Hace justo un año una parte de la Comunidad Valenciana, de Castilla La Mancha, Andalucía y de Murcia, vivían una de las peores tragedias naturales que se recuerdan. Tragedia que se saldó con el trágico resultado de 237 víctimas, la cual en su origen fue inevitable, pero que nos dejó una gestión del todo mejorable.
Hablar de las víctimas es necesario para no olvidar lo que sucedió, para recordar lo que no hay que volver a hacer y para mejorar todos los protocolos que requieran de mejora; porque la memoria del ser humano es selectiva y hay recuerdos que es necesario fijar como presentes. En el día de ayer durante la sesión de control al Gobierno, el presidente Pedro Sánchez decidió que no le apetecía responder, haciendo un esfuerzo considerable para afear al líder de la oposición por su pregunta y sus reclamos. El presidente alegó que “no era el día”, era el día de las víctimas. Sin embargo, a otros portavoces sí les respondió.
Esta misma línea discursiva la mantuvo y replicó el resto del ejecutivo, alegando que era el día de las víctimas.

Esta delicadeza o empatía aparentemente mostrada tendría sentido y debiese ser alabada, salvo por el pequeño detalle de lo ocurrido hace exactamente un año.
Hace un año, mientras la tragedia sucedía, la oposición al Gobierno en el Congreso de Los Diputados solicitó la cancelación de la sesión de control y del pleno posterior. Al respecto el Gobierno aceptó solo una cancelación parcial, puesto que había temas de índole crucial para la vida de los españoles que tratar – nótese la ironía -.
El Consejo de Administración de Radio Televisión Española tenía que ser elegido, asunto que se convirtió en algo de vida o muerte al parecer para el ejecutivo, puesto que mientras la tragedia tenía lugar se decidió mantener la votación. Al parecer necesidad de controlar el órgano directivo del medio de comunicación público fue más importante que lo que estaba sucediendo, y esto no es una opinión.
Quizás sea esa escenificación de falta de moralidad y falsa empatía lo que más puede revolver a una ciudadanía mucho más empática y consciente que los dirigentes que nos gobiernan. Es por esto la importancia del ‘no olvidar’ como se utiliza a la víctimas una y otra vez sin ningún pudor; víctimas a las que hay que respetar y dignificar.

Durante el día de ayer las víctimas tuvieron su funeral de estado, un funeral que despertó un ruido político innecesario alimentado con decisiones como las de separar a dirigentes, hacer entradas triunfales al lado de los Reyes,… Es por esto que quizás deberíamos replantearnos la necesidad de presencia política en estos eventos, o si la figura del Jefe de Estado y la Reina son suficientes para acompañar al pueblo.
La gestión política ineficiente e incapaz pesa sobre el imaginario colectivo de la ciudadanía, y así quedó reflejado también en las protestas que se dieron a la entrada del recinto. Deberíamos entender que los actos no realizados, o mal ejecutados han de tener su penitencia, porque todo no vale; quizás ese sea uno de los pocos actos de justicia que los familiares de las víctimas puedan recibir.
El Rey quiso manifestar de manera tajante que “siempre estaremos con vosotros”, y eso es lo que realmente necesitan las familias de las víctimas, que no se las olvide, que no se las deje solas, que no se las utilice. Los 237 nombres de cada una de las personas que fallecieron en esta tragedia fueron leídos y resonaron en la consciencia de todos.

Al pensar en el panorama político general no es difícil el advertir que la utilización constante. Utilizan a las víctimas de una manera impúdica para atacarse en un barro político denostado, cuando en realidad debieran respetarlas y dejarlas llevar su dolor en paz.
No podemos controlar los elementos naturales ni el tiempo, pero si podemos aspirar a tener dirigentes que estén a la altura cuando una desgracia suceda.

