El cometa 3I/ATLAS ha dado un salto inesperado en la clasificación de fenómenos interestelares al recibir la categoría de Nivel 4 en la nueva Escala de Loeb, un sistema diseñado por el físico teórico Avi Loeb desde Harvard. Esta escala, que puntúa de 0 a 10, evalúa el grado de anomalía de un objeto y determina cuándo es necesario considerar explicaciones no convencionales.
Para el cometa 3I/ATLAS, alcanzar este nivel implica que las hipótesis naturales comienzan a quedarse cortas. Por primera vez, la posibilidad de un origen tecnológico entra en la discusión científica.
Por qué el cometa 3I/ATLAS está generando tanto debate
Desde su descubrimiento, el cometa 3I/ATLAS ha levantado polémica: mientras algunos lo ven como un cometa atípico, otros lo contemplan como un candidato plausible a ser un artefacto interestelar. La Escala de Loeb se creó precisamente para evaluar objetos como este o como ‘Oumuamua, que presentan rasgos difíciles de encajar en los modelos tradicionales.
Su ascenso al Nivel 4 marca un punto de inflexión. El debate deja de ser meramente académico para convertirse en una discusión metodológica, donde la opción tecnológica no es certeza, pero sí una hipótesis que merece ser considerada.

Las observaciones del cometa 3I/ATLAS muestran un conjunto inusual de características que han sorprendido incluso a los astrónomos más prudentes. Factores como una composición dominada por níquel, un contenido extremadamente bajo de agua, una aceleración no gravitacional y una trayectoria hiperbólica refuerzan la idea de que no estamos ante un cuerpo ordinario.
A estas anomalías se suma una polarización negativa extrema, jamás documentada en cometas conocidos, y una velocidad que roza los 57 km/s. El conjunto ha llevado a Loeb a sugerir que “la hipótesis tecnológica es más plausible que la existencia de un cometa natural con tantas rarezas simultáneas”. El objeto, en este sentido, se ha convertido en un caso de estudio sin precedentes.
El cometa se acerca a su fase más reveladora
El próximo 19 de diciembre de 2025 será un momento clave para el cometa 3I/ATLAS, ya que alcanzará su máxima aproximación a la Tierra. Hablamos de unos 267 millones de kilómetros. Una distancia totalmente segura. Telescopios terrestres y orbitales han ajustado sus agendas con observaciones especiales para intentar resolver el misterio.
La comunidad espera detectar variaciones en el brillo, cambios en la dinámica o patrones espectrales que puedan apoyar —o descartar— la hipótesis de un origen artificial. La “ventana de oportunidad” será breve, pero posiblemente decisiva.

Aunque la clasificación del cometa 3I/ATLAS ha encendido la imaginación del público y alimentado debates entre investigadores, la postura oficial de la NASA se mantiene firme. En una rueda de prensa en el Centro de Vuelo Espacial Goddard, el funcionario Amit Kshatriya descartó cualquier interpretación extraordinaria: “Este objeto es un cometa. Todas las pruebas apuntan a que se trata de un cometa”.


