Opinión

Qué es el FOMO y cómo puede limitar la diversidad de perspectivas

Palabra FOMO
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En los últimos años estoy percibiendo una mayor dificultad para generar diálogos y debates al final de las conferencias. Me da lástima, porque me parecía la parte más enriquecedora de esos encuentros físicos, que precisamente hacen posible el intercambio de perspectivas, discrepar y escuchar diferentes testimonios. Pero ahora, cuando abres el turno de palabra y cedes el micro, hay muy poca interacción. Se escucha algún agradecimiento, que es algo que no incomoda, pero hay poco intercambio dialéctico. Y no es porque todo el mundo piense de la misma manera. A veces, ante un contenido con el que parte del público no está de acuerdo sí se genera un murmullo o incluso un aplauso multitudinario con silbidos, pero cuando preguntas el porqué de esa reacción, nadie se atreve a alzar la voz.

Quizás nos hemos acostumbrado a verlo todo online, grabado y publicado posteriori, donde no hay posibilidad de dialogar a tiempo real. Como mucho podemos dejar un comentario sabiendo que quien ha creado el contenido probablemente no contestará. O como los audios de WhatsApp, que tampoco permiten un diálogo abierto y pueden llegar a reprimir cualquier intento de réplica tras quince minutos seguidos de mensaje unidireccional.

Con la llegada de las redes sociales se habla mucho del FOMO (acrónimo de Fear Of Missing Out en inglés) que es el miedo a perderse alguna información y quedarse fuera de la conversación pública. Pero pocas veces se menciona que el FOMO también puede generar miedo a expresar ideas distintas a lo que opina la mayoría, ya que esa también es una manera de quedarse fuera. Si lo que estamos viendo en las redes sociales es una opinión homogénea acerca de un tema, condicionará nuestro posicionamiento público. Una de las maneras de obtener validación social son los likes, así que, si tienes un negocio, eres influencer, o simplemente buscas gustar, es muy probable que te sumes a la opinión más popular.

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El término ‘FOMO’
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Sabemos que los algoritmos nos muestran aquellos temas que están de moda y generan conversación pública, pero ¿nos ofrecen una diversidad de opiniones acerca de ellos o solamente una? Hay empresas que se denominan agencias de astroturfing, que trabajan precisamente con la hipótesis de que una opinión mayoritaria arrastra a las demás personas a opinar de manera similar. Estas agencias son contratadas para generar una gran cantidad de mensajes a favor o en contra de algo en un momento determinado. Se componen de una estructura de cuentas falsas, con apariencia espontánea, que emiten mensajes cuidadosamente calculados y orquestados. Muchos de los trending topics que vemos están generados de manera artificial. Si ya hay una opinión mayoritaria generada, es más difícil discrepar. Y, cuando alguien vaya a buscar opiniones sobre ese tema, los resultados van a ser muy homogéneos. Una dinámica que no va a propiciar ninguna discordancia.

También ocurre que, cuando alguien emite una opinión diferente en el espacio digital, se expone a ser atacado y censurado. Insultar desde perfiles anónimos es muy fácil y sale gratis, así que el miedo a ir a contracorriente se multiplica. Este temor, patente en el mundo virtual ya se está trasladando al espacio físico y nos afecta a todas las personas. Basta que te pongan un micro delante y te graben con una cámara para empezar a utilizar expresiones comunes y palabras vacías y dar un discurso entero sin decir nada. Tienes que opinar sobre el tema de moda, pero a la vez no quieres que te penalicen ni quedarte fuera.

La consecuencia social es el empobrecimiento del debate público, en el que apenas hay diversidad de perspectivas, sino sentencias unánimes que dificultan contrastar, matizar, profundizar e incluso cambiar de opinión. La libertad tiene que ver con la posibilidad de elegir, y para ello necesitamos disponer de distintas opciones. Además, los relatos únicos e incuestionables nos acaban volviendo intolerantes. Empezamos a percibir las ideas distintas como ataques, en lugar de respetarlas y entender que pueden enriquecer nuestra propia postura. La consecuencia individual es sentirse mal por tener una opinión distinta a la que se ve en las redes sociales y evitar participar en cualquier conversación.

FOMO. Shutterstock
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Dentro de una democracia lo deseable es que convivan ideas diversas que construyan una ciudadanía crítica y activa, capaz de tomar sus propias decisiones. Por ese motivo es necesario liberar el espacio digital de la imposición de los algoritmos y poder tener acceso a distintos puntos de vista. Para no sentirnos fuera cuando queramos expresarnos, sino parte de la riqueza.