Díaz intenta zafarse de la corrupción del PSOE y forzará la votación de la reducción de jornada el 22 de julio

El PSOE no frenará que se vote la enmienda a la totalidad de Junts el 22 de julio. Sumar confía en que se retire a última hora y esquivar el riesgo de que caiga la ley

Yolanda Díaz opta por poner toda la carne en el asador para afrontar una situación crítica, en la que intenta sacar cabeza y distanciarse de la corrupción que salpica al PSOE. Fuentes del ala de Sumar en el Gobierno aseguran que la vicepresidenta segunda aspira a que el pleno del Congreso de los Diputados vote la enmienda a la totalidad de Junts per Catalunya a la ley de reducción de la jornada laboral el próximo 22 de julio. Con o sin los apoyos garantizados.

Desde la dirección del PSOE no ponen hoy trabas a que el pleno escoba, el último del curso político antes de las vacaciones de verano, aborde esta materia. Hasta ahora, la respuesta habitual de los ministros socialistas y dirigentes del partido consultados era que el proyecto de ley avanzaría en su tramitación una vez tuvieran los votos amarrados, no antes. Distintos dirigentes afirman a Artículo14 que la pelota está en el tejado de la vicepresidenta.

Díaz no esconde que aspira a recuperar foco y parte de su capital político con la aprobación de esta norma. También necesita medidas de gestión de las que presumir, en un contexto en el que la proximidad con el PSOE es abrasiva para la izquierda alternativa. Primero tiene que superar el debate de totalidad de la norma, uno de los momentos más sensibles de la andadura de cualquier ley en el Parlamento. Y después deberá seguir impulsando su tramitación en comisión, hasta su aprobación de vuelta al pleno.

La vicepresidenta, según distintos dirigentes de su espacio político, se guarda dos ases en la manga: el primero tiene que ver con Junts, que según estos dirigentes estaría dispuesto a retirar su enmienda in extremis. Es lo que Díaz ha trasladado a los suyos, y visto el historial de Junts no está exento de peligros.

La estrategia de la también ministra de Trabajo pasa por erosionar al PP, por “perseguirle”, afirman los suyos. Por amenazarle con cómo quedará retratado votando contra una norma tan popular. La referente de Sumar se queja de que los conservadores no han asistido a su ronda de contactos para impulsar la norma y aprovecha para desgastarlos.

Sabe perfectamente que tiene un escaso margen de maniobra, que el contexto la empuja directamente a los brazos de Junts. “Hay negociaciones y hay avances”, admite un dirigente de Sumar sobre las conversaciones. De ahí a lograr el aval de los independentistas catalanes hay un largo trecho.

Ya antes de presentar la enmienda de totalidad, el partido de Carles Puigdemont había arremetido con dureza contra la reducción de jornada. Las patronales catalanas le declararon la guerra a esta norma, y Junts cuenta hoy con muy pocos argumentos para apoyarla. Además de ofrecerles recuperar las ayudas a las pequeñas y medianas empresas que ya ofreció a los representantes de los empresarios españoles antes de que se descolgaran de las conversaciones, Díaz cuenta con un segundo comodín.

Lo mostró en una entrevista televisada, en La Sexta, hace algo más de una semana. La actualidad, marcada por la caída política de Santos Cerdán por su vinculación con el caso Koldo, contribuyó a opacar este órdago. Pasaría, como explican fuentes de su formación, por desgajar de la norma todo lo que tiene que ver con el endurecimiento de los requisitos del registro horario de las jornadas de los trabadores.

En el entorno de Díaz insisten en que ésta es la parte de la ley que genera mayores recelos entre los empresarios -algunos convenios ya recogen jornadas de menos de 40 horas semanales-. Y advierten de que, si la norma descarrila en la votación de totalidad, impulsarán los cambios en el registro horario a través de un real decreto. “La patronal dijo que lo único que le preocupaba era el registro horario”; “Sí no pasa la totalidad, vamos a aplicar de verdad el registro horario”, alertan.

Ahora aseguran que, si cae la norma, no supondrá “un golpe”

El contexto es de extrema debilidad para Díaz, en números rojos según todas las encuestas. Desde hace más de dos años defiende la reducción de la jornada laboral como su medida estrella. Hoy, en paralelo a sus movimientos para impulsar esta votación clave para la norma, desde la Vicepresidencia Segunda afirman que un fracaso parlamentario de la ley no supondría “un golpe” político.

Es la iniciativa a la que Díaz ha dedicado un mayor esfuerzo, a la externa y a la interna; la norma que compara recurrentemente con la reforma laboral, de la que presume el propio Sánchez. La misma por la que han organizado una gira por distintos puntos de España. En enero llegaban a alertar de que el Gobierno se jugaba su futuro a esta carta. Y, sin embargo, ahora intentan convencer de que el impacto de su voladura no sería tal: “La volvemos a llevar”, resumen.

Las mismas fuentes insisten en que votar en contra retrataría al PP. “Vamos a coger una banderita”, advierten, para poner el foco en sus detractores. “Hay pérdidas que te hacen ganar”, apostillan. “Tenemos que dar la batalla cultural también con esto”, apunta un dirigente del grupo parlamentario. Después de aprobar la reforma laboral por un solo voto de margen, Díaz aseguró que habría dimitido de no haber logrado sacarla adelante. Hasta ahora, los suyos equiparaban la importancia de ambas normas.

De 31 diputados a 26: Sumar se deshace

El terremoto de la corrupción en el PSOE ha sacudido al Gobierno y no ha dado tregua a Sánchez hasta la cumbre de la OTAN, dos semanas después de la mayor crisis de sus siete años en Moncloa. Algunas de las réplicas del movimiento sísmico, además, han generado una importante destrucción en Sumar, que este jueves, salvo giro de guion, sufrirá su segundo cisma en el grupo parlamentario en el Congreso en solo una semana.

Después de la ruptura de Àgueda Micó (Compromís) con el grupo plurinacional, en la dirección de Sumar temen que este jueves será el turno de Vicenç Vidal (Més per Mallorca). Dirigentes de distintos territorios asumen que cunde una sensación de desánimo peligrosa. No contribuye a que, quienes tienen dudas, apuesten por mantenerse en el barco.

La salida de una de las dos diputadas de Compromís aún no se ha formalizado, pero cuando Micó se incorpore al grupo mixto dejará a Sumar con 26 escaños. Ya perdieron 4 parlamentarios con la estampida de Podemos (diciembre de 2023). Y perderán uno más este jueves, hasta los 25, salvo giro de guion. El caso Cerdán ha sido la gota que ha desbordado el vaso, pero las desavenencias políticas venían de antes.

Díaz y otros ministros, como el titular de Consumo, Pablo Bustinduy, han sacado pecho estas semanas porque en su espacio nunca han registrado tramas corruptas como la que hoy afecta a los dos últimos secretarios de organización del PSOE. Esto no oculta que algunos dirigentes de su espacio creen que deberían haber sido mucho más contundentes con sus socios de Gobierno.

Sánchez perdió hace año y medio el control de un escaño, el de José Luis Ábalos, por el estallido de la trama y su paso al mixto. La onda expansiva del caso Cerdán ha puesto a Sumar al borde de perder dos parlamentarios, con todo lo que supone -más allá del equilibrio parlamentario- para una izquierda que aún no ha abordado cómo reorganizarse tras años de luchas intestinas. Y que sabe que, de convocarse hoy elecciones, todo apunta a que se quedarían en los huesos.