El cometa 3I/ATLAS vuelve a situarse en el centro del debate científico tras la publicación de un nuevo artículo del astrofísico Avi Loeb. El profesor de Harvard, conocido por cuestionar las explicaciones convencionales sobre objetos interestelares, sostiene que este visitante del espacio profundo presenta anomalías difíciles de encajar dentro de las categorías clásicas de cometa o asteroide.
Para Loeb, el problema no es solo lo que sabemos del cometa 3I/ATLAS, sino lo poco que realmente conocemos de los objetos interestelares. Hasta ahora, la humanidad solo ha observado dos casos confirmados —1I/‘Oumuamua y 2I/Borisov— y, aun así, muchos expertos aseguran tener certezas sólidas. En su artículo, Loeb critica esa actitud y recuerda que el objeto interestelar presenta hasta trece anomalías respecto a sus predecesores. No es algo para tomárselo a broma.
La anticola del cometa 3I/ATLAS, el gran enigma
Uno de los elementos que más desconcierta a Avi Loeb es la llamada “anticola” del cometa 3I/ATLAS, visible en imágenes de alta resolución tomadas por el telescopio espacial Hubble antes y después del perihelio. Según explica, la orientación de esta estructura cambia de forma real y no puede atribuirse a un simple efecto de perspectiva, como ocurre en algunos cometas tradicionales.
Loeb subraya que las partículas de polvo microscópicas deberían haber sido arrastradas por la radiación solar y el viento solar. Si aun así existe una anticola, argumenta, debe estar compuesta por algo diferente. En artículos previos, ha explorado hipótesis que incluyen fragmentos de hielo que se evaporan antes de completar su trayectoria o incluso grandes objetos apenas afectados por la radiación.

Para defender la necesidad de investigar las rarezas del cometa 3I/ATLAS, Loeb recurre a un ejemplo de la física de partículas. Recuerda los costosos experimentos destinados a detectar neutrinos estériles, motivados por anomalías en datos anteriores. Aunque finalmente esos neutrinos no fueron confirmados, nadie calificó la investigación de absurda.
En ese sentido, Loeb se pregunta por qué las anomalías del cometa 3I/ATLAS generan rechazo inmediato cuando otros campos científicos dedican millones de dólares a comprobar hipótesis que acaban siendo descartadas. Para él, probar explicaciones alternativas no es un despilfarro, sino la esencia misma del avance científico. Además, está desencadenando teorías y especulaciones peores.
La hipótesis tecnológica y el choque con la ortodoxia
El artículo recuerda también el choque frontal entre Avi Loeb y parte de la comunidad científica. En uno de sus primeros trabajos sobre el cometa 3I/ATLAS, Loeb planteó que, si el objeto tenía un tamaño superior a los diez kilómetros, su trayectoria podría no ser casual.

Esa frase fue retirada a petición editorial. Lo que llevó al astrofísico a desarrollar un artículo completo sobre una posible interpretación tecnológica, posteriormente revisado por pares y publicado en otra revista.
Loeb denuncia que cualquier mención a un origen artificial del cometa 3I/ATLAS es tachada de “sinsentido”. Mientras que otras hipótesis fallidas han sido aceptadas sin escándalo. A su juicio, esta reacción revela más dogmatismo que rigor.
El interés público y la fecha clave de diciembre
Más allá del debate académico, el cometa 3I/ATLAS ha despertado una enorme expectación fuera de la universidad. Loeb destaca los mensajes de apoyo recibidos por ciudadanos que siguen con atención la trayectoria del objeto. Especialmente, ante la ventana de observación crítica alrededor del 19 de diciembre.

Ese interés popular refuerza, según Loeb, la necesidad de mantener una curiosidad abierta. Para el científico, el cometa 3I/ATLAS no es solo una rareza astronómica, sino una oportunidad para replantear cómo reaccionamos ante lo desconocido y qué preguntas estamos dispuestos a formular cuando algo no encaja en nuestros modelos previos.


