Por mucha pereza que nos dé es inevitable: ha comenzado ya el nuevo curso político. Lo llamamos nuevo para que quede mejor y para que no nos dé una pereza infinita pensar en lo que viene, porque va a ser más de lo mismo. Lo más parecido a la famosa frase que supuestamente pronunció Fray Luis de León cuando volvió a dar clases en la Universidad de Salamanca después de estar casi cinco años preso: “Decíamos ayer…”
Ayer, es decir en julio, nos fuimos con un panorama similar al que ahora nos enfrentamos: el Gobierno no va a tener más apoyos parlamentarios, no podrá sacar adelante muchas más medidas y seguirá cosechando derrotas en el parlamento o retirando sus proyectos antes de sean sometidos a votación para que no quede en evidencia su debilidad. Hasta Joan Baldoví advertía el otro día al Ejecutivo en El Español que no les darán los números para sacar adelante los presupuestos. Sin embargo, para Pedro Sánchez, lo importante es que podrá permanecer en la Moncloa y, para sus socios, que podrán exprimir un poco más la fragilidad del Ejecutivo.
Antes de que el Congreso se ponga en marcha, ya hemos tenido, además, la primera bronca parlamentaria. Las vacaciones veraniegas de sus señorías duran dos meses, el nuevo periodo de sesiones comienza el 9 de septiembre, pero el PSOE va a pedir que el jueves 11 no haya pleno porque es la Diada y, según el portavoz socialista, Patxi López, hay que “respetar la celebración”. Como abramos esa puerta sus señorías no van a dar un palo al agua porque, ya puestos, ¿por qué no se suspende también el pleno del jueves 9 de octubre que es el día de la Comunidad Valenciana y todos los que coincidan después con alguna celebración autonómica? Da la casualidad, además que el día 11 el juez Juan Carlos Peinado ha citado a declarar a Begoña Gómez por un presunto delito de malversación. Su abogado, Antonio Camacho, ha pedido un aplazamiento porque le coincide con un juicio en Canarias y probablemente el magistrado acceda a su solicitud, pero, de momento, la coincidencia está sobre la mesa. La sensibilidad de los socialistas con la Diada contrasta, además, con los pocos escrúpulos que tuvieron para mantener el pleno en el que se votaba el decreto sobre RTVE mientras se contaban ya por decenas los muertos a causa de la riada de Valencia.
Para el Gobierno, el problema de este nuevo curso político es que va a estar condicionado por el ritmo que impongan los tribunales a las causas que permanecen abiertas y que afectan a los dos exsecretarios de Organización del PSOE y a la esposa y hermano de Pedro Sánchez, sin olvidar, además, que el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, se sentará en breve en el banquillo por un delito de revelación de secretos justo unos días después de participar, como si no pasara nada, en la solemne apertura del año judicial que contará, como suele ser habitual, con la presencia del Rey. En el caso Ábalos quedan miles de archivos por analizar y nuevos informes encargados por los jueces a la UCO que se auguran inminentes y que podrían llevar a la imputación de nuevas personas. Cerdán seguirá de momento en la cárcel y veremos si, en un momento dado, se harta del club de lectura de la prisión y comienza a tirar de la manta, algo que también podrían hacer Koldo García o José Luis Ábalos.
La nueva temporada, pues, se presenta de todo menos esperanzadora para Pedro Sánchez haga o no haga remodelación ministerial. Su aislamiento casi absoluto en La Mareta este verano, sólo roto por visitas ocasionales a las zonas afectadas por los incendios sin ningún tipo de contacto con los ciudadanos, no va a hacer que cambie la realidad. Y es que, como decía Abraham Lincoln, “no puedes escapar de la responsabilidad del mañana evadiéndola hoy”.