El cometa 3I/ATLAS vuelve a situarse en el centro del interés científico tras un hallazgo que la NASA y la comunidad astronómica internacional consideran especialmente relevante. El seguimiento del objeto, el tercer visitante interestelar confirmado, revela indicios de criovolcanes: estructuras capaces de expulsar agua helada en forma de erupción. Este comportamiento redefine lo que se creía sobre la actividad superficial de estos cuerpos procedentes de otros sistemas estelares.
La actividad global del cometa 3I/ATLAS sorprende a los astrónomos
El equipo liderado por el investigador español Josep Maria Trigo Rodríguez ha seguido al cometa 3I/ATLAS entre julio y noviembre de 2025. Sus observaciones detectaron un fenómeno inusual: una activación generalizada de la superficie, sostenida en el tiempo, más parecida a una red de erupciones heladas que a los chorros de gas típicos de los cometas que conocemos. El objeto mostró un incremento de brillo pronunciado cuando alcanzó las 2,5 unidades astronómicas del Sol. Una señal clara de que algo más profundo estaba ocurriendo en su interior.

Los datos fotométricos obtenidos resultaron esenciales para entender el comportamiento del cometa 3I/ATLAS. La medición de la luz reflejada mostró un patrón sostenido e inusual, incompatible con una simple sublimación del hielo superficial. Los investigadores detectaron, en cambio, un proceso continuo que activaba grandes áreas del objeto, sugiriendo que la capa de agua helada reaccionaba como un “manto eruptivo”. Similar a un volcán, pero compuesto de hielo y gas.
¿Qué impulsa la actividad interna del cometa?
Según el estudio publicado en arXiv, la clave está en los procesos internos del cometa 3I/ATLAS. El calentamiento del Sol no explicaría por sí solo la intensidad de las erupciones. Los astrónomos plantean que el hielo interno se derrite parcialmente y escapa como líquido y vapor, presurizando grietas que expulsan fragmentos y partículas heladas. La ausencia de una “corteza” polvorienta —común en los cometas del Sistema Solar— permitiría que el objeto liberara material en zonas mucho más amplias, aumentando la magnitud de su actividad.

La singularidad del cometa 3I/ATLAS podría tener implicaciones profundas. Según Phys.org, si este comportamiento fuera representativo de una población mayor de objetos interestelares, la ciencia debería revisar cómo se forman los cuerpos helados en discos protoplanetarios fuera del Sistema Solar. La química, la estructura interna y la actividad eruptiva del objeto desafían los modelos actuales y abren la puerta a nuevas hipótesis sobre la diversidad de mundos helados que viajan entre estrellas.
Una composición inesperada del objeto interestelar
Otro de los resultados más llamativos del estudio es la composición interna del cometa 3I/ATLAS. El análisis espectroscópico, comparado con muestras terrestres, sugiere una afinidad con meteoritos primitivos ricos en hierro y níquel. Los investigadores plantean que la interacción entre agua líquida y estos metales podría alimentar la actividad volcánica del objeto, liberando energía y gases que impulsan las erupciones heladas. Este comportamiento lo convierte en un laboratorio natural para estudiar reacciones químicas en condiciones extremas.

Los hallazgos sobre el cometa 3I/ATLAS consolidan su relevancia como objeto excepcional, capaz de ofrecer pistas únicas sobre la formación de cuerpos menores más allá del Sol. En sólo dos visitantes interestelares confirmados, cada nuevo dato amplía las posibilidades de comprender qué materiales circulan entre las estrellas y qué procesos físicos los moldean. El objeto no sólo ha sorprendido a la NASA y a los astrónomos europeos. Está obligando a replantear teorías que parecían consolidadas.


