Me explicaba hace unos días mi sobrina, -veinte años, esa edad en la que ya sabes mucho más de lo realmente importante en la vida, esto es, el cine, que tus mayores-, el concepto de Non Player -aka Non Playable, aka Non Playing- Character (“la misma mierda es”, a decir de un expresidente ultraliberal que tuvimos) que yo, que me las doy de supernumerario cinéfilo, desconocía completamente. Por lo visto, el término nace, como casi todo lo interesante, en el universo friqui de los juegos de rol y enseguida salta a su primo de Zumosol, el video arcade, para rápidamente permear al resto de evasiones, entre ellas, claro, el séptimo arte y, dentro de él, como una matrioska, toda la mandanga que ofrecen las SVOD o plataformas de streaming ¿o es el cine el que está dentro de las series? Habitamos una época en la que el significado de la palabra “cine” ha perdido o, mejor dicho, ha ramificado tanto su semilla que ni yo sé lo que es. Pero, si te parece, esto lo comentamos otro día con Garci, Boyero y Oti.
Un NPC -a esta generación le pirran los acrónimos – es un personaje, dicho en román paladino, que “ya no pinta nada en la historia, con muy poco que decir y mucho menos que hacer”. Para que tú lo entiendas, sería la jugada del Tío Perete en el mus (4, 5, 6 y 7), el sujetavelas en el Disco-Pub, o el txotxolo en los valles y colinas vascas.
Al mismo tiempo que digería y daba sentido a las enseñanzas de mi sobrina, mi queridísimo cuñado mayor (parece un oxímoron, pero no lo es, créeme), padre de la criatura a la sazón, andaba orgulloso chuleándome al móvil unos vídeos de su lascivo jardín norteño: limoneros, naranjos, heucheras, salvias, descansaban sobre un lecho verde verdísimo, inconcebible en una llanura como la madrileña, a no ser que te vayas a Leroy Merlín y lo compres por metros. Si no fuera porque es de Bilbao y no lo pueden evitar, me enfadaría su exhibicionismo hortofrutícola. El caso es que, en uno de los vídeos, profusamente comentado, el aita Mundina de Getxo me soltó el siguiente aforismo: “si no hay savia no hay nada”. O lo que es lo mismo: si no podas, si no cuidas, si no controlas, no hay vida.
No savia. No vida. NPC’s de la flora.
En las pelis de siempre, que para eso estoy yo aquí, NPC’s haberlos, haylos, pero son más habituales en las series. ¿Por qué? Pues porque muchas de ellas, casi todas las exitosas realmente, se ven obligadas a alargar las tramas de manera artificiosa, creando ramificaciones narrativas superfluas y sin podar el tronco principal. Meandros que surgen del caudal narrativo primigenio y que, por mucho que digan sus creadores, no estaban previstos en las iniciales mesas italianas. La gran mayoría de producciones para streaming están paridas por guionistas, ahora conocidos como Showrunners, pero vaya, modistas del teclado al fin y al cabo, que tejen, tejen y tejen y ya no saben si lo que están haciendo es un calcetín o una bufanda.
El caso más paradigmático, ya que estamos sumergidos en el universo nerdy de Dungeons & Dragons, está en la flagship store de la gran N: Stranger Things y su personaje troncal, ya que hablamos de limoneros, en las dos primeras temporadas: Will Byers. Como todo el mundo la ha visto, hasta los que dicen que solo ven los documentales de La 2, podemos contar que, a partir de la tercera, cuando los muchachos y las muchachas protas se abren a la vida y a los primeros amores, el pobre Will se va quedando atrás, como Cacaíto Rodríguez y ni haciendo la goma consigue engancharse al pelotón. A los padres de ella, The Duffer Brothers, se les nota demasiado que no saben qué hacer con él después de tantas perrerías en las T1 y T2, pero le mantienen ahí, en arresto domiciliario, pasándolo de un lado a otro en las T3 y T4. Llega enseguida la esperadísima T5 y temo que me lo coloquen al fondo, como a un figurante con frase, de runner de producción, o peor, de expresidente del gobierno. Jarrón chino.
En el cine de toda la vida de Dios, la película más representativa de este fenómeno es, sin duda ninguna, 2001: una Odisea del espacio (1968), pues todos los actores que salen son auténticos NPC’s desde el principio hasta el final: los monos y los humanos. De hecho, el misántropo Kubrick se sirve de ellos como mal menor para vehicular una historia que, más o menos. (más menos que más) se entienda. Pero vamos, conociendo al pájaro ya te digo que, si hubiera sido por él, todos en su filmografía serían NPC’s. Menos HAL.
Se me ha pasado decirte que mi sobrina me dijo algo más interesante. Me confesó que la expresión se utiliza, estilo meme, también para la vida real.
Y claro, esto es mucho más divertido: si lo bajamos al papel, aquí, en nuestro país y coyuntura actual. Personas humanas de la Res publica. Dos ejemplillos, por si te ha quedado alguna dudilla:
Beatriz Corredor, hasta hace algunos días “ni idea”, ahora, la presidenta (o expresidenta, no me han dicho cuándo me lo publican) de Redeia, es un Non Player Character de libro. Su Game Master no le ha al dado luz ni para encenderse un cigarro. Tan solo, y gracias, le ha ofrecido ser figurante con frase en su juego de rol. “En esta casa se ha trabajado bien”, ha dicho, como si fuera la jefa de sala de Lucio.
Otro ejemplo de NPC. Álvaro García. ¿Quién? Ortiz. Ah. El fiscal general del Estado. Este ha dado un poco más guerra por su particular concepto de la lealtad al GM. No sé por qué, pero siempre que le veo por la tele escaqueándose me recuerda a mi hijo cuando tiene que estudiar en su classroom y le pillamos viendo el resumen de la Liga. La diferencia está en que uno tiene 57 años y el otro 12. Y que uno es fiscal general del Estado y mi hijo está en primero de la ESO.
De hecho, ahora que lo pienso, casi todos los que se mueven a voluntad del Game Master, en nuestro común juego de rol “Celtiberia Show”, son NPC’s. Incluido el señor de Orense.
Y si bajamos un poquito más, “las gentes de España” como nos llamaba Julio con adorable paternalismo o “el conjunto de la ciudadanía” como con evidente desdén nos llama el Director de Juego, sobramos en este gran tablero del mundo sanchista.
Todo es soliloquio. Monólogo interno. El patio de recreo de nuestro creador, que, como Kubrick, no necesita humanos para desarrollar su relato, que empezó en un Peugeot.
P.D.
-Pedro, pero entonces, ¿quién desenchufó la corriente?
-El monolito, querido ciudadano NPC.