La fórmula Parlon contra la crisis interna de los Mossos

La consellera de Interior ha rebajado el perfil político de la policía de la Generalitat centrando su acción en dotar al cuerpo de mayores recursos y de una nueva organización

Un montaje con las imágenes de la consellera de Interior Nuria Parlon y el antiguo mayor de los Mossos Josep Lluís Trapero
Un montaje con las imágenes de la consellera de Interior Nuria Parlon y el antiguo mayor de los Mossos Josep Lluís Trapero
Efe / Kiloycuarto

Este viernes 8 de agosto de 2025 se cumple un año de la investidura de Salvador Illa, aunque la fecha no es recordada por su elección como presidente de la Generalitat, sino por la tocata y fuga de Carles Puigdemont. Reapareció el líder independentista en Barcelona ante 600 agentes de los Mossos d’Esquadra después de siete años huido y despareció ante sus hocicos para vergüenza del cuerpo. El entonces comisario jefe de los Mossos, Eduard Sallent, solo acertó a explicar en las primeras horas que no esperaban tal fuga del expresident porque “Puigdemont no es un Jodorovich, no se dedica a la criminalidad organizada” y, luego, no tuvo otra que admitir que no sabía donde se hallaba el líder de Junts.

La ‘Operación Jaula’ ordenada por los Mossos en Barcelona y la apertura de maleteros a las salidas de la capital catalana sacó los colores a la policía autonómica, incapaz de tener al expresident a pesar de la orden de detención. Las cámaras captaron a Puigdemont a las 9.00 horas de aquella mañana y quince minutos después los Mossos perdieron su pista dejando en ridículo al cuerpo. En esas circunstancias se produjo el cambio de gobierno en Cataluña; Illa fue investido president y al poco nombró a Nuria Parlon consellera de Interior, tal y como había prometido durante la campaña electoral.

Pasar página

A Parlon la avalaba su política de seguridad como alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet. Su ayuntamiento, situado en el área metropolitana de Barcelona, era uno de los pocos en aquel momento que había registrado un descenso de los delitos en 2023, según los datos del Ministerio de Interior. Parlon lo atribuyó a varias razones, entre otras, a la puesta en marcha de una nueva Unidad de Apoyo e Intervención Rápida (USIR) de la policía local, especializada en la prevención y represión de la delincuencia.

Pero en los Mossos hacía falta, sobre todo, una nueva gestión política para pasar página del capítulo más negro de la historia del cuerpo. Illa y Parlon tenían atado el regreso de Josep Lluís Trapero como director general de los Mossos, pero no era suficiente para sofocar la crisis interna. El recién investido president convirtió su primer acto institucional como titular de la Generalitat de Cataluña en una visita a la sede central de los Mossos, el Complejo Egara de Sabadell (Barcelona).

Objetivo: 25.000 mossos

Y, en paralelo, la consellera Parlon se puso en marcha para prometer más efectivos (señaló el objetivo de alccanzar los 25.000 agentes en 2030) y mayores recursos, para lanzar nuevos patrullajes, nuevas líneas de subvención para videovigilancias en municipios de toda Cataluña, mayores colaboraciones con policías locales y el lanzamiento del ‘Plan Kanpai‘, —que en japonés significa ‘vaciar el vaso’—, para combatir la multirreincidencia en el área metropolitana de Barcelona.

En definitiva, un amplio paquete de medidas para demostrar que los Mossos no se dedican a la connivencia con el independentismo, sino al combate contra la inseguridad en Cataluña, y una acción decidida para que dos de las unidades que más críticas suelen levantar (Brimo y Arro) se integren con más presencia en labores de seguridad ciudadana.

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