Es frecuente escuchar frases en el mundo del deporte que ayudan a explicar desde dónde se inician los ciclos ganadores de los equipos que dominan una disciplina durante un tiempo. “Donde más se aprende es en la derrota” o “todas las grandes victorias suelen gestarse a partir de una derrota”.
Y hay miles de ejemplos de ello, uno muy vigente, el de la selección española de fútbol masculino, que un año y medio después de quedar eliminada contra pronóstico en la eliminatoria de octavos de final del Mundial de Qatar, en la tanda de penaltis, se impuso en la final de la Eurocopa de 2024 haciendo un torneo memorable. Cuando en un año arranque el próximo Mundial de EEUU, esa misma selección que abandonó antes de lo previsto y desolada, Doha, será una de las grandes candidatas a la victoria final en ese campeonato del Mundo.
El sábado por la tarde, al ver interrumpido el ciclo ganador en Europa del FC Barcelona femenino, me preguntaba si ese equipo tuvo alguna derrota, antes de empezar el ciclo, de la que aprender. Y es que este Barça había ganado en tres ocasiones la Champions, la primera fue en la temporada 2020-21 goleando al Chelsea 0-4 en la final. La segunda final consecutiva, que era la tercera en total , pues el Barça jugó su primera final en la 18-19 perdiendo ante el entonces intratable Lyon por 4-1, también perdió contra el mismo verdugo, el Lyon. Desde aquel año, el equipo de Alexia y Aitana confirmó su dominio imponiéndose en la 2022-23 ante el Wolfsburgo por 3-2 y en la pasada temporada, en la final de San Mamés ganando 2-0 de nuevo al Lyon.
El palmarés de este equipo solo ofrece razones para sacar conclusiones de la justa aunque dolorosa derrota ante el Arsenal y volver a levantarse. Tres Champions prácticamente seguidas, diez ligas y diez Copas de la Reina, que pueden ser once en unos días, junto con los cuatro Balones de Oro conseguidos por Alexia y Aitana Bonmatí en los últimos años justifican que el club analice internamente qué debe hacer la sección para evitar que otros rivales desactiven el juego que ha caracterizado a este equipo en todos esos éxitos y que no fue capaz de llevar a cabo en la final de Lisboa.Pese a que ganó la posesión de balón, disparó más a puerta que su rival , creó más peligro, el Barça de la final no fue el mismo de siempre.
En la zona mixta tras la final, Aitana Bonmatí, la jugadora que quizás exteriorizó más que ninguna otra el dolor y la decepción por no complacer a sus seguidores desplazados ,como ya es costumbre en la finales, se refería a esa derrota antes mencionada en la final de Turín en 2022 por 1-3 ante el Olympique de Lyon.”he recordado mucho esa final, la misma imagen”.
Puede que la desolación le pasase una mala factura a Aitana, ya que en Turín el Barça perdía en el minuto 33 por 0-3. O puede que las sensaciones de no poder desarrollar su juego, independientemente del resultado, fueran realmente las mismas en Lisboa que en Turín en 2022. Y es posible que en esa respuesta de Aitana esté esa derrota sobre la que se cimentó ese ciclo espectacular de los últimos 3 años.
Lo que está claro es que poco hay que reclamarle a Aitana ni a sus compañeras, y sí en cuanto a la respuesta táctica desde el banquillo y el acierto o desacierto en los cambios, especialmente el de Claudia Pina en el 62 para dar entrada a Salma Paralluelo a falta de media hora y aún con el 0-0 en el marcador.
Perder es parte del deporte, en realidad una parte esencial. Pero cuando se gana siempre, se pierde una perspectiva imprescindible para valorar la victoria.