Varios exdirectores de la Organización Mundial de la Salud (OMS) han lanzado un mensaje contundente: la estrategia global contra el tabaquismo necesita un giro radical. Tras décadas defendiendo políticas prohibicionistas, reconocen que ignorar las herramientas de reducción de daños “ha sido un error que ha costado millones de vidas”. Ahora proponen incorporar “alternativas de menor riesgo, como los cigarrillos electrónicos, el tabaco calentado y las bolas de nicotina, en la lucha contra el tabaquismo”.
En un informe publicado esta semana, Tikki Pang (exdirector de Investigación en Políticas de la OMS), Derek Yach (arquitecto del Convenio Marco para el Control del Tabaco), junto con otros expertos, advierten que, si el 20% de los fumadores del mundo adoptara productos de riesgo reducido en los próximos 10 a 15 años, las muertes por tabaquismo podrían reducirse a la mitad para 2060. “Estamos hablando de salvar más de 100 millones de vidas”, subraya el documento. Según sus cálculos, la integración de estrategias de reducción de daños con programas de cesación y detección temprana evitaría más de tres millones de muertes cada año.
Este cambio de enfoque llega en vísperas de la 11ª Conferencia de las Partes (COP11) del Convenio Marco para el Control del Tabaco (FCTC), que se celebra en Ginebra. Los expertos alertan de que las discusiones actuales podrían endurecer las restricciones sobre alternativas más seguras, en lugar de promover su adopción. “No es un debate teórico: la reducción de daños es una estrategia probada con resultados que salvan vidas”, señala el informe.
El contexto no es menor: el documento que acompaña este anuncio, firmado por antiguos responsables de la OMS, pide poner fin al prohibicionismo que ha dominado las políticas antitabaco durante dos décadas. Argumentan que esta postura ha bloqueado herramientas eficaces y ha perpetuado el consumo de cigarrillos combustibles, responsables de la mayoría de las enfermedades relacionadas con el tabaquismo. “La evidencia científica es clara: la combustión mata, no la nicotina”, insisten, citando estudios que demuestran que el vapeo es al menos un 95% menos dañino que fumar.
Los autores reclaman que los gobiernos abandonen la narrativa que equipara las alternativas sin humo con los cigarrillos tradicionales. Países como Suecia y Reino Unido, que han adoptado políticas de reducción de daños, ya muestran resultados: tasas de tabaquismo por debajo del 5%, consideradas umbral para un país libre de humo, dicen estos expertos.
¿Qué está en juego? Si la OMS y sus Estados miembros no modifican su enfoque, advierten los expertos, los países de ingresos bajos y medios soportarán una carga sanitaria y económica “enorme” durante las próximas décadas. “Con la excepción de las vacunas, no hay otra intervención sanitaria capaz de generar beneficios tan masivos y asequibles”, concluye el informe.


