Opinión

El juicio a una época

Barcelona, 1986. .Jordi Pujol y su esposa, Marta Ferrusola posan con sus siete hijos: Mireia, a la dch. de su madre; Oriol, detrás; Marta; Josep, con camisa azul; Jordi; Pere y Oleguer.
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Esta semana ha arrancado en la Audiencia Nacional el juicio a Jordi Pujol, sin duda el político catalán más influyente de la segunda mitad del siglo XX y el que durante muchos años ha “gobernado” España porque sin el voto de Jordi Pujol ni PSOE ni PP hubiesen alcanzado el gobierno en muchas elecciones.

Sobre él que finalmente no se va a librar de la vista oral porque los forenses han determinado que puede seguir el juicio vía telemática, pesa una petición de pena de nueve años de prisión por delitos vinculados a la corrupción. Se juzga también a siete de sus hijos y a todos se les acusa de aprovecharse de su situación política privilegiada durante décadas para acumular un patrimonio desmedido gracias a las adjudicaciones públicas. En el año 2014 el periodista de la Cadena SER Josep Cuní, consiguió arrancar una confesión a Pujol sobre la fortuna amasada en Andorra pero el expresident siempre dijo que ese dinero procedía de una herencia de su abuelo Florenci que no pudo regularizar y que nunca han podido demostrar.

Jordi Pujol - Política
El expresidente de la Generalitat Jordi Pujol en la abadía de Sant Miquel de Cuixà, en Codalet (Francia).
EFE/David Borrat

El juicio supone un verdadero examen a toda una época en Cataluña, marcada por 23 años consecutivos de gobierno (1980-2003) presididos por el fundador de Convergencia de Catalunya sobre los que han pesado muchas acusaciones de clientelismo vinculadas a la familia Pujol. Y la prueba que confirma esto es que junto al clan Pujol otras 11 personas, la mayoría empresarios, se van a sentar en el banquillo de los acusados. Por eso no se puede confundir esta causa judicial con una voluntad de revanchismo político como han venido insinuando algunos de los acusados pertenecientes al clan Pujol.

Nadie en Catalunya hubiese imaginado que el patriarca de los Pujol pudiese acabar en el banquillo. Cuando el diario El Mundo publicó la información sobre la fortuna amasada en Andorra mucha gente dudó alegando que con tanto dinero era prácticamente imposible seguir manteniendo una vida tan austera. ¿Se acuerdan de aquel registro en casa de los Pujol efectuado por la UDEF de la Policía Nacional en la que todo el mundo pudimos ver como se mantenían aquellos servicios e inodoros propios de la década de los 70? y ¿Se acuerdan de aquella frase gloriosa del propio patriarca en un medio de comunicación cuando soltó aquello de “quien coño es la UDEF”?

Pujol (CiU) junto Calvo Sotelo y Suárez en el pleno de constitución de las Cortes de 1977
Pujol (CiU) junto Calvo Sotelo y Suárez en el pleno de constitución de las Cortes de 1977
Efe

Quizá el patriarca y ex honorable no conociese entonces a la UDEF, pero las cantidades de millones que manejaba la familia eran escalofriantes: 290 millones de euros. El clan llegó a mover hasta 3.000 millones de euros en paraísos fiscales para ocultar el dinero, aunque no todo ese dinero resultó después beneficio ilícito.

De esa época gloriosa del pujolismo, donde él era valorado y respetado por una gran mayoría de catalanes, se pasó a la caída inmisericorde de la familia Pujol y de todo lo que oliese a ello. Se llegaron a arrancar estatuas del ex president y se borraron las calles de su nombre. Cuántas veces se habrá arrepentido el ya no honorable de haber “metido mano” presuntamente donde no debía para conseguir un dinero que en realidad no necesitaba. La gloria que ostentaba entonces le podía dar todo eso y mucho más sin necesidad de corromperse. La codicia es la piedra en las que más a menudo tropieza el ser humano. Que se lo cuenten si no a Rodrigo Rato o al propio José Luis Ábalos. Sobre todo en los humanos que han conseguido el poder y luego quieren llevarse el dinero que no es suyo.

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