El Gobierno desvincula la derrota parlamentaria que ha sufrido en el primer pleno en el Congreso de este curso político de las conversaciones que teje para intentar articular unos Presupuestos Generales del Estado para 2026.
Fuentes de Moncloa, pero también de Junts per Catalunya, insisten en trazar una línea que separe ambas cuestiones. Una cosa es que el socio más correoso de la coalición -junto con Podemos- dinamitara la tramitación de la norma estrella de Yolanda Díaz, la reducción de la jornada laboral, este miércoles.
Y otra es que se cierren en banda a estudiar su apoyo a la senda de estabilidad, la primera piedra de las cuentas públicas. “Cada cosa por su carril”; “No afecta”, insisten desde Moncloa. En el Ejecutivo aseguran además que ya han iniciado las conversaciones con Junts y otros grupos para allanar el camino a la senda, que incluye el techo de gasto.
Fuentes del ala socialista del Gobierno enfrían la opción de presentarla en septiembre, aunque la Constitución impone este mes como frontera para presentar el proyecto de ley de Presupuestos, que es un paso posterior. Van muy tarde, y asumen que el reto es mayúsculo, especialmente con las posiciones que han marcado desde el partido de Carles Puigdemont o desde Podemos.
El compromiso es aprobar la senda en Consejo de Ministros y después llevarla al Congreso, “preferiblemente con acuerdo”, apuntan. Medirán los tiempos y buscarán la oportunidad política adecuada, como harán después con el proyecto de ley de Presupuestos.
Dirigentes del PSOE defienden que, ante “un PP sin proyecto, instalado en el insulto”, la mejor respuesta posible es reivindicar la acción de Gobierno y no bajar al “barro”.
Por eso el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, aprovechó la primera sesión de control del curso para rebajar el tono con el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y para vender que el suyo es un “Gobierno limpio” que gestiona. A pesar de su debilidad parlamentaria.
Ahí entra el compromiso de cumplir el mandato constitucional y presentar los primeros Presupuestos de la legislatura, después de dos años prorrogando las cuentas de 2023, aprobadas por un Parlamento distinto. La intención es apurar la legislatura con o sin las cuentas, pero gran parte de su actuación política en las próximas semanas pivotará sobre sus intentos por amarrarlas.
Díaz “se ha adelantado”
A diferencia de Díaz, en el PSOE pasan de puntillas sobre la responsabilidad de Junts en el naufragio de la norma estrella de Summar. De hecho, además de desgastar a los conservadores -“No es que queramos que Junts vote a favor, queremos que vote el PP”-, en Moncloa insisten en que toca “entender” la posición de Junts.
“Nunca han tenido intención de votar a favor”, afirma un socialista con galones. Por eso intentaron que la vicepresidenta segunda pospusiera el debate de la reducción de jornada. Hay miembros del Gobierno que se decantan por volver a impulsar esta norma cuando haya “agua” en la piscina. Esto es, cuando vean opciones de lograr los votos necesarios para amarrarla.
Otro dirigente socialista recuerda que hicieron lo posible por convencerla de guardar esta bala, y de hecho afirma que Díaz “se ha adelantado” al permitir esta votación. No cuestionan el siguiente paso, el debate en el que todas las formaciones se han retratado. En el PSOE hay voces que apuntan a que la vicepresidenta llegaba desgastada políticamente a esta cita y sale aún más tocada. Aunque entienden que, si efectivamente elige seguir presentando batalla, al menos logrará acotar el daño.
Y, aunque la norma lleva el sello del Ejecutivo en su conjunto, ellos marcan distancias recordando que es Díaz quien ha pilotado estas conversaciones. Uno de estos dirigentes explica que, en clave interna, en el feroz pulso que mantiene con Podemos, el resultado de este miércoles al menos le permite vender sus esfuerzos y sacar pecho por su voluntad política. Otra cosa es que los morados pongan el foco en que lo que hoy ha vivido el Gobierno es una sonora derrota. Señalen a quienes señalen o responsabilicen a quienes responsabilicen.