Festival de Bayreuth. Festspielhaus. 25-VII / 22 VIII de 2025. Richard Wagner: Los maestros cantores de Núremberg. Reparto: Georg Zeppenfeld (Hans Sachs), Michail Nagy (Sixtus Beckmesser), Jongmin Park (Veit Pogner¬), Michael Spyres (Walther), Matthias Stier (David), Christina Nilsson (Eva), Christa Mayer (Magdalene), etcétera. Dirección de escena: Matthias Davids. Escenografía: Andrew D. Edwards. Vestuario: Susanne Hubrich. Iluminación: Fabrice Kebour. Coro y Orquesta titulares del Festival de Bayreuth. Dirección de coro: Thomas Eitler de Lint. Dirección musical: Daniele Gatti.
Este verano está teniendo lugar la 149º edición del Festival de Bayreuth que se abrió, como es costumbre, el pasado 25 de julio con siete funciones –todas ellas vendidas– de Die Meistersinger von Nürnberg que terminaron el pasado viernes, 22 de agosto, con la ocurrente nueva producción del director alemán Matthias Davids (1962) y dirección musical de Daniele Gatti.
La poderosa imagen totalmente kirsch de una inmensa vaca hinchable de colores chillones, situada boca bajo sobre la luminosa escena de la pradera del tercer acto, ha dado la vuelta al mundo convirtiéndose en la foto reclamo de la actual edición del festival que concluirá mañana con Parsifal, dirigida musicalmente por tercer año consecutivo por Pablo Heras-Casado. La escenografía, diseñada por Andrew D. Edwards, tuvo su punto culminante en el tercer acto conclusivo de la ópera, que fue de una mucha vistosidad y estaba presidida por una gran estrella luminosa formada por decenas de bombillas parpadeantes situada en el fondo del escenario que nos recordaba la final de un Concurso de Eurovisión de los años noventa. En el centro Eva, la protagonista femenina de la ópera, envuelta con un enrome mazo de flores, como si fuera la Pilarica. Ella era el premio que Pogner, su padre y maestro cantor, ofrecía al vencedor del concurso de canto. Fue sin duda el acto más impactante de una producción brillante y divertida, que no ha gustado a más de un wagneriano obstinado, a pesar de que estamos ante la única ópera cómica que compuso el trascendente Richard Wagner.
Matthias Davids fue capaz de crear una luminosa y atractiva escena con un movimiento escénico rico y variado, que consiguió no solo con los diecisiete solistas del inmenso reparto vocal sino también con todos y cada uno del centenar de miembros del coro, perfectamente individualizados y coreografiados creándoles divertidas y bulliciosas escenas que deleitaron (y mucho) al conocedor público del festival wagneriano que en estas representaciones llegó a exteriorizar más de una sonora carcajada.
La monumentalidad de la segunda escena del tercer acto contrastó poderosamente con la sencillez y economía de medios con la que Davids y su escenógrafo Edwards concibieron el intimo taller del zapatero Hans Sachs. Ubicado en el tercio central del inmenso escenario del Festspielhaus de Bayreuth. Además consiguió un eficaz y radical cambio de escenario, totalmente a vistas, para crear en poco menos de dos minutos la bulliciosa escena de la pradera del tercer acto con el concluye la octava ópera de Richard Wagner. De las trece obras líricas que compuso el genial compositor alemán, Los maestros cantores es una de las óperas más largas de la historia del género lírico, alrededor de cuatro horas y media solo de música, que en Bayreuth puede llegar a durar más de seis horas y media debido a sus largos descansos.
Daniele Gatti (Milán, 1961) no aparecía por Bayreuth desde aquel magnífico Parsifal producido escénicamente por Stefan Herheim (2008), ya que tuvo que renunciar al año siguiente a la nueva Tetralogía por las infundadas acusaciones del “Me too”, que luego quedaron en nada. Su dirección de los Maestros, en consonancia con la vitalidad y ligereza de la producción escénica de Matthias Davids, fue muy detallista, con tiempos vivos y una cuidada claridad de texturas, sacando de la magnífica orquesta del festival un sonido elegante y refinado. Por supuesto, en las antípodas de otras lecturas (igualmente válidas) de intensidad y densidad sonora mucho más ampulosas de otros grandes directores wagnerianos como Daniel Barenboim o Christian Thielemann.
El reparto estuvo encabezado por el gran bajo wagneriano Georg Zeppenfeld, como el zapatero Hans Sachs, que interpretó esta exigente parte como si se tratara de un enorme Lied. Realmente emocionante su actuación, Zeppenfeld lució una dicción inmaculada y un canto sosegado y firme sin llegar caer nunca, como tantos otros colegas suyos, en un inapropiado sprechgesang. El personaje del malévolo administrador municipal y maestro cantor Sxtus Beckmesser, el contra-Sachs, es la otra gran parte vocal de la partitura y estuvo encarnada por el barítono alemán Michael Nagy, que bordó la parte con una actuación realmente cómica, y divertida aportando al personaje lirismo y frescura vocal, además de una actuación escénica intachable.
Walther, el papel menos wagneriano de la ópera, lo interpretó el tenor estadounidense Michael Spyres, ahora tan de moda, cantó como demanda el personaje, con buen gusto y una emisión muy musical y clara, luciéndose especialmente en la “canción del premio”. El otro tenor Matthias Stier, como David, fue el cantante más flojo del reparto con algunos problemas en la octava aguda y una timbre vocal no demasiado atractivo. La adolescente y encantadora Eva, hija del maestro Pogner, estuvo muy bien servida por la soprano sueca Christina Nilsson, de excelente línea y poseedora de una voz atractiva de lírica pura de indudable atractivo. El resto del elenco tuvo un buen tono general e incluía al resto de los Maestros y al Sereno, un auténtico lujo en estas representaciones al contar con la estupenda voz del bajo Tobias Kehrer, un habitual de Bayreuth. Formidable el coro del festival, dirigido desde este verano por Thomas Eitler de Lint, que bordó el último acto.
En definitiva, una velada muy divertida escénicamente y bien resuelta en la parte musical, gracias a un excelente reparto y un sólido maestro, felizmente recuperado en el mítico foso del Palacio de Festivales de Bayreuth