Opinión

Rentabilidad de cuatro años

Apagón eléctrico en 2025 - Sociedad
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Que existen modelos que se han de diseñar a largo plazo es algo obvio en cualquier ámbito de la vida; por lo menos, aquellos que han de definir objetivos principales hacia los que ir.

En materia de política energética en España hemos vivido muchos altos y bajos, muchas improvisaciones, mucho dogma, y en ocasiones poca capacidad de escucha hacia muchos técnicos.

A lo largo de nuestra democracia reciente hemos visto diferentes “desastres” en materia de panificación energética que han terminado pagando los ciudadanos. Desde aquel famoso “El sol puede ser tuyo” de Rodríguez Zapatero, hasta el cambio de políticas en materia de renovables – con retroactividad -promovida por el exministro Soria el cual nos llevó a diferentes tribunales internacionales además de dejarnos un déficit de tarifa “interesante”. O también la presentación por parte de la señora Ribera del Plan Nacional de Energía, en el que se recogía mucha ideología, pero poco del cómo, cuándo, cuánto y quién desarrollaría todo lo planteado.

El pasado 28 de abril España vivió una situación cercana a la comedia, si no fuese, porque ha ocurrido en la realidad y los efectos que ha tendido. 15 GW se cayeron de la red en tan solo cinco segundos, lo cual provocó un apagón histórico que afectó a la España peninsular.

Además de diversas teorías de la conspiración, ciberataques y explicaciones rocambolescas; también comenzaron a aflorar los mensajes contradictorios – o ausencias de explicaciones – por parte del Gobierno y de los responsables de Red Eléctrica.

El Gobierno de Portugal que también sufrió este apagón, reclamó a Bruselas una auditoría independiente para esclarecer el por qué de lo sucedido, aparentemente “no se fía” de las informaciones que se estaban dando por parte de las instituciones españolas.

La realidad de la situación es que existen conflictos sobre tecnologías que se debieran de tratar de manera técnica, o no tanto ideológica. Por ejemplo, la alta penetración de renovables en ese momento y las fluctuaciones que provocan en su entrada al sistema advertían de la posibilidad de este tipo de desenlaces, o por lo menos así lo han manifestado diversos profesionales especializados del sector.

¿Se podía prever? Al parecer sí, debido a que se lleva años advirtiendo de que la política energética dogmática e ideológica que se estaba tomando podría introducir inestabilidad en el sistema si se hacía sin una planificación correcta. La ministra Aagesen en la última sesión de control ha deslizado que ella ya estaba en las dependencias de Red de Eléctrica desde las 11:30 de la mañana, y teniendo en cuenta que el incidente tuvo lugar a las 12:33, ha dejado servida la polémica sobre si ella sabía que esto iba a suceder.

El debate parece estarse reduciendo a nuclear sí o no, renovables sí o no, y minimizarlo a esos aspectos es del todo temerario. No se trata de sí o no a algo, se trata de cómo, cuánto y cuándo.

La política energética española siempre se ha visto afectada – al igual que la educativa, por ejemplo – del límite de cuatro años para poder rentabilizar los logros políticos; porque lamentablemente, la rentabilidad a cuatro años es la que prima a la hora de establecer muchas de las políticas, aunque estas vayan en contra del proyecto de país que se debería marcar.

Con una situación política de patio de colegio llena de debates estériles, se presume imposible que los grandes partidos se sienten para hablar algo que tendría que planificarse en consenso y que se debería de implementar a lo largo de los siguientes veinte o treinta años.

El resumen es que quizás y solo quizás lo que necesitaríamos es un apagón político que resetee los parámetros y que nos deje un grupo de dirigentes capaz de pensar en el bien común y el proyecto de país, y no solo en la rentabilidad a cuatro años que podrán sacarle a sus planteamientos.

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