Análisis

El dato que Sánchez obvió sobre el cierre de las nucleares en la factura de la luz

El presidente recriminó a las eléctricas "querer que la clase media trabajadora pague el coste de prorrogar las nucleares", pero omitió que, sin energía nuclear, el recibo sería un 23% más caro para los consumidores

En la imagen, dos reactores nucleares en España.
Kiloycuarto.

La comparecencia de Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados para dar explicaciones sobre las causas del apagón dejó la ecuación sin resolver: “Se harán públicas con transparencia absoluta, pero el proceso llevará tiempo“. Entretanto, el presidente volvió a aprovechar la tribuna del hemiciclo para recriminar a las eléctricas su defensa de la energía nuclear. En esta ocasión, optó por la estrategia de lanzar la pelota a su tejado. Recordó que fueron las grandes empresas energéticas las que, en 2019, pactaron entre sí un calendario de cierre para las centrales nucleares —“que, lógicamente, el Gobierno apoya”— y las retó a presentar un calendario distinto.

“Nosotros los escucharemos” —afirmó Sánchez— “como escuchamos a todos los sectores, porque somos un Gobierno dialogante”. Eso sí, condicionó una eventual prórroga al cumplimiento de tres requisitos: la garantía de la seguridad de los ciudadanos, del suministro eléctrico y de que sea económicamente viable.

“Es decir, que no sea a costa del bolsillo del contribuyente, sino a costa del bolsillo —por cierto— de los ultrarricos que presiden esas grandes energéticas propietarias de las centrales nucleares”, afirmó.

Sobre la clase media trabajadora

Como buen comunicador, Sánchez apeló a un principio básico: cualquier mensaje llega mucho mejor a la gente cuando le tocas el bolsillo. “Lo que quieren estas grandes empresas propietarias de las centrales nucleares es que sea la clase media trabajadora, y no ellos, quien pague el coste de prolongar la vida de estas centrales”, dijo, en alusión a la demanda del sector de rebajar su carga fiscal.

El presidente del Gobierno durante su intervención en el pleno.
La Moncloa.

“Los que se muestran partidarios de prorrogar el cierre de las nucleares, como he dicho antes, omiten deliberadamente la cara B de esa propuesta, que es exigir una bajada sustantiva del impuesto energético y de la tasa Enresa. Es decir, que lo paguen, no los grandes empresarios, sino los consumidores. Además, con un coste de oportunidad muy importante: una merma de recaudación que podría afectar, efectivamente, a políticas públicas relevantes como la social o la educativa”, insistió.

El dato de la factura de la luz que omitió Sánchez

Sin embargo, en su argumentación, Sánchez omitió un dato que también afecta al bolsillo de los consumidores: sin la energía nuclear, la factura de la luz sería un 23% más cara. ¿Por qué? Aunque el Gobierno trate de desdibujar el papel de la generación síncrona —como la nuclear o los ciclos combinados—, esta es clave para la estabilidad de la red y para garantizar potencia firme frente a fuentes más inestables como las renovables.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) advirtió el pasado febrero que el cierre de las centrales nucleares en España supondrá un aumento de la dependencia de los ciclos combinados de gas, salvo que se incremente la capacidad de almacenamiento. En este sentido, un informe de PwC concluye que, en un escenario sin nuclear, los ciclos combinados tendrían que suplir prácticamente toda la pérdida de generación. Esto provocaría un aumento del precio mayorista de la electricidad —en torno a 37 euros por megavatio-hora (MWh)—, incrementando la factura eléctrica en un 23% para el sector doméstico y la pequeña y mediana empresa, y en un 35% para la industria.

Como explica un experto del sector, “los costes de combustible nuclear son mucho más bajos que los del gas y, al fin y al cabo, es importante tener un mix diversificado de tecnologías ante eventos en los mercados del gas”.

La fiscalidad

No fue la única cara B que eludió Sánchez en su intervención. En 2024, el Ejecutivo subió un 30% la Tasa Enresa -a través de la cual se financia la gestión de los residuos nucleares y su desmantelamiento futuro-, frente al 19% pactado como máximo en 2019 con el sector. “La fiscalidad sobre la energía nuclear se ha incrementado en más de un 70% en los últimos cinco años entre impuestos, ecotasas autonómicas y la Tasa Enresa, que el Gobierno ha incrementado de forma unilateral”, denuncia desde hace meses el Foro Nuclear, que representa, entre otros, a EDP, Endesa, Iberdrola y Naturgy.

Actualmente, producir 1 MWh de energía nuclear cuesta alrededor de 65 euros: este coste incluye casi 11 euros de la Tasa Enresa y otros 16 euros en impuestos y tasas que el sector considera redundantes. Frente a estos costes, el precio en el mercado a futuro ronda los 55 euros, lo que en la práctica supone asumir pérdidas del 15%. El sector estima unas pérdidas acumuladas de 1.300 millones de euros anuales por esta carga fiscal “desproporcionada, discriminatoria y asfixiante”. “Esta excesiva carga impositiva, muy por encima de la media europea, conduce a que las centrales nucleares españolas sean artificialmente inviables, a pesar del interés de sus titulares por seguir”, insiste el sector.

La nuclear es energía verde, según la UE

 

“No vamos a desviarnos ni un solo milímetro de la hoja de ruta planificada en materia energética desde 2018. Las renovables no son solo el futuro, son nuestra única opción. Son la única manera de reindustrializar España”, argumentó Sánchez en defensa del modelo energético que el Ejecutivo impulsa desde 2018.

“El futuro energético de España será verde o no será”, sentenció Pedro Sánchez. Pero, según la clasificación oficial de la Comisión Europea, esa España verde también puede incluir la energía nuclear. Y, por ahora, sin ella, lo que puede ocurrir es que a corto plazo las familias vean más caro su recibo de la luz.