertidumbre y el tiempo transcurrido pesan. Su rutina diaria se ha reducido a esperar noticias, revisar los informativos por la mañana y tratar de llenar el resto del día con películas, cocinar, salir con amigos o pasear al perro. Sin embargo, la preocupación está siempre presente. “Eso es mi vida. Y pensar todo el tiempo cómo están mis hijos”, prosigue.

Los detalles del secuestro de su familia son desgarradores. David fue capturado junto a su esposa, su hija, su cuñada y otra niña. “Mi hijo David tiene dos niñas gemelas. Y en ese momento tenían tres años más o menos, y los separaron porque sacaron a mi hijo con la hija, con una de las mellizas y a su esposa en un tractor. Y en otro tractor se llevaron a su cuñada, a su hija y a mi nieta. Y cuando llegaron a Gaza, le arrancaron a mi nieta de los brazos y estuvo diez días solita la nena”, recuerda.
Milagrosamente, la familia fue reunida más tarde en un hospital de Gaza: “Gracias a Dios las pudieron juntar… no sé si fue de casualidad, no sé si fue Dios que dijo tiene que volver a la familia porque tuvo fiebre”, dice.

Durante este segundo Yom HaZikaron (día del recuerdo a víctimas del conflicto) y Yom Hahatzmaut (día de la independencia) desde el ataque de Hamás, Silvia reconoce lo difícil que resulta conmemorar cualquier festividad nacional. “No podemos festejar mientras los 59 secuestrados estén en Gaza”, considera.
Pese a la aparente normalidad en la vida diaria de muchas personas en Israel, Silvia siente una desconexión. “No todos los israelíes están a favor de que vuelvan a los secuestrados, porque estaría mintiendo. Pero un 70% si está a favor de detener la guerra para devolverlos a casa”, insiste.
No quieren detener la ofensiva
Sectores de la derecha y la ultraderecha judía se oponen a frenar la ofensiva hasta la “victoria total” sobre Hamás, aunque suponga enterrar definitivamente a los rehenes. Con resignación ante la jornada festiva, Silvia matiza que “yo no tengo ningún problema con que la gente festeje, pero que antes de prender la parrilla para hacer el asado, que piensen en mis hijos, que piensen en los 59 secuestrados”. A pesar de los traumas y heridas abiertas, israelíes y palestinos deben continuar con sus vidas.

En cuanto a las negociaciones entre Israel y Hamás, la madre confiesa que las sigue con distancia, entre la esperanza y la frustración. “Lo único que hago es prender la tele a la mañana, fijarme si hay algún mensaje nuevo. Si no hay acuerdo, apago la tele”, lamenta.
Alto el fuego
En los últimos días, surgieron reportes de un posible avance en las negociaciones por una tregua, mediada por Egipto, Catar y Estados Unidos. Hamás ha expresado su disposición a aceptar un alto el fuego de cinco años y liberar a todos los rehenes a cambio de una retirada completa de las tropas israelíes. Sin embargo, el gobierno de Benjamin Netanyahu se mantiene firme en su exigencia de la desmilitarización total de Hamás.

“No hablo de política ni me interesa, no me gusta porque no me gusta pelear con la gente. Y para mí la política es pelearse”, responde ante la estrategia del ejecutivo de Netanyahu. Pero su testimonio, como el de muchas otras familias, evidencia una desconfianza creciente hacia la gestión del gobierno israelí, al que muchos acusan de haber abandonado a los rehenes.
No volverá al kibutz
Cuando su pesadilla termine, no volverá al kibutz Nir Oz. “No vamos a volver. El kibutz fue destruido durante el ataque. Ahí mataron a mis amigos, mataron a hijos de mis amigos, secuestraron. Es muy difícil volver al kibutz”, se sincera. Hoy, Silvia y sus hijos están buscando un nuevo lugar para vivir, junto a otras 40 familias desplazadas en otra localidad del país.
Volver a abrazarlos
A pesar de todo, Silvia no pierde la esperanza de reunirse con sus hijos. “Mi sueño es que se termine pronto y que pueda abrazarlos y estar todos juntos, como siempre. Porque somos una familia muy unida. Mis cuatro hijos vivían en el kibbutz conmigo, cada uno en su casa”, cuenta.
Preguntada por la reacción del mundo ante su dolor, Silvia es clara. “Yo trato de contar lo que nos pasó a nosotros. En una sola familia, seis historias”. Y rememora la historia de su suegra, de 90 años, quien fue fotografiada por un terrorista -bajo amenaza- mientras sostenía un arma. “Gracias a Dios está bien… Por suerte, hablar de Messi la salvó”.
Silvia se despide con un deseo urgente. “Esperemos que vuelvan mis hijos. Y que haya paz. Eso es lo más importante. Que haya paz. Y que el mundo no olvide”.