En la práctica del yoga, cada postura y movimiento se acompaña de una intención, una respiración consciente y, en muchos casos, de un punto de mirada o drishti. Esta palabra sánscrita, que se traduce literalmente como “visión” o “punto de enfoque”, va mucho más allá de una simple dirección ocular. El drishti es una herramienta fundamental para concentrarse, estabilizar la mente y conectar con el momento presente, tanto dentro como fuera de la esterilla.
Lejos de ser un detalle menor, el drishti forma parte del sistema del Ashtanga yoga clásico de ocho pasos descrito por Patanjali, que incluye prácticas como la meditación (dhyana), la concentración (dharana) o el control de los sentidos (pratyahara). Dentro de este marco, el drishti se considera un método para enfocar la atención y dirigir la energía, lo que permite profundizar en la práctica espiritual y, al mismo tiempo, desarrollar cualidades aplicables en la vida diaria, como la claridad mental, la autodisciplina o la toma de decisiones enfocada.
El poder de la mirada consciente
Cuando se adopta una postura de yoga, como la del Guerrero II, la del Árbol o la del Triángulo, el instructor suele indicar hacia dónde dirigir la mirada: al horizonte, a la punta de los dedos, al entrecejo o incluso a la punta de la nariz. No es un gesto arbitrario. Esta orientación visual tiene la función de calmar el sistema nervioso, evitar distracciones externas y facilitar el equilibrio, físico y mental.
El drishti ayuda a entrenar la mente para mantenerse presente, algo cada vez más difícil en un entorno saturado de estímulos. En un mundo de notificaciones, redes sociales y multitarea, fijar la atención en un solo punto durante la práctica de yoga se convierte en un ejercicio de resistencia mental, similar a la meditación. Esta capacidad de concentración sostenida no solo mejora la experiencia sobre la esterilla, sino que puede trasladarse a la vida cotidiana, ayudando a priorizar, mantener la calma en situaciones difíciles o perseverar en objetivos personales y profesionales.
Ocho drishtis principales
En la tradición del Ashtanga yoga, existen ocho drishtis principales:
- Nasagra drishti: punta de la nariz.
- Bhrumadhya drishti: entrecejo o tercer ojo.
- Nabi chakra drishti: ombligo.
- Hastagra drishti: mano.
- Padayoragra drishti: punta de los pies.
- Parsva drishti: hacia un lado (izquierda o derecha).
- Angustha ma dyai drishti: pulgares.
- Urdhva drishti: hacia arriba, al cielo o al infinito.
Cada uno se utiliza según la postura y su intención, pero todos comparten un mismo propósito: dirigir la atención, cultivar la introspección y mejorar la alineación física y energética.
Del yoga a los objetivos personales
Pero ¿cómo puede ayudarnos el drishti fuera del yoga? La respuesta está en su capacidad para educar a la mente en la atención plena, algo imprescindible para alcanzar metas. Cuando se trabaja con un objetivo claro —sea aprender un idioma, emprender un proyecto o mejorar la salud—, la concentración sostenida es clave. El concepto de drishti recuerda que no basta con tener un propósito, sino que es necesario mantener el enfoque de forma constante y no dispersarse ante obstáculos o distracciones.
En términos prácticos, aplicar el drishti a la vida significa saber hacia dónde mirar, qué prioridades marcar y qué elementos externos ignorar. Supone aprender a reconducir la atención cada vez que la mente divaga, tal como ocurre en una postura exigente de yoga. De este modo, el drishti se convierte en una metáfora visual de la determinación, y una herramienta para entrenar la claridad y la perseverancia.
Una mirada que transforma
El drishti, por tanto, no es solo una técnica visual, sino una filosofía de enfoque. Nos enseña que donde va la mirada, va la energía; y donde va la energía, se materializa la intención. A través de una práctica constante, este pequeño gesto puede tener un impacto profundo, ayudando a mejorar la calidad de la atención, a superar la dispersión mental y a dirigir con mayor conciencia nuestras acciones.
Ya sea en una postura de equilibrio o ante un reto personal, el drishti nos recuerda que mirar con intención puede ser el primer paso para avanzar con firmeza.