El Gobierno intenta desplazar el foco y que la imagen de la derrota de la ley de reducción de la jornada laboral, que si no hay cambios será tumbada en la tarde de este miércoles, no sea leída como un golpe rotundo a la coalición en el primer pleno del nuevo curso. En ambas alas del Ejecutivo insisten en poner el foco en PP, Vox y Junts, que votarán en contra, por mucho que sea su iniciativa la que va a estrellarse.
Ante este fracaso, dicen conformarse con intentar presentar el rapapolvo parlamentario como una oportunidad de abrir “un debate” necesario sobre el uso del tiempo y la conciliación. “Está bien que cada uno se retrate”, reiteran desde ambos lados del Gobierno. Está bien ver “quiénes son los buenos y los malos”, abunda un ministro socialista.
En el relato hay bastantes similitudes, pero también hay diferencias entre cómo se aproximan los partidos de la coalición a la escenificación de una derrota anunciada. Mientras que en Sumar no disimulan su malestar con Junts, en el PSOE procuran centrar sus dardos en el PP. La negociación ha sido supervisada por Díaz, y puesta sobre papel por el secretario de Estado de Trabajo, Joaquín Pérez Rey, y la portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras. El lunes, cuando el partido de Carles Puigdemont comunicó formalmente que se opondrían a que la ley siguiera tramitándose, en Sumar optaron por morderse la lengua.
Durante el martes, son varias las voces que han cargado contra la “irresponsabilidad” o el “sinsentido” de Junts, a los que acusan de no haberles trasladado nuevas reclamaciones u objetivos para mejorar la norma y poder prestar sus 7 votos. También hay críticas al PSOE, al que ven “de perfil”. “Lo lleva Yolanda”, es la consigna que han repetido los socialistas durante la última semana, desde que se conoce la fecha del debate de las tres enmiendas de totalidad (PP, Vox y Junts).
Fuentes del ala socialista del Ejecutivo aseguran que no se ven con muchas opciones de reflotar las negociaciones. No han querido aclarar si se ha contemplado que el propio Pedro Sánchez entre en escena, porque creen que Puigdemont no tiene el menor interés por salvar la norma. “Junts no ha manifestado que haya margen de negociación”, sintetizan.
“La vicepresidenta contaba con todo nuestro apoyo en las negociaciones”; “Nosotros consideramos que hemos estado en la negociación”, defienden. Pasan de puntillas por el hecho de que dirigentes del PSOE consideran que Díaz se precipitó permitiendo que no se prorrogara el periodo para registrar enmiendas, que se saldó con la presentación de las tres iniciativas de PP, Vox y Junts.

El pasado martes, con UPN representando al grupo mixto en la Junta de Portavoces (es rotatoria en este grupo), las formaciones de derechas tuvieron mayoría para forzar que la votación de totalidad tuviera lugar este miércoles. El PSOE pidió posponerlo, Sumar lo apoyó. Pero los números no estaban de su parte. Esto desencadenó malestar a la interna del partido de Díaz, y desde entonces la vicepresidenta ha ido preparando el camino para amortiguar este golpe.
Pese a ser la medida estrella del programa electoral de Sumar a las pasadas elecciones generales (julio de 2023), y de estar incluida en el programa de la coalición, fuentes de Sumar en el Gobierno siempre han lamentado que el PSOE ha ido arrastrando los pies para cumplir este compromiso. Enero fue un mes especialmente tenso para la coalición a raíz de esta norma; fue cuando Díaz deslizó que el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, tenía cara “de mala persona”.
Entonces libró un pulso con Economía, pero también con la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, trasladándoles que no reducir la jornada laboral podía “llevarse por delante” al Ejecutivo. Logró llevar el acuerdo alcanzado con los sindicatos -con el rechazo de la patronal- al Consejo de Ministros en primera vuelta, y después tuvo que ver cómo volvía a encallar.
La respuesta oficial del PSOE siempre fue que impulsarían la norma, pero en el momento oportuno y con los apoyos necesarios. Díaz tuvo que aguardar hasta el escándalo de la compra por parte de interior de balas a una empresa israelí por valor de 6 millones de euros, para anunciar que desbloqueaba la reducción de la jornada laboral. Antes de lograrlo, IU amenazó con salir del Ejecutivo si Interior no revocaba este contrato. Y Sánchez intervino para ordenar su inmediata cancelación. La temperatura en Sumar ya marcaba máximos, después de asumir el incremento del gasto extra de 10.471 millones de euros en defensa, y el contrato de las balas casi desbordó el vaso.
En junio, y pese a los recelos del PSOE, la vicepresidenta segunda sorprendió anunciando que las enmiendas de totalidad se votarían el 22 de julio, para retractarse y postponerlo poco después. Hay frustración en sus filas, porque es la medida a la que más esfuerzos políticos, económicos y personales han destinado, con campañas en redes, una ruta de Díaz por los territorios para vender sus bondades… Y hoy asisten a su naufragio después de que Junts no les haya concedido una salida.
Retomar “la lucha” un día después
En la tarde del martes, desde los pasillos del Congreso, Díaz llamó a participar en las movilizaciones que CCOO y UGT han convocado el miércoles, coincidiendo con la votación de totalidad en la que se prevé que descarrile la norma. “Vamos a estudiar cómo, cuándo y dónde, pero la norma va no solo a tramitarse, sino que se va a ganar”, prometió.
También garantizó que empezará a moverse el mismo jueves, un día después de recibir este golpe. Ha fiado a la aprobación de esta norma la recuperación de su capital político, y ya prevé recuperar el registro horario, la parte más espinosa de la norma para las grandes empresas. Para esto le basta su Ministerio, y los trabajos para hacerlo están avanzados.
Durante la mañana, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, Pilar Alegría prometió que si la norma cae no será “un punto final”, sino “un punto y seguido”. La ministra portavoz recordó que ya experimentaron dificultades para aprobar la reforma laboral hace cuatro años y medio, y pese a ello consiguieron su objetivo. “Los avances sociales nunca han sido fáciles”, esgrimió.
Un dirigente de Sumar recordaba que, en esa precisa negociación, los suyos ya se sintieron solos. Cree que al PSOE le cuesta avanzar con medidas de tanto peso, y que suele moverse con pies de plomo. “Si las izquierdas votan a favor de esto, ya es una buena noticia”. “No hay que dramatizar”, pide otra de las voces de su espacio político. Por lo pronto, el miércoles asistirán a la derrota de una medida que creen ganada en las calles, pero que ni siquiera han conseguido llevar hasta la recta final de su tramitación en el Congreso.
Las excusas de Junts:”Es la mejor manera de defender a los trabajadores”
Por su parte, Nogueras convocó a los medios a última hora de la tarde en el Congreso de los Diputados para intentar justificar sus posiciones, argumentado que su voto en contra a la reducción de la jornada “es la mejor manera de defender a los trabajadores”. La portavoz de Junts ha dicho estar “a favor de reducir la jornada”, pero lo ha contrapuesto a la preservación “de puestos de trabajo”.
“Han cometido el error de hacer una ley que no está negociada”; “La ley no resuelve los problemas del mercado laboral”, incidió. “Lo pagarán los de siempre, el comercio pequeño, el taller mecánico, la peluquería, los que trabajan y se esfuerzan. Nosotros defendemos al carnicero, al peluquero. El carnicero no es el dueño de Mercadona”, expresó. Sus explicaciones generaron estupefacción entre distintas fuerzas del arco parlamentario.