Lo siento, pero estoy cansada de tanta música. Y, dicho así, podría parecer que no me gusta la música, cuando sucede todo lo contrario. Me encanta la música, pero también me gusta el silencio. Y lo que creo es que hay espacios donde hay que reivindicar el silencio. A esto me refiero cuando digo que estoy cansada de tanta música.
Y es que, desde hace un tiempo, por ejemplo cuando uno va a la playa, es necesario alejarse de los chiringuitos bastantes cientos de metros porque la música ya no se pone para que la escuchen los que, en el local quieren tomar una copa o un café. No. Ahora la música tiene el volumen de una discoteca. Y los que queremos estar en la playa escuchando el sonido del mar ya podemos buscar un lugar bien, bien alejado, si queremos escucharlo.
¿Y qué decir de los restaurantes con música en directo que proliferan por todas partes? Por favor, sólo quiero comer, no quiero un concierto mientras como y mucho menos que quien canta lo haga a unos centímetros de mí. ¿Y los restaurantes donde sin que hayas terminado de cenar suben la música de manera que parece una discoteca y ya no puedes ni hablar?
¿Terrazas en la calle? A ciertas horas, también discotecas. Que digo yo que una cosa es ir caminando por la ciudad y oír el ruido inevitable y constante de los coches, semáforos o las personas que van por la calle, y otra cosa es que los bares tengan terrazas en las aceras que en muchos casos parecen discotecas por el volumen de la música que tienen puesta. Que pasas por la terraza hablando con otra persona y no te escuchas.
Y lo mismo pasa con determinadas tiendas. Sí, lo has descubierto, son las tiendas en las que no entro.
“Todo es marketing”, me dicen. “Está todo pensado para que el consumo sea mayor“. “Lo sé, pero yo en esos lugares no solo no consumo, sino que intento no entrar”, respondo. Y estoy segura de que hay muchas más personas como yo.
Pues eso, que sólo pido un poco de silencio, por favor. Que a mí me encanta la música, que me gusta mucho ir a conciertos, pero que no pasa nada por escuchar el sonido propio de muchos lugares donde uno va.
Estoy convencida de que dentro de un tiempo todo esto se invertirá y se pagará por ir a lugares donde no haya música, sin más.
Se pasará esta fiebre, como se pasan todas, y en los restaurantes la gente no tendrá que pedir que se baje la música y en las terrazas se oirá de nuevo el sonido de la calle o, si hay algún árbol cerca, hasta el canto de algún pájaro.
Mientras tanto, estoy por crear un buzón donde otras personas como yo puedan enviar su mensaje pidiendo silencio o, al menos, pidiendo que no haya música a todas horas en todas partes.
Que, de verdad, me encanta la música, pero tampoco pasa nada por tener un poco de silencio.