Cada 6 de diciembre, España celebra el Día de la Constitución, una fecha que invita no solo a conmemorar el marco democrático que rige desde 1978, sino también a reflexionar sobre los retos que aún persisten. En este contexto, el artículo 14 de la Constitución Española, que proclama la igualdad de todos los ciudadanos “sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”, se coloca inevitablemente bajo la lupa.
Casi medio siglo después de su aprobación, el principio de igualdad entre mujeres y hombres ha avanzado de manera notable en el plano legal, pero la igualdad efectiva sigue siendo una asignatura pendiente. La brecha entre la norma y la realidad, visible en múltiples ámbitos —empleo, cuidados, representación política o violencia de género—, evidencia que los desafíos son profundos y estructurales.
Un marco legal robusto, pero insuficiente
Desde los años ochenta, España ha desarrollado un cuerpo legislativo amplio encaminado a garantizar los derechos de las mujeres. Leyes como la de Igualdad de 2007, la de Violencia de Género de 2004 o los recientes avances en materia de conciliación han buscado materializar el espíritu del artículo 14. Además, la presencia de mujeres en política, la mayor participación educativa y la creciente sensibilización social han consolidado una cultura democrática más igualitaria.
Sin embargo, los expertos coinciden en que la igualdad normativa no es sinónimo de igualdad real. Aunque el país ha escalado posiciones en los índices europeos, las mujeres continúan ocupando mayoritariamente empleos con menores salarios, menor estabilidad y escasa proyección. La brecha salarial, situada en torno al 19 %, refleja esta desigualdad estructural, mientras que la brecha en las pensiones y el impacto del trabajo de cuidados no remunerados siguen recayendo mayoritariamente sobre ellas.
El peso de los cuidados: la desigualdad que el artículo 14 no ha logrado corregir
Una de las deudas más persistentes tiene que ver con los cuidados, un ámbito históricamente feminizado que limita la autonomía económica de las mujeres. El reparto desigual de estas tareas provoca interrupciones en las carreras profesionales, reduce ingresos y dificulta el acceso a puestos de responsabilidad.
Aunque las políticas de conciliación se han reforzado en los últimos años —especialmente con permisos parentales equiparados y nuevas formas de flexibilidad laboral—, su impacto aún es insuficiente para revertir décadas de desigualdad. La corresponsabilidad avanza, pero lentamente.
Representación y poder: la igualdad que progresa, pero no alcanza
En el ámbito político, España ha vivido un aumento significativo de la participación femenina. Hoy, el Parlamento es uno de los más paritarios de Europa y los gobiernos incorporan cada vez más perfiles femeninos. No obstante, la igualdad pierde fuerza en otros espacios de poder: solo un 22 % de los puestos directivos en grandes empresas está ocupado por mujeres, y la presencia femenina en sectores estratégicos continúa siendo limitada.
La persistencia del llamado “techo de cristal” confirma que los mecanismos de discriminación no siempre son explícitos, sino que se manifiestan en redes informales de poder, sesgos culturales o dificultades para conciliar.
Violencia de género: el obstáculo más grave para la igualdad efectiva
Pese a contar con una de las legislaciones más avanzadas de Europa, la violencia de género sigue siendo una amenaza para la igualdad recogida en el artículo 14. Los asesinatos machistas, el aumento de la violencia sexual entre jóvenes y la expansión del discurso negacionista ponen de relieve que la igualdad formal no basta si no existe un compromiso social y político firme para erradicar esta lacra.
Un artículo vigente, pero que exige adaptación al siglo XXI
A sus 47 años, el artículo 14 sigue siendo un pilar democrático, pero también un recordatorio incómodo: la igualdad real aún no se ha conquistado. Los avances son indudables, pero las deudas pendientes —brechas laborales, desigualdad en los cuidados, techo de cristal, violencia machista— revelan que la transformación debe ir más allá del marco legal.
En este Día de la Constitución, el debate no es si el artículo 14 garantiza la igualdad, sino cómo hacer que ese mandato sea real en la vida cotidiana de millones de mujeres. Solo entonces, la promesa constitucional será plenamente cumplida.


