En su cuenta de “X” el Kilmarnock FC Women se define a sí mismo en su biografía con dos frases “el club de fútbol femenino más antiguo de Escocia. Desde 1961.”
El pasado viernes debía ser el día más feliz para una futbolista con un gran futuro por delante que acababa de firmar su primer contrato profesional.
Ese día el Kilmarnock anunciaba en sus redes sociales su contratación con tan solo 16 años. La foto de la centrocampista Skye Stout, sonriente, vistiendo la elástica azul de su nuevo equipo ilustraba el tuit. Horas después, el club se veía obligado a retirar la publicación ante la avalancha de burlas y humillaciones en los comentarios al post haciendo alusión al acné que la joven presenta en su rostro.
De nuevo las redes sociales sacando lo peor de la sociedad y dando alas al odio anónimo y la estupidez humana. Cierto es que al viralizarse lo ocurrido y saltar la noticia en las propias redes, la jugadora ha recibido el cariño de infinidad de clubes escoceses, británicos como el Chelsea y del resto del mundo, como el Girondins de Burdeos o el Olympique de Lyon que desde sus cuentas oficiales han felicitado a la joven futbolista y condenado el “hate” recibido.
Entre las reacciones recibidas está la de un club muy especial, el Unión Berlín, que le ha mandado su cariño a Skye con estas palabras “Nuestra nueva jugadora favorita. Enviando amor a Skye #Stout. Siempre serás bienvenida en Berlín.”
Este domingo Skye ha debutado en el estreno liguero en Winton Park jugando sus primeros 62 minutos y contribuyendo con un golazo de libre directo a la goleada del Kilmarnock 6-2 frente a S Johnstone. Seguramente ese debut y todo el cariño recibido le habrán hecho sobrellevar el episodio tan desagradable que ha sufrido estos días. La cuestión de fondo es si debemos normalizar ese escrutinio permanente al físico de la mujer deportista, o mujer de deportista, o simplemente mujer.
El futbolista del Arsenal Declan Rice ha vivido bien cerca el odio que su pareja recibe cada vez que ambos posan juntos simplemente porque ella no responde a la condición de “WAG”. Hace unos meses, el jugador quiso zanjar el acoso al que se vio sometida Lauren, su mujer, con un contundente comunicado “mi mujer es el amor de mi vida y no existe nadie mejor para mí. Los estándares de belleza hoy en día no son realistas y todo el mundo se ha vuelto loco por culpa de las redes sociales. No importa lo que diga la gente, estaré contigo para siempre.”
Más allá de la bonita declaración de amor, es terrible que un deportista se vea en la obligación de dar explicaciones sobre su elección sentimental solo porque el peso de su pareja no sea el “normativo” o su aspecto no sea el que este tipo de “fans” pretenden para él. Vomitivo.
Esta semana ha quedado patente que el comunicado no ha logrado que cese el acoso. Rice compartía una foto junto a la influencer Felicity Hayward con la segunda equipación del Arsenal para esta temporada. Algunos odiadores han confundido a la influencer con Lauren, y los insultos machistas y gordófobos han vuelto a inundar la publicación. Detrás de todo ese odio al cuerpo de la mujer hay frustración, machismo y fallida educación. La solución no debe ser retirar las publicaciones, sino revisar qué mensajes, estándares y modelos normalizamos como positivos. Los haters no son los únicos responsables de todo este odio, hay mucho más detrás.