Todo está gris, como este cielo veraniego encapotado que sucede a las precipitaciones de la calima, como la camiseta pretaleguera con la que Don José Luis Ábalos salió el martes, tras diez horas de registro de la UCO en su domicilio, a pegar un par de muletazos en su casapuerta. Es el outfit dominguero del paisano que repanchingado en el sofá se comunicaba con su plasma y sentenciaba que Carlitos tenía que insistir en el revés liftado, que Cristiano es un monstruo insaciable, que Morante es harina de otro costal, que no sé qué tendréis contra Lolalolita, pero a mí con esto que me enseñas me parece una muchacha muy simpática. Son las formas canallas y tiernas de la entrañable España pícara, la del codo en la barra de la nostalgia, la que mira con morbo y respeto a ese fenotipo en especie en extinción que hoy se refleja a carcajada limpia en el espejo caprichoso de la Regeneración democrática.
Es la manera de tocarse el bolsillo al decir que le habían clonado el teléfono, pero que simplemente era eso, que ya lo tenía en su poder. Es la manera de mirar el celular como diciendo sin decir que él apenas sabe mandar guasapillos, que como mucho se encontrarán correos sin abrir, tres chats familiares y uno de los colegones de toda la vida. Es la soltura al sugerir que hay más sospechas que indicios, el control al remarcar las dos palabras y ensayar esa mirada que recorre a la vez los paisajes de la gracia y de la pena, que pide un aplauso y un abrazo. Es esa sonrisa de los mil cubatas derretidos, la que lleva incrustada el sonido de la máquina tragaperras, la pose de las tropecientas noches a cuestas, del tabaleo sobre las mesas, de la mano que cubre el Zippo para ofrecerle fuego a una dama.
Es el ‘esta ronda corre a mi cuenta’, el ‘niño, llena’, el ‘haces bien’, el llevarse la mano a la cintura con el piti en la boca para ajustarte el cinturón por encima del ombligo mientras se cierra un argumento y el humo hace estragos en un ojo que no deja de mirar a la cara a quien escucha. Es la seguridad de quien sabe que no lo pueden odiar, como mucho lo podrán criticar. José Luis sabe que su rol es el de ser el golfo patrio, el que da la cara, el que no se esconde. Son los consejos añejos, pero extremadamente cautivadores y carismáticos que dan los que tienen el graduado en la vida en las madrugadas de aguardo. La voz ronca, la palma en el hombro, cerca de la cara del interlocutor por si toca dar una tortita amistosa en el cachete que refuerce el mensaje.
‘Nunca agaches la cabeza, nunca prestes dinero a un amigo, nunca te rindas a la vergüenza, nunca le pierdas la cara al enemigo’. ‘Nunca salgas de casa sin pasar por el baño, nunca pares donde no hay camiones, nunca le preguntes por lana al rebaño, nunca mezcles alcoholes’. ‘No te pongas calzoncillos debajo del bañador’, ‘Perfúmate antes de dormir‘, ‘A las guapas no les entra nadie’, ‘un hombre recto no es el que no tiene vicios, sino el que los cultiva y los domina’, ‘hay que tener aficiones’, ‘todo se fue a la mierda cuando…’, ‘Más se perdió en Cuba’.
Es la ambición controlada de quien no necesita que le sujeten el cubata porque lo sabe aguantar entre el tumulto acelerado sin que se derrame una gota. Es el aplomo del que sabe mediar en las trifulcas, del que sabe identificar cuando las tinieblas expiran, cuando las luces del garito anuncian en su oscilante movimiento que la diversión peligra, que es hora de moverse o de cogerse un taxi. Pero, ojo, también es esa lealtad bohemia del que repasa antes de salir a la calle el mapa. Del que mira sin ser visto, por alegrarse uno los jueves. Del que se echa por encima el brazo del soldado caído y le sostiene la frente mientras gripa. El que suelta un afable ‘todo controlado’ por aquí a los curiosos beodos que se acercan a reírse. Y ya montados en el taxi, con la bandera bajada y el cacharro de los números rojos corriendo, sacar a pasear esa educación cinco jotas: ‘Qué, jefe, ¿de ida o de vuelta? ¿mucho jaleo? ¿es esa su criatura? ¿Su nieta? Anda ya, lo hacía yo aún a usted poniendo semillas. Jajaja. A dormir la mona ya, eso es. Sí, se ha complicado la cosa, pero mañana otra vez en planta a las 7:00’.
Personajes a la medida de un país que el pseudoprogresismo woke quiso extirpar, pero que no pudo, que se colaron en su vientre como caballos de Troya que galoparon señoriales por allí. Asintiendo ante los dogmas, levantando el pulgar con cada ocurrencia, para después cogerle las vueltas con suma pericia. Son los hombres que estaban de acuerdo en que había que avanzar, y que ellos ayudarían sosteniendo la vela de un patriarcado blando, pero incorregible, que dejaría que lo llevasen de compras, que lo vistiesen de lo que les diera la gana, siempre y cuando pudiera seguir bajando al bar, a echar la quiniela, a arreglar el mundo con otros amigotes.
Viajaba en coche la banda del Peugeot, y seguro que José Luis contaba batallas, y reía, y fumaba, y anotaba mentalmente todo lo que ocurría. Hoy todo está gris, como esa remera old school suya, claman la mayoría de las asociaciones de jueces pidiendo que el Gobierno deje de hacer el cafre, el Fiscal se aferra a la poltrona, la UCO saca su informe sobre Cerdán, la nueva entrega del Interviú de la corrupción, pero el juez lo embarga y procede a solicitar registros en todos los puntos claves en los que se movió la trama. Coge velocidad de crucero lo de Air Europa. Al caradura Gallardo le enmiendan la plana de su chiste. Una semana más todo sigue saltando por los aires y los ministros y portavoces tuiteros bailan alrededor de la hoguera, echando los restos de sus maltrechas reputaciones, en la que antes o después serán sacrificados.
Pedro lleva más de cuarenta días sin contestar una pregunta, haciendo gracietas sobre el Falcon patrocinadas por sus empleados de ‘La Revuelta’, convertidos en bufones de la corte. La opinión sincronizada, compuesta por aquellos que bramaban por lo del plasma de Rajoy, hoy callan y se dislocan la dignidad cada mañana por los platós. Sánchez cuenta los segundos para que la gente pille vacaciones y el verano entierre en su orilla de paz el enésimo cofre de la amnesia colectiva. Mientras tanto, anuncia con pompa que Netflix invertirá mucha guita en España. Espero que tenga claro la multinacional que tienen un diamante en bruto en esta nación, una producción que dejaría en pañales a la Casa de Papel. Es el documental de Padrábalos, el Tony Soprano del Turia. Digan que no sería un gran inicio de temporada verlo a él, en camiseta de tirantes frente a un bol de cereales, pidiéndole a su nieto que le ponga el PC en suerte, que esa misma tarde comienza su etapa de youtuber.