Cada vez más pacientes, especialmente mujeres, denuncian una realidad silenciosa dentro de las consultas médicas: el ‘gaslighting’ médico. Este término, tomado de la psicología, describe una forma de manipulación en la que una persona —en este caso, un profesional sanitario— minimiza, cuestiona o invalida los síntomas de quien busca ayuda, haciéndole dudar de su propia percepción o juicio.
El fenómeno no es nuevo, pero sí cada vez más reconocido. Frases como “es ansiedad”, “todas sentimos eso” o “seguro es estrés” se han convertido en respuestas habituales a dolencias que después resultan ser enfermedades reales y graves. Desde problemas hormonales hasta trastornos autoinmunes, muchas mujeres relatan cómo su diagnóstico se retrasó durante años porque no se las escuchó.
Qué es exactamente el ‘gaslighting’ médico
El término proviene de la película Gaslight (1944), en la que un hombre manipula a su esposa hasta hacerla creer que está loca. Trasladado al ámbito sanitario, el ‘gaslighting’ médico ocurre cuando un profesional desestima los síntomas del paciente, resta importancia a su malestar o lo atribuye a causas psicológicas sin una evaluación adecuada.
Aunque puede afectar a cualquier persona, numerosos estudios han mostrado que las mujeres, las personas racializadas y los pacientes con enfermedades crónicas o dolor invisible —como la fibromialgia o la endometriosis— son los más vulnerables.
“Cuando una mujer explica un dolor persistente o fatiga extrema, todavía es frecuente que se asuma que se debe a ansiedad o estrés”, explica la psicóloga sanitaria Laura Méndez. “Esa falta de escucha activa no solo retrasa diagnósticos, sino que genera una sensación de culpa y desconfianza en el propio cuerpo”.
Las consecuencias invisibles
El gaslighting médico no se limita a una mala experiencia puntual. Puede tener repercusiones físicas y emocionales a largo plazo. Un diagnóstico tardío puede agravar una enfermedad o hacer que un tratamiento sea menos efectivo. Pero además, tiene un impacto psicológico importante: muchas personas dejan de acudir al médico o minimizan sus síntomas por miedo a no ser tomadas en serio.
“Te hacen sentir que exageras, que eres hipocondríaca o que todo está en tu cabeza”, cuenta María, de 34 años, diagnosticada de endometriosis después de más de una década de visitas médicas. “Durante años escuché que mis dolores menstruales eran normales. Cuando por fin me diagnosticaron, ya tenía lesiones severas”.
Cómo reconocerlo y actuar
El primer paso es identificar las señales. Si sientes que tu médico no te escucha, interrumpe constantemente, se burla de tus síntomas o te hace dudar de tu propia experiencia, podrías estar ante un caso de gaslighting.
A continuación, algunas pautas para actuar:
- Lleva un registro detallado. Anota tus síntomas, su frecuencia y su impacto en tu vida diaria. Cuanto más específica sea la información, más difícil será ignorarla.
- No minimices tu dolor. Evita frases como “no es tan grave” o “quizá exagero”. Tienes derecho a expresar tu malestar sin justificaciones.
- Pide una segunda opinión. Cambiar de médico no es una falta de respeto, es una forma legítima de cuidar tu salud. Un nuevo profesional puede aportar otra perspectiva.
- Acude acompañada. Tener a alguien contigo puede ayudarte a sentirte más segura y, además, sirve como testigo en caso de una interacción invalidante.
- Exprésalo directamente. Si sientes que no estás siendo escuchada, dilo con calma: “Necesito que me escuche, estos síntomas afectan mi vida cotidiana”. Reivindicar tu espacio es clave.
El papel del sistema sanitario
El gaslighting médico no siempre nace de la mala intención. En muchas ocasiones, responde a sesgos inconscientes, falta de tiempo en las consultas o carencias formativas en áreas como la salud femenina o el dolor crónico. Por eso, la solución no recae solo en los pacientes, sino también en la necesidad de una formación médica con perspectiva de género y empatía clínica.
Las instituciones sanitarias comienzan a reconocer el problema. Cada vez más hospitales incorporan protocolos de atención centrados en el paciente y programas para sensibilizar al personal sobre los sesgos de género. Sin embargo, aún queda camino por recorrer.
Ser escuchada también es parte del tratamiento
La confianza entre médico y paciente es esencial para cualquier diagnóstico. Sentirse escuchada, comprendida y tomada en serio puede marcar la diferencia entre vivir con dolor o empezar un tratamiento adecuado.
Actuar ante el gaslighting médico no es desafiar a la autoridad, sino reclamar el derecho a una atención justa y empática. Porque la salud empieza, precisamente, cuando alguien te escucha.
